martes, 14 de julio de 2015

Grecia: inquieta, determinada y viviendo de las rentas / Luis Alcaide *

Los griegos se conocen a si mismos, como sucede con otros ciudadanos nacionales, mejor que los extranjeros. No se hacen ilusiones sobre las opiniones que tengan de ellos, ya que "se saben tan hundidos que no pueden caer más bajo". Los astilleros están parados y los agricultores, como los cultivadores de tabaco, por ejemplo, han tenido que dejar sus tierras. La competencia engendrada por la globalización no ha perdonado.

Ahora bien, la venta de tie­rras para usos ur­banos pro­por­cionó unos buenos dracmas o eu­ros, los su­fi­cientes para reha­bi­litar la casa fa­mi­liar que se al­quila a los ale­manes y pro­cura unos in­gresos su­pe­riores a los del ta­baco. "Durante la Ocupación nues­tros pa­dres te­mían que los ale­manes la re­qui­sa­ran, ahora se la al­qui­la­mos, pagan por ade­lan­tado y no te­nemos que preo­cu­parnos de más" (citas de Petros Markaris "El Accionista Mayoritario").

La con­vo­ca­to­ria, ce­le­bra­ción y re­sul­tados del re­fe­réndum han re­for­zado la co­ber­tura de­mo­crá­tica de Tsipras y pro­por­cio­nado un buen que­bra­dero de ca­beza a los hom­bres se­rios de la Europa se­ria. Entre tanto aquel cul­ti­vador de ta­baco man­tiene en la parte tra­sera de su vi­vienda un huer­te­cillo que le evita pe­learse con la mujer o beber más de la cuenta con los ami­gos, además de darle un sen­tido a su exis­ten­cia.

No son los griegos un pueblo tor­tu­rado, tam­poco una co­mu­nidad in­do­lente. Son cons­cientes de que ha lle­gado mucho di­nero en su país desde que el Dracma se trans­formó, gra­cias a una va­rita má­gica, en Euro.

La nueva mo­neda era tan só­lida como el Marco alemán y el di­nero entró a es­puer­tas. Se for­maron colas para com­prar pa­pe­litos de deuda pú­blica. Una parte de ese di­nero ha con­tri­buido a ex­tender las nó­minas del sector pú­blico, clien­te­lismo para con­ser­va­dores y so­cia­lis­tas, lo mismo que ha su­ce­dido en España, sin ir más le­jos.

Los griegos tam­bién son cons­cientes que los di­neros de­di­cados a in­fra­es­truc­turas (carreteras rehe­chas va­rias ve­ces, ins­ta­la­ciones de los Juegos Olímpicos de Atenas en gran parte aban­do­nadas y en rui­nas) han fa­vo­re­cido a unos com­pa­triotas mucho más que a otros, del mismo modo que ha au­men­tado las di­fe­ren­cias entre po­bres y ri­cos, no sólo con el boom sino tam­bién con la cri­sis. La dis­tri­bu­ción del voto, Ne-Ohi, lo de­muestra muy a las cla­ras. Lo mismo que ha su­ce­dido en España en las úl­timas mu­ni­ci­pa­les.

"España no es Grecia", afirma nuestro pre­si­dente del go­bierno. "Nosotros hemos hecho los de­beres y ellos no" ¡Ojo!. Esta España ha­cen­dosa no ha con­se­guido to­davía al­canzar un su­per­avit pre­su­pues­tario pri­ma­rio, es decir el que mide la di­fe­rencia entre in­gresos fis­cales y gasto pú­blico, ex­cluidos los in­tereses por el pago de la deuda. Grecia si ha re­gis­trado su­pe­rá­vits pri­ma­rios. Corolario: la deuda pú­blica ha fre­nado su cre­ci­miento en Grecia y man­te­nido su pro­yec­ción en España.

En tér­minos re­la­tivos la pro­por­ción de deuda griega es más ele­vada en Grecia que en España, con­cre­ta­mente el 177% y 98% del PIB. En Grecia la parte del total de la deuda que co­rres­ponde al sector pú­blico es más alta que la que co­rres­ponde al sector pri­vado, en España es un poco al re­vés. Atención tam­bién porque la deuda pú­blica en los dos países ha per­mi­tido ali­viar deuda de los pri­vados y a la vez ha­cerse cargo de los des­pe­didos vía se­guro de des­em­pleo.

En Japón la deuda pú­blica con re­la­ción al PIB es más ele­vada que en Grecia o España, pero esa deuda se debe a los pro­pios ja­po­neses que por di­versos mo­tivos an­te­ponen los in­tereses co­lec­tivos a los suyos pro­pios. No temen por un riesgo de im­pago, no exigen con­di­ciones más one­rosas ni sacan sus aho­rros del país. Estas pe­cu­lia­ridad pa­trió­ticas ni­ponas no se dan en igual pro­por­ción en Grecia. Los po­see­dores de euros los han puesto a buen re­caudo en bancos o te­rri­to­rios ex­tran­je­ros.

Tiempos re­cios que decía Teresa de Ávila, para los grie­gos. Su si­tua­ción eco­nó­mica, lo saben bien los bravos Votantes del NO, em­peo­rará mucho antes de que se vis­lumbre cual­quier me­jora. Y sin em­bargo re­sisten a las exi­gen­cias de los acree­dores eu­ro­peos em­peñán­dose en im­poner las pro­pias. Por ejem­plo, im­po­si­ción más dura con los más ricos que con los menos ricos mien­tras que los po­bres nada tienen que te­mer, ex­cepto un IVA más al­tos. También se re­sisten a las pri­va­ti­za­ciones y re­claman unos ser­vi­cios mí­nimos ga­ran­ti­za­dos.

El con­ser­vador Samaras di­mitió ante el es­tré­pito de su de­rrota. Más de 20 puntos de di­fe­rencia entre el SI que de­fendía y el NO que re­sultó. Dimisión tam­bién del po­lé­mico e in­te­li­gente Varoufakis que por lo menos ha sa­bo­reado el éxito po­lí­tico de su irre­nun­ciable pos­tura. Tsipras ha ga­nado el re­fe­réndum y des­con­cer­tado a tec­nó­cratas y po­lí­ticos eu­ro­peos con sus pro­pues­tas. Suspense to­tal.

Ni si­quiera la sombra de los cas­taños ofrece la su­fi­ciente pro­tec­ción así que huída hacia el Guadarrama y oca­sional lec­tura de aquel cons­ti­tu­cio­na­lista francés Maurice Hauriou: "La su­pre­macía de la po­lí­tica sobre la eco­nomía es el mejor modo de pre­servar la ci­vi­li­za­ción". No quiere esto decir que los griegos no lo vayan a pasar mal ni que los eu­ro­peos no se con­cen­tren en la cons­truc­ción de Europa que es lo que ver­da­de­ra­mente hace falta.

(*) Economista del Estado

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