miércoles, 3 de junio de 2015

Elecciones, revuelo y vuelta a la tarea / Pedro Costa Morata *

Mi primera reflexión sobre el post 24M apunta, claro, al merecidísimo batacazo del PP, y en concreto hacia Rajoy, hierático líder que, como declaró que había ganado, le faltó tiempo para asegurar que no hay motivo de peso para cambiar nada ya que, como mucho, lo que ha fallado ha sido la habilidad de su partido y su Gobierno para comunicar a los ciudadanos las maravillas de su ejercicio político. Cuando, en realidad, de los resultados de las elecciones lo que se debe extraer es lo diametralmente opuesto: que estamos bien, pero que muy bien informados de sus obras, tan exitosas, que hemos tomado buena nota y que hemos obrado en consecuencia. No necesita, pues, insistir en sus logros en el PIB (sin desarrollo) o en el empleo (malo, caro y humillante).

Como es normal, se ha iniciado la fuga de líderes populares de las instituciones y de la política: Fabra, Bouza, Rudi y otros no tienen madera ni vocación de combatientes en la oposición. Además, la pérdida de hegemonía de María Dolores Cospedal, mola; me uno a la sentencia que le atañe: tanto sus recortes inmisericordes como el pustch que por su cuenta y riesgo impuso a la región reduciendo los escaños de las Cortes castellano-manchegas para mejor ganar, le han dado su merecido. 

Pero pocos espectáculos tan divertidos y reconfortantes estamos viviendo como la enajenación de Esperanza Aguirre, incapaz de soportar que su burbuja pinche y su baraka quiebre. Ahí la tenemos fuera de sí, incapaz de aceptar la derrota, de que se le escapen más altos designios políticos, de que se le acaben decenas de años de coche oficial y, lo peor de todo, que su catástrofe personal „que nunca admitirá que es merecida„ lo sea a manos de una dama ajena a su tumulto, simplemente digna. De ahí que agite Madrid un tanto peligrosamente: no tiene ninguna gracia que acuse de antidemócratas a quienes le han cantado su final (ella, que es demócrata por convención). Tan ambiciosa como ignorante, la señora condesa parece dispuesta a tensar la cuerda hasta límites a los que no debiera acercarse.

Y, sobre Murcia, pues eso, que me duele que pese a las muy fundadas advertencias (tan obvias, tan desoídas) de que se debían unir las fuerzas de los emergentes de Podemos con los veteranos de IU, todo ello en el entorno de una gran plataforma de carácter eminentemente social porque si no resultaría improbable desbancar al PP de la Asamblea Regional, ya que el posible aumento de escaños del PSOE sería poco relevante. La situación creada, al desperdiciarse el 4,8% de una IU en horas bajas, es que Podemos dispone de seis escaños pudiendo haber alcanzado tal coalición entre nueve y once, que es lo que podría haber aportado el 18% agrupado; suficiente para sumar hoy, con un PSOE mejorado, los 23 escaños necesarios para no depender de nuevas derechas como Ciudadanos, de por sí muy poco fiables. 

Ciudadanos, igual que en su día UPyD, significa la segregación de defensas desde una derecha en apuros, más o menos amarilla; surgida, digo, para incordiar al nacionalismo catalán igual que Rosa Díez cifró su identidad originaria en combatir al nacionalismo vasco; y tras esto, erosionar a la izquierda como pauta de conducta. Ciudadanos mantendrá en un principio sus distancias con el PP y su cantinela anticorrupción, tan oportunas para su imagen novedosa, pero pronto cambiará ambas cosas.

Entre mis sentimientos más personales cifraré la alegría por el incremento de concejales de IU (y aliados) en la Región, aun reconociendo que esto se ha debido en parte a la ausencia de Podemos en las lides municipales, actitud de prudencia tras la irrupción en varios frentes electorales sin preparación suficiente y con éxitos no todos consistentes. (Pero esta incomparecencia tiene que hacerles pensar que implica perder una oportunidad, ya que en 2019 lo previsible es que su vigor, ahora espectacular, ya no pueda alimentar ninguna presencia especialmente productiva en ese nivel).

Es en el plano municipal donde se curten los mejores y donde la gente de la calle aprecia más a las personas y sus trabajos. Siempre aprovecho para decir que en las campañas en las que yo he participado con IU he querido reconocer y expresar mi aprecio por los líderes locales y concejales con los que me he encontrado. De cara a la reconstitución de IU, que pasa por dialogar y recorrer caminos en común con Podemos (y a ver qué pasa), yo organizaría una ´asamblea municipalista´, abierta y más o menos permanente, que marque discusiones y estrategias comunes, y dé cohesión y eficacia al sugerente número de concejales obtenidos. 

La tarea que sigue es inmensa y cruda, con objetivos que no admiten dilación, como poner orden en los servicios municipales del agua (frenando privatizaciones, recuperando la gestión directa, atacando las corrupciones y corruptelas?) y sanear en todos los sentidos a los Ayuntamientos, especialmente los de la costa. Más ejercer la presión correspondiente ante la desposesión de competencias con que el Gobierno popular ha castigado a los municipios.

Acerca de mi pueblo, me alegra que la futura alcaldesa sea la socialista Mari Carmen Moreno, una zagala lista, paciente y apañá, que ha desbancado (contra mi pronóstico, entre el de muchos) al actual alcalde popular, a la sazón primo mío; el estancamiento, de años, de IU en Águilas me gusta mucho menos. 

Mazarrón sigue siendo, desde 1979, un pésimo ejemplo de vida política municipal; sólo me consuela que los juzgados tienen mucha tarea pendiente en el pueblo, sobre todo en relación con los dos últimos alcaldes y su turno de poder; comparado con varios de los que le han sucedido, aquel primer alcalde democrático, Mariano Yúfera, al que me enfrenté por sus urbanizaciones y al que calificaba de franquista y mesiánico, ha resultado ser un personaje entrañable.

(*) Ecologista

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