domingo, 28 de junio de 2015

Santa Teresa de Jesús en 1576 fundó en Caravaca el Monasterio de las Madres Carmelitas Descalzas


CARAVACA DE LA CRUZ.- La ciudad de la Cruz, Caravaca, tiene una estrecha vinculación con Santa Teresa de Jesús, porque en el año 1576 fundó el Monasterio de San José de las Madres Carmelitas Descalzas, ubicado en la calle Mayor, cosa que tuvo sus más y sus menos y que tiene una interesante historia que contar. 

Pero sobre todo, su directa vinculación con San Juan de la Cruz, que también fundó en Caravaca, la cual visitó hasta en siete ocasiones datadas, siendo de esta manera una de las dos únicas ciudades de España que cuentan con fundación directa de los dos santos más Ilustres de la Iglesia Católica, que también profesaron una gran devoción a la Vera Cruz de Caravaca.
La reforma del Carmelo promovida por la Madre Teresa y la fundación de varios monasterios produjo un considerable impacto entre algunos sectores sociales y eclesiásticos. La renovación religiosa y la fuerza que transmitía la Santa en sus actos llegó a oídos de algunas doncellas caravaqueñas pertenecientes a las principales familias quienes, dirigidas por doña Catalina de Otálora y don Rodrigo de Moya, decidieron encerrarse juntas en una casa y no salir de allí hasta que la Madre Teresa aceptase fundar en Caravaca de la Cruz.
En la primavera de 1575 la Santa de Ávila, desde Beas de Segura, envió a fray Juan de Ávila y Antonio Gaytán a la villa de Caravaca de la Cruz para concertar las condiciones de la posible fundación. Ambos se mostraron impresionados "por ver una cosa tan extraña y tan nueva como ellas habían hecho" y destacaron la favorable disposición encontrada entre los vecinos que "era la mejor que se ha visto en ninguna de las demás fundaciones".
Acordada la cesión de rentas y censos con las familias de las doncellas recluidas y conseguida la preceptiva licencia por parte del Consejo de Órdenes Militares, Santa Teresa manifestó su firme intención de realizar personalmente la fundación de Caravaca de la Cruz pero obligaciones surgidas en Sevilla aconsejaron su repentina marcha a la ciudad andaluza. Desde allí, a finales de noviembre de 1575, envió a la madre Ana de San Alberto, primera priora de la ciudad de la Cruz, con otras tres profesas haciéndoles entrega de una "Memoria" de su puño y letra que contiene las primeras instrucciones para hacer realidad el nuevo establecimiento de las Descalzas, carta que afortunadamente se conserva en el Archivo Municipal de Caravaca de la Cruz.
Provisionalmente, a la espera de construir monasterio e iglesia, las religiosas con las novicias caravaqueñas se instalaron en una casa cedida por Rodrigo de Moya en la calle Mayor, germen del futuro convento. Constituida la escritura de dotación, el primer día del año 1576 se puso el Santísimo en una pequeña capilla habilitada al efecto, dedicándose esta incipiente fundación, la número 12, al glorioso patriarca San José como era habitual en los establecimientos de la Santa Madre. Pronto comenzarían a llegar pequeñas cruces de Caravaca, el símbolo por antonomasia de la ciudad, a diversos benefactores, prioras de otros monasterios y hasta la misma Teresa de Jesús, que agradeció el esfuerzo de sus monjas en Caravaca de la Cruz por las cruces de madera que ellas mismas tallaban. La propia Santa portó en vida una cruz de doble brazo en madera que, tras su muerte, sería llevada por su enfermera Ana de San Bartolomé a la fundación que realizó Ana de Jesús en la ciudad de Bruselas, donde todavía se conserva como apreciada reliquia.
Entre los siglos XVI y XVIII fue construido el monasterio y la nueva iglesia de San José de Caravaca de la Cruz dotándose de capillas, retablos e imágenes con el patronazgo de destacados personajes y las limosnas que dieron muchos vecinos de la villa. Aunque las religiosas marcharon de Caravaca de la Cruz en el año 2004 y el monasterio permanece deshabitado, al día de hoy todavía se conservan bellas imágenes, cuadros, azulejos, rejerías y un excelente órgano en el coro de la magnífica iglesia barroca que constituyen algunos de los principales recursos patrimoniales que ofrece Caravaca de la Cruz.
Además, por el antiguo monasterio de San José de Caravaca de la Cruz pasó hasta en siete ocasiones fray Juan de la Cruz, el otro gran protagonista de la reforma del Carmen, durante el periodo que ostentó los cargos de definidor, rector de Baeza y vicario provincial de Andalucía. En junio de 1581, durante su segunda visita a Caravaca de la Cruz, las religiosas pidieron al Santo que procurase fundar un monasterio de frailes en esta ciudad, pues se encontraban desasistidas de religiosos de la Orden. Y así fue como en 1587 se estableció el convento de Nuestra Señora del Carmen de Carmelitas Descalzos de Caravaca de la Cruz, convirtiéndose la ciudad de la Cruz en uno de los escasos ejemplos que a la vez gozan de fundación teresiana y sanjuanista.

Sobre la fundación

     Según las memorias de la Santa, un día de marzo de 1575, entre los fieles que escuchaban el sermón de un padre jesuita, en la Iglesia de la Compañía, se hallaban cuatro doncellas de noble abolengo. Tras el oficio religioso, y durante un cambio de impresiones, deciden no volver a sus respectivos domicilios hasta tanto no consigan que la Madre Teresa se decidiera a fundar un monasterio de su reformada Orden Carmelita en Caravaca de la Cruz. Lo que en nuestros días podríamos considerar como un «encierro voluntario» tuvo lugar en casa de una viuda: Dª Catalina de Otálora, quien se avino a albergarlas y mantenerlas hasta tanto consiguiesen sus propósitos, facilitándoles los medios para llegar a la Reformadora en demanda de sus aspiraciones. 
La santa recibió las primeras noticias de Caravaca en su primer convento reformado: S. José de Avila. Su primera intención fue la de venir en persona a Caravaca como acostumbraba a hacer en la mayoría de sus fundaciones. Sin embargo, la inesperada fundación de Sevilla y las noticias que tuvo sobre lo alejado de Caravaca y el mal estado de los caminos que hasta aquí conducían, fue lo que motivó su decisión de enviar a dos colaboradores.
     El informe de éstos fue lo que hizo decidir definitivamente a Santa Teresa de Ávila la fundación en Caravaca. La misma santa comenta que se debe a ellos la fundación en esta ciudad, ya que sin licencia de la Fundadora hicieron las correspondientes escrituras de una posesión en la ya mencionada calle Mayor, junto a una ermita dedicada a San José. Ellos y la viuda Catalina de Otálora, junto a Rodrigo de Moya, padre de una de las doncellas novicias que aportó parte del dinero necesario, son los verdaderos artífices de lo que hoy es un monasterio de cuatrocientos años de antigüedad.

Inauguración

     La fundación no fue fácil. El permiso que el Gobierno del Rey Felipe II había de conceder para tal empresa fue otorgado, sin embargo, en una de las cláusulas, se especificaba que el nuevo monasterio estaría sujeto al mandato del Comendador de Caravaca, entonces perteneciente a la Orden de Santiago. La santa, conocedora de lo que ello podría reportar en orden a la independencia del convento y a la política del momento, no vio con buenos ojos esta dependencia y volvió a solicitarse de nuevo, en junio de 1575, exigiendo que el monasterio dependiese directamente de la Orden del Carmen. 
Al fin el Rey otorgó la licencia, se subsanaron dificultades con el Obispado de Cartagena para poder decir misa en la casa y se envió priora: la madre Ana de San Alberto, inaugurándose oficialmente el monasterio, con la traslación del Santísimo Sacramento, el día 1 de enero de 1576. A partir de este momento comienza a erigirse el actual edificio, primero con la anexión de unas casas que estaban junto al convento, cuya compra autoriza la santa el 30 de septiembre de 1589, y después con la de la ermita de San José, anexa a las mismas.

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