Podremos colorear el queso todo lo que queramos, pero siempre nos
saldrán dos tonos básicos y en la misma proporción. Si a los 22 escaños
que el CIS atribuye al PP sumamos los 6 de Ciudadanos obtendremos la
‘mayoría normal’ de que los populares disponen desde hace veinte años:
los 33 de la actual legislatura corresponden a un alza artificial en que
los escaños, a partir de los 28/29 se obtienen por muy pocos votos
gracias a la combinación de D’Hont y las cinco circunscripciones. 28
diputados era lo previsto para un mínimo desgaste del PP (volver a su
ser tras el subidón de 2011), y ahí están, aunque repartidos con
Ciudadanos.
Y si a los 12 del PSOE les añadimos los 6 de Podemos regresaremos a
la cifra habitual de la izquierda en la Región (PSOE + IU) anterior a la
legislatura de los 33 del PP. Podemos no añade algo sustancial, pues se
limita a absorber a IU con el crecimiento que ésta ya registraba a
costa del PSOE antes de la irrupción del nuevo partido.
Izquierda y derecha se fraccionan sin que las partes de la primera
desborden su campo habitual ni las de la segunda retrocedan del que una,
el PP, ya tenía ocupado.
La vida sigue igual, salvo que ha aumentado la
familia. La pareja de hecho ha incorporado sendos hijos de sus
anteriores matrimonios a los que han de hacer espacio en sus respectivas
habitaciones de estudio. Habrá un poco más de jaleo en la casa, pero
todo sigue en su sitio.
Se pueden hacer otros análisis si manejamos los porcentajes de voto,
la alta cifra de indefinidos y el estrato ideológico de los murcianos
que señala la encuesta, pero la confluencia de todo esto nos remite en
la práctica a un falso arcoiris de dos colores que se distribuyen en la
misma tozuda proporción que conocemos desde hace veinte años. Tras tanto
bullicio, volverán banderas victoriosas al campo alegre de la paz.
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