jueves, 9 de julio de 2015

Ballesta, mal comienzo / José María Marín *

La nueva legislatura no ha empezado bien en el ayuntamiento de Murcia. Los buenos propósitos anunciados por José Ballesta tras ser proclamado alcalde, comprometiéndose a gobernar ofreciendo diálogo y consenso a todos los grupos municipales, han saltado por los aires a las primeras de cambio, durante el primer Pleno celebrado por la nueva corporación, a cuenta del “número, características y retribuciones del personal eventual”.

Tras veinte años de ejercer un poder omnímodo y absoluto, el PP, más allá de las buenas intenciones anunciadas por el alcalde, va a tener que esforzarse mucho para hacer de la necesidad virtud, y acostumbrarse –sin cambiazos ni trucos, ni amaños de última hora- a funcionar con un nuevo registro basado en el diálogo sincero y permanente con los demás grupos políticos del consistorio. Mal comienzo, pues, de Ballesta, y negros nubarrones sobre el cielo de este nuevo tiempo político que inauguramos.

En el orden del día del Pleno celebrado el pasado viernes figuraba una moción presentada por el alcalde para tratar sobre el personal eventual que asiste y presta apoyo a los grupos municipales, frente a la cual los cuatro grupos de la oposición (PSOE, C’s, Ahora Murcia y Cambiemos Murcia) presentaron una moción conjunta que hace un reparto más equilibrado y coherente, a la vez que menos costoso para las arcas municipales. Ante esta situación, y para evitar la derrota segura de su propuesta, el alcalde no ha dudado en retirar la moción presentada por él mismo, lo que inexplicablemente ha dado lugar a dejar sobre la mesa esta cuestión. Una situación absolutamente absurda, como trataré de explicar.

No tiene sentido que sea precisamente el alcalde, que tiene la potestad de elaborar el orden del día del Pleno y, por tanto, de introducir o no en él los puntos que considere oportunos, quien presente una moción para luego retirarla él mismo por miedo a perderla. Esta actitud temerosa y defensiva de Ballesta pone de relieve, en primer lugar, la clamorosa improvisación con la que ha actuado, pues dado que carece de mayoría absoluta, no estaría de más que antes de someter un asunto a la consideración del Pleno, se asegurara de que dispone del apoyo suficiente para aprobarlo.

En segundo lugar, demuestra también la debilidad y endeblez argumental de su propuesta, pues una vez presentada debería haber tenido el valor de debatirla y confrontarla con la moción presentada por los grupos de la oposición. Y, por último, pone contra las cuerdas la sinceridad de las declaraciones “ bienintencionadas” del alcalde que, a las primeras de cambio, ha dejado ver el tic autoritario que anida en los genes del PP, lo cual se da de bruces con el necesario diálogo y consenso que obligatoriamente -en este aspecto la aritmética es tozuda- habrá de presidir esta legislatura.

Aun así, y dejando al margen las consideraciones ya apuntadas, en este Pleno inaugural se han presentado dos mociones sobre el asunto de referencia, y la retirada de una de ellas no tendría por qué haber llevado implícito que no se debatiera la otra moción, como inexplicablemente ha sucedido, habida cuenta de que sus proponentes no la han retirado. 

Convendría ver si esto se ajusta o no a la legalidad, porque, de ser así, tendríamos una democracia amañada desde el poder, toda vez que sería imposible que el equipo de gobierno perdiera nunca ninguna votación, ni siquiera estando en minoría. Bastaría, para ello, con que el alcalde no incluyera, o retirase del orden del día, el punto que temiera que podría perder.
 
Esta artimaña huidiza, dilatoria y torpe, utilizada “in extremispor el alcalde para tratar de ganar tiempo y neutralizar a la oposición, está en las antípodas de la búsqueda del diálogo y el consenso y habla bien a las claras del verdadero talante de Ballesta que, antes de confrontar, debatir y ceder, si es preciso, ha preferido colocar esta cuestión en un callejón sin salida. Pues de acuerdo con la rotundidad con que se han expresado los distintos portavoces en el Pleno, si alguno de los grupos de la oposición tuviera la tentación de sucumbir o echarse atrás en este asunto, después de haber firmado y presentado la moción conjunta, pondría al descubierto la escasa medida de su fiabilidad y quedaría retratado ya para toda la legislatura.

Ballesta tiene todas las de perder. Mal comienzo.

(*) Miembro de 'Es Ahora Murcia' y periodista

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