martes, 30 de junio de 2015

'Deus ex machina' / Alberto Aguirre de Cárcer *

En las mejores novelas y películas, los personajes protagonistas suelen ser seres complejos, a menudo contradictorios, con un pasado que condiciona su presente, pero con capacidad para ir cambiando a medida que transcurre la acción en el libro, el escenario o la pantalla. En ‘El hombre tranquilo’, el pacífico Sean Thornton (John Wayne) acaba convirtiéndose en un valiente. 

Y en Casablanca, Rick Blaine (Humphrey Bogart), un descreído propietario de un local nocturno termina por ser un activo luchador antifascista por el amor a una mujer. En la narrativa literaria y audiovisual se conoce a ese proceso con el nombre de ‘arco de transformación’. Aunque no son personajes de ficción, los políticos de larga trayectoria también sufren sus transformaciones. A veces movidos por convicciones, a veces porque la trama lo exige. 

Pedro Antonio Sánchez no es un recién llegado a este terreno. El próximo presidente de la Región lleva décadas en el ajo de la política, aunque ahora asume el papel protagonista. Y se estrena con un discurso de investidura en la Asamblea que fue todo un alegato en favor de la regeneración, una especie de carta fundacional de «una nueva etapa con una nueva forma de hacer política». 

Pocos reproches se pueden hacer a su discurso programático. Al contrario, fue quizá uno de los más acertados, profusos en medidas reformistas y en consonancia con lo que pide la sociedad murciana. Un discurso de máximos en cuanto a objetivos ambiciosos en materia social, política y económica, tanto que hay que ser más que prudentes sobre su posible viabilidad. La cuestión clave es pues la credibilidad del mensaje. Sánchez tendrá que ganársela día a día porque, como con lógica apunta la oposición, el nuevo presidente formó parte del núcleo duro del ‘viejo PP’ y del anterior Gobierno. 

A sus adversarios no les ha faltado tiempo para pensar y clamar, legítimamente, que todas estas medidas de regeneración no son producto de una reflexión personal o de una súbita caída del caballo camino a Damasco, sino la consecuencia de compromisos arrancados por Ciudadanos en la negociación para apoyar su investidura. En su favor juega el hecho de que su discurso en campaña, como Pedro Antonio (a secas), no dista en el tono general del pronunciado ayer, y del que le han oído personas de su entorno y él ha confesado en los últimos años en ámbitos privados. Un mensaje rupturista que habría sido imposible con la batuta del partido en manos de Valcárcel. 

El mejor político del PP regional en activo sabe que no lo va a tener fácil ante una ciudadanía cada más exigente con sus dirigentes. Con él lo será especialmente. No se puede analizar la figura del nuevo presidente sin contextualizarla en su particular situación, sin mayoría absoluta y con una querella del Fiscal Jefe por la tramitación y recepción del Auditorio de Puerto Lumbreras. Quizá por la ansiedad de prometerlo todo, detalló que impulsará la reforma del Estatuto para eliminar los aforamientos de los diputados. Y la pregunta inmediata es si, llegado el caso, él renunciaría voluntaria y ejemplarizantemente al suyo antes de la citada reforma. 

Con una sabia advertencia, el escritor ruso Antón Chéjov abogaba por no introducir elementos superfluos en una historia: «No se debe introducir un rifle cargado en un escenario si no se tiene intención de dispararlo». Inadvertidamente o no, Sánchez incorporó a su relato una medida muy recomendable pero que, a corto plazo, puede ser un arma en manos de la oposición. Como es sabido, lo delicado de su posición deviene de que la mera citación ante un juez como imputado (a lo que no renunciará el fiscal) implica su dimisión. 

O se aclara todo a las primeras de cambio o, en términos teatrales, Sánchez necesitará un ‘Deus ex machina’, una intervención inesperada en el último acto que solucione su problema narrativo, como sucedía en las tragedias griegas o en los western donde aparecía el Quinto de Caballería cuando los indios estaban a tris de empezar a rebanar cabelleras. Como persona y presidente de todos los murcianos, le deseo la mejor de las fortunas. Por la estabilidad y el bien de todos. A nosotros no nos quedará París. 

(*) Director de 'La Verdad'

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