CARTAGENA.- «Los saladares del Mar Menor presentan concentraciones de metales como arsénico,
cadmio, plomo y zinc que sobrepasan los permitidos por diversas
legislaciones nacionales y europeas. Esos metales han sido arrastrados a
lo largo de más de cincuenta años por las ramblas desde la Sierra
Minera de Cartagena y La Unión, y pueden transferirse a la cadena
alimentaria a través del ganado y del consumo de moluscos».
Éste fue el
diagnóstico realizado en 2009 por la Universidad Politécnica de
Cartagena (UPCT), en una tesis doctoral de Antonio María Cervantes sobre
los riesgos derivados de la presencia de residuos mineros en saladares
del entorno del Mar Menor, en concreto en la desembocadura de las
ramblas de La Marina del Carmolí y Lo Poyo.
El investigador concluyó que
la inundación controlada de los saladares reduciría la contaminación
del agua por la acumulación de esos metales. Y aconsejó limitar el
pastoreo y el acceso incontrolado de la población a las zonas afectadas.
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