jueves, 30 de julio de 2015

El círculo de Iglesias / Melchor Miralles *

No se corta la coleta Pablo Iglesias. Va lanzado. No hace prisioneros en su batalla por llegar a presidente del Gobierno. En Podemos no hay quien le tosa. Se montó sus primarias a medida y laminó. ¿Qué sólo hubo un 16% de participación? Se parte la caja de la risa. No quiere pactos de ámbito nacional. Si acaso, alianzas donde vea que no llega y siempre y cuando quien se alíe trague con todo. El PP y el PSOE a su lado son una broma. Es lo que tiene integrarse en la casta sin anestesia, que te abduce. Y le trae al pairo que sus críticos, derrotados en las ¿primarias? en Cataluña, se vayan a montar Guanyem Catalunya para competir. Porque les desprecia.

Las encuestas dibujan bajada para Podemos, pero confirman un escenario en el que PP o PSOE necesitarán pactar con Ciudadanos o Podemos para gobernar. No hemos de hacerlas mucho caso por ahora. De aquí a las generales van a suceder muchas cosas, algunas muy graves, y ahí todo el mundo se va a tener que retratar, y la cosa puede cambiar, y mucho. Y el poder, aunque lo ejerzan vicarios, desgasta, porque es lo que tiene, que se te ve el plumero, o la coleta, y el personal no es bobo, y conoce el paño.

Pablo Iglesias es un cruce de parroquiano de garito posmoderno, asiduo del mercado de Fuencarral, que echa el cierre, groupie del Ché y delegado de Facultad de los 70. Y ahora que ha llegado al jaleo del poder y le regala Juego de Tronos al Rey, está que no cabe en sí de gozo, feliz de haberse conocido.

Y los suyos, casi todos, por el mismo camino. Me refiero a los pocos que cortan el bacalao en Podemos, no a la militancia de buena fe que aún no se ha caído del guindo. Ya practican hasta el plasma, como Rajoy. Restringen a los medios el acceso a los concejales, como en Menorca. Comparecen en las teles, siempre desde fuera, no aceptan preguntas libres de quienes están en el plató, se cascan su discurso y siguen a lo suyo. O sea, que lo de la libertad de expresión, el debate abierto y libre, la pluralidad y el intercambio de ideas no es lo suyo. Les incomoda. Les jode. Y ya no tienen que cortarse. Pura casta.

En Podemos sólo hay un círculo, que es el que conforman Pablo Iglesias y los pocos colegas a los que les deja espacio mínimo. Es un círculo cerrado. Lo tiene todo atado y bien atado. No se le escapa una. Y como todos los que son como él, que no es el primero, ya solo escucha a quienes le bailan el agua, porque va justo de tiempo para perderlo con el personal crítico. Y quien a quien se le ocurra levantar la voz, o hacer un ligero movimiento fuera del carril oficialista de Podemos, lo lamina, con una sonrisa en los labios y sin pestañear. Y siempre parece un accidente.

PS: Hablo con Xavier García Albiol. Algo le conozco y nunca le he encontrado tan derechón y facha como algunos le dibujan. Incluso puedo acreditar comportamientos más que liberales y respetuosos con los discrepantes, cosa poco frecuente. Veremos. Ya apunté desde este andén que era el favorito. Me dice que está difícil, pero que cree que frente al soberanismo y el independentismo tiene más posibilidades que Iceta o Arrimadas. Yo no lo tengo tan claro.

(*) Periodista


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