Muchas son las lecturas que se han hecho de los resultados electorales
del pasado 24 de Mayo. De éstos extraigo tres conclusiones que, a mi
juicio, determinan el cuadro sociopolítico del país y su evolución a
corto y medio plazo.
En primer lugar, el hecho del varapalo inobjetable
sufrido por el bipartidismo. Efectivamente, la suma de PP y PSOE se ha
quedado en el 52%, frente al 65% de hace cuatro años. La parte del león
de esta pérdida se la ha llevado el PP (dos millones y medio de votos
perdidos), mientras que el PSOE ha restado 700.000.
Por consiguiente, prosigue el desgaste del bipartidismo sostén del Régimen del 78, si bien esta merma queda relativizada por el hecho de la irrupción de una fuerza, Ciudadanos, que vendría a ser una marca blanca de dicho régimen, lanzada al mercado ante el inexorable desgaste de las dos principales. La conclusión es que el sistema político nacido de la transición ha sufrido algunas grietas importantes, pero dista de estar definitivamente tumbado. Con un matiz añadido: conforme nos adentramos en lo que podríamos llamar la España profunda o periférica, de la que nuestra región es uno de sus máximos exponentes, la resistencia del bipartidismo se acrecienta, hasta el punto de que en zonas rurales su desgaste es mínimo, sobre todo en el ámbito municipal.
Por consiguiente, prosigue el desgaste del bipartidismo sostén del Régimen del 78, si bien esta merma queda relativizada por el hecho de la irrupción de una fuerza, Ciudadanos, que vendría a ser una marca blanca de dicho régimen, lanzada al mercado ante el inexorable desgaste de las dos principales. La conclusión es que el sistema político nacido de la transición ha sufrido algunas grietas importantes, pero dista de estar definitivamente tumbado. Con un matiz añadido: conforme nos adentramos en lo que podríamos llamar la España profunda o periférica, de la que nuestra región es uno de sus máximos exponentes, la resistencia del bipartidismo se acrecienta, hasta el punto de que en zonas rurales su desgaste es mínimo, sobre todo en el ámbito municipal.
Por el contrario, y aquí me
adentro en la segunda de las conclusiones, en la España urbana y
central, las grandes ciudades han sufrido una auténtica sacudida. En no
pocas de aquéllas, candidaturas ciudadanas de unidad popular,
alimentadas por Podemos, IU, nacionalistas de izquierda, colectivos
sociales y vecinales, de las que sus máximos exponentes han sido Ahora
Madrid, Barcelona en Común o las Mareas Atlánticas, se han alzado con el
triunfo, a expensas del apoyo socialdemócrata.
Y lo anterior me
permite abordar la última de las reflexiones, a mi juicio la más
importante, por cuanto hace referencia a las posibilidades de
transformación en este país desde la perspectiva de la izquierda. Es un
hecho objetivo que el triunfo de las opciones alternativas se ha
producido siempre y cuando éstas se han enmarcado en proyectos
unitarios, lo que se ha sustanciado casi exclusivamente en el ámbito
municipal. Podemos, en solitario en las autonomías o auspiciando
candidaturas exclusivas en lo municipal, ha obtenido unos muy buenos
resultados, sin duda, pero lejos de las expectativas trazadas. Ha
conseguido bastantes votos menos que las candidaturas unitarias
municipalistas y en no pocos municipios y circunscripciones autonómicas
la izquierda convencional ha sumado tantos o más apoyos que el partido
de Pablo Iglesias.
Ello quiere decir, en mi opinión, que Podemos debe
repensar su asalto en solitario a los cielos y reemplazar esta fórmula
por un proceso de acumulación de fuerzas sostenido, cuyo eje central sea
la unidad popular para crear organización desde la base y la ciudadanía
en barrios, pueblos y centros de trabajo, que cristalice en
candidaturas electorales en noviembre que aspiren a alcanzar la mayoría
en el Congreso de los Diputados. No hay duda de que esta andadura tiene
que considerar la posición hegemónica que tiene Podemos en el ámbito
rupturista, lo cual ha de ser compatible con el hecho de que la
izquierda y la ciudadanía no adscrita se encuentren cómodas y respetadas
en los mecanismos organizativos que se articulen. Con un poco de
inteligencia, imaginación y generosidad, esto puede ser posible.
Se
trata de superar la situación actual, en la que las fuerzas del cambio
se han de conformar con apoyar al PSOE para evitar gobiernos del PP. El
planteamiento ha de ser inverso: el PSOE debe encontrarse, a partir de
noviembre, en la disyuntiva de apoyar a la izquierda alternativa o
forjar la gran coalición con el PP, que ahora invocan Esperanza Aguirre o
Rita Barberá a fin de frenar a las fuerzas 'antidemocráticas'.
La mayoría ciudadana que está por el cambio real debiera encontrarse en noviembre con una candidatura unitaria estatal liderada por Pablo Iglesias y Alberto Garzón.
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