martes, 23 de junio de 2015

Una mujer de fe, madre de los pobres, los humildes y sencillos


Se marchó en silencio con la prudencia, modestia y sencillez que le caracterizaban. No quiso contarle nada más que a los más íntimos, los más cercanos, la lucha que hace poco más de un año y medio emprendió contra la enfermedad. La única que consiguió separarla, privarla, de lo que más deseaba, estar con los que menos tenían, con los más humildes, sencillos, con los que carecían prácticamente de todo. 

La Hija de la Caridad Sor Berta Tena Nogales llegó a Lorca en los primeros días de 2000. Desde el principio esta mujer de eterna sonrisa supo conquistar a los más pequeños. A cientos de ellos logró sacarlos de la calle, sentarlos en un aula y evitar que dejaran sus estudios por falta de una persona que guiara, apoyase, sus pasos. Nueve años estuvo al frente de la Obra Social y de la Escuela Infantil de San José de Calasanz y consiguió impulsar proyectos como el 'Alca', Alternativa a la calle, del que se benefician cada año 120 niños. 

No dudaba en llamar a cuantas puertas fueran necesarias para conseguir los suficientes recursos para dar educación, alimentación y juguetes, a los niños de las familias más desfavorecidas. Pero Sor Berta era mucho más. Era una mujer, divertida, simpática, dichosa, satisfecha, de fe y alegría, que no dudaba en expresar a todo el mundo lo afortunada que se sentía por poder hacer lo que más le gustaba, ayudar a los demás. 

Siempre andaba de un lado para otro y a cada paso alguien le paraba para darle ánimos en sus proyectos o para solicitarle una palabra de aliento o consuelo. Nunca frunció el ceño, nunca mostró un mal gesto, aunque en muchas ocasiones se mostró tajante a la hora de demandar o pedir ayuda 'para sus niños'. Sus sueños, sus anhelos, los compartía con decenas de lorquinos que se unieron a su causa y San José de Calasanz dejó de ser un lugar apartado del barrio de San Pedro para estar más presente que nunca en la vida de la ciudad. 

Su máxima era dar a conocer a las Hijas de la Caridad y sumar apoyos con los que poder poner en marcha nuevos proyectos de ayuda a los demás. Y lo consiguió. Hoy su labor sigue más viva que nunca y aunque su marcha en septiembre de 2009 la alejó de la ciudad, continuó regresando cada vez que sus ocupaciones se lo posibilitaban. Aquella tarde del 11 de mayo de 2011 fue una de las primeras en levantar el teléfono para saber en que situación se encontraban los lorquinos tras el terremoto. 

Volvió a la ciudad en varias ocasiones hasta que la casa de las Hijas de la Caridad recuperó la normalidad. Y hasta el final de sus días estuvo pendiente de la reconstrucción. A pesar de la enfermedad preguntaba por sus niños, los niños de Lorca, a los que durante años atendió, cuidó y mimó como solo sabe hacerlo una madre. El cariño que los lorquinos le tenían se puso de manifiesto el pasado sábado en una misa que se celebró en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen en su memoria. Instantes antes las campanas doblaban y lo hacían con un halo de tristeza recordando a una mujer que regaló su vida sin medida. 

Allí estuvieron las Hijas de la Caridad, arropadas por el personal de la casa, los miembros de la Asociación de la Medalla Milagrosa, los Amigos de la Virgen de Lourdes... y decenas de lorquinos anónimos que quisieron darle el último adiós a Sor Berta. También estuvieron las Madres Mercedarias que tras el terremoto pusieron su casa a disposición de las Hijas de la Caridad. Su fotografía ocupaba un lugar destacado en el altar mayor y junto a ella un cuenco de barro con flores 'siemprevivas', como símbolo de la vida eterna de la que Sor Berta ya goza.

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