El secretario
general del PSOE, Pedro Sánchez, ha comparecido este domingo con una
puesta en escena muy a la americana. La gran novedad ha sido la
exhibición de una gran bandera española durante los primeros y los
últimos cinco minutos de su intervención proyectada en
una pantalla
gigante que estaba situada detrás del candidato socialista a la
presidencia del Gobierno. Trajeado, con corbata roja y nuevo peinado, ha
pronunciado su intervención con el lema "El cambio que une".
La
presencia de la bandera nacional era el gesto más claro que ha
lanzado el líder socialista a todo el electorado de centro de donde
espera conseguir una parte de los cientos de miles de votos que
amenazan el liderazgo de la izquierda en las próximas elecciones
generales, liderazgo que ha ejercido desde las primera
elecciones democráticas de 1979.
Además de recuperar la
bandera también ha centrado su intervención en la idea de cambio
que llevó a Felipe González a ganar las elecciones de 1982 por mayoría
absoluta. Así, ha prometido que si se convierte en presidente
del Gobierno liderará "un cambio que una" y en el que se reconozcan
todos los españoles "desde "la moderación y el diálogo".
Su
discurso buscando el voto del centro se ha visto apoyado además en la
palabra España, como hacía tiempo que no lo pronunciaba un
socialista. Así cuando explicaba, sin matizar demasiado en qué
iba a consistir el cambio y que no iba a ser fácil, añadía que lo
haría gracias a “una alianza con lo mejor de España para hacer una
España mejor".
Está búsqueda por el centro del voto del
electorado perdido coincide con los objetivos del presidente del
Gobierno. En su intervención el pasado jueves ante el comité
ejecutivo del Partido Popular explicaba que las candidaturas de
centro derecha han pasado del 51 % de los votos en el 2009, al 47, 7 %
en las elecciones europeas, lo que se ha repetido en las
elecciones municipales.
Concluía que “nuestro voto se ha
perdido claramente por el centro y se ha perdido sobre todo por la
abstención, insisto, sobre todo por la abstención”.
Rajoy,
sabedor de que el PSOE será su principal competidor por el voto de
centro, no dejó pasar la oportunidad de criticarle hasta en diez
ocasiones acusándole de “haber abandonado la centralidad,
esclavo de su debilidad y de sus socios”.
Por supuesto que
Rajoy también aludió a Ciudadanos sin mencionarle cuando al final de
su intervención del pasado jueves planteaba poder recuperar el
voto que los populares habían prestado a otras candidaturas. Los
sociólogos estiman que un 60% de los votos del partido de Rivera
proceden de de aquellos tradicionales votantes populares que
consideran que Ciudadanos tiene un mayor empeño en la defensa de la
nación que el propio Partido Popular.
Ambos partidos tendrán
que buscar la brecha del centro, que de momento amenaza con
quedársela Albert Rivera, quien hoy anunciará que se presenta como
el candidato de Ciudadanos a la presidencia de Gobierno.
FG teme una debacle del PP-PSOE
Felipe González es mucho más pesimista que el presidente del Gobierno
de cara a las próximas elecciones generales. El expresidente del
Gobierno, expresó a un reducido grupo de empresarios su temor a que no
existiera posibilidad real de la gran coalición entre el Partido
Popular y el PSOE, justo el día previo a su viaje a Venezuela.
Las razones dadas por Felipe González en su finca de Extremadura para
justificar su temor de que tras los resultados de las próximas
elecciones generales el PP y el PSOE no sumen los diputados necesarios
para conseguir la mayoría necesaria de 176 escaños fueron claras. Si
Podemos se presenta a las elecciones como coalición unitaria de la
izquierda, a semejanza de lo que han hecho en Madrid, Barcelona o las
mareas de las principales ciudades de Galicia, el PSOE pasaría a ser
la segunda fuerza de la izquierda.
Según las estimaciones de los expertos que ha manejado Felipe
González, en caso de candidaturas unitarias de Podemos, el partido
liderado por Pablo Iglesias conseguiría entre 110 y 120 diputados. El
PP obtendría entre 120 y 140 diputados, pasando el PSOE a tercera
fuerza política nacional y segunda de la izquierda con entre 30 y 40
diputados.
Así, salvo que se lograran mejores resultados que los estimados para ambas
formaciones históricas, los partidos que han venido gobernando España
desde la restauración de la democracia no podrían gobernar formando
una gran coalición como le vienen pidiendo una parte cada vez más
numerosa de los grandes empresarios españoles.
Contrasta esta información con el optimismo del presidente del
Gobierno, Mariano Rajoy, insistiendo en que los populares ganarán las
próximas elecciones. Rajoy fundamenta su optimismo en el consenso de
los cuatro últimos sondeos de empresas privadas que han dado a conocer
sus estimaciones recientemente con datos posteriores a las elecciones
del 24 de mayo. En concreto los de Metroscopia, NC Report, Celeste e
InvyMark.
Bien es cierto que el presidente del Gobierno ha mostrado más un deseo
que un análisis propio con datos recientes de las expectativas de
voto. Reconoce que el “reto más importante que, como partido, tenemos
en las próximas fechas son las elecciones legislativas”.
“Tenemos que ganar las elecciones y ganarlas con toda claridad es
nuestra obligación”, ha añadido Mariano Rajoy. “Tan importante como ha
sido iniciar la recuperación económica en nuestro país es ahora ganar
por el margen suficiente para evitar dar marcha atrás en esta tarea”,
concluía al expresarse este jueves ante el comité ejecutivo de su
partido.
Uno de los elementos clave para tratar de conseguirlo serán las nuevas
promesas de reducción de impuestos. La subida de impuestos fue una de
las principales razones por la que millones de sus votantes les abandonaron.
Ahora, para tratar de hacer creíble el mensaje ha anunciado que se
compromete a cumplir con el mandato constitucional de presentar el
proyecto de ley de presupuestos antes del 1 de octubre de este año.
Bajará el IRPF y el impuesto de sociedades y, si la mejora económica
se lo permite, tiene otras bazas en la recámara.
Están en juego unas elecciones con un panorama político completamente
nuevo. No habrá que esperar mucho hasta poder comprobar si el mensaje
de Felipe González lanzado desde su finca de retiro en Extremadura o
el de Rajoy desde la sede el PP en Génova es el que tiene razón.
(*) Periodista
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