domingo, 3 de mayo de 2015

Iglesias y Rivera, ‘dos pardillos’ / Pablo Sebastián

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez quieren que Albert Rivera y Pablo Iglesias se inmolen y les saquen las castañas del fuego con los pactos políticos a partir del 25 de mayo. Porque, al pactar con ‘la casta’, Iglesias y Rivera se inmolarán y perderán el discurso del cambio quedando contaminados de aquí a las elecciones generales de finales de año. Y los votantes se dirán: todos son iguales, solo les interesa el reparto del poder. Y como guinda de ese tentador pastel aparecerá la gran coalición PP-PSOE tras los comicios generales de fin de año.

PP y PSOE necesitan no escenificar, en ayuntamientos y comunidades, la danza nupcial de la ‘gran coalición’ de ambos partidos –el núcleo duro del Régimen-, que es el verdadero objetivo de Rajoy y Sánchez para después de las elecciones generales de fin de año. Y con el que sueñan los poderes fácticos de este país para reflotar el bipartidismo y liquidar a los nuevos de la política, como si fueran un pesadilla pasajera (Podemos) y un juego de niños (Ciudadanos).

La investidura de Susana Díaz en Andalucía es para todo esto un caso práctico y una trampa mortal para Iglesias y Rivera, lo que en opinión del verdadero poder son ‘dos pardillos’ a punto de morder la manzana podrida (por los gusanos de los ERE) que les ofrece Díaz con su voz silbante de serpiente: ‘soy y seré la presidenta de todos los andaluces, voy a luchar en contra de la corrupción y voy mejorar el sistema electoral, etc’. Todo ello mientras Chaves y Griñán permanecen sentados en sus escaños, y mientras Rajoy y Sánchez (o González, que es el que maneja los hilos del PSOE) se esconden tras los árboles que impiden a Rivera e Iglesias ver el peligroso bosque porque el que inocentemente se empiezan a adentrar.

La denuncia de ese plan secreto de la ‘gran coalición’ está en el origen de la bronca de Monedero con Iglesias en Podemos, una vez que tanto Iglesias como Errejón estaban a favor de colaborar en la investidura de Susana Díaz en Andalucía, incluso con Chaves y Griñan en sus escaños.

Porque la prematura ceguera de Iglesias, que le hizo creer que podía ganar las elecciones en España por encima del PSOE y del PP levantando votos de la izquierda, el centro y la derecha, lo emborrachó con la tentación del gran poder y olvidó que su sitio está en la izquierda y su batalla primordial es contra el primer partido de la izquierda: el PSOE. Batalla que, al día de hoy, no la tiene fácil entre otras cosas porque Monedero abrió una crisis política en Podemos de imprevisibles consecuencias en las urnas del 24-M.

Y Albert Rivera, debería tomar buena nota de todo esto y alejarse de todas las tentaciones de pactos con el PP y con el PSOE (‘Allá muevan/ feroz guerra/ ciegos reyes/ por un palmo/ mas de tierra/…’ cantaba el pirata), hasta que pasen las elecciones catalanas donde Ciudadanos figura como el segundo partido catalán según la última encuesta de La Vanguardia, y con vistas a las generales de fin de año, que marcarán la hora de la verdad.

Al margen de la estrategia política y electoral hay dos argumentos que los primeros responsables de Podemos y Ciudadanos no deberían despreciar: al PP y al PSOE les pueden salir nuevos casos de corrupción de aquí a finales de año; y PP y PSOE controlan y se reparte los medios de comunicación. Y si hay pactos de Iglesias y Rivera a izquierda y derecha luego no los podrán explicar a sus votantes, ni tendrán donde televisiones hacerlo y acabarán siendo señalados como los monaguillos de ‘la casta’ tradicional.

Si PP y PSOE defienden la estabilidad y la gobernabilidad que pacten entre ellos dos los gobiernos de ayuntamientos y comunidades porque seguro que concejales y escaños les van a sobrar. Y a buen seguro que piensan en ello, salvo que ‘los pardillos’ los salven de esa ‘obscena’ exhibición. Rajoy y Sánchez lo tienen muy sencillo: el PSOE se abstiene en Madrid para que Aguirre sea la alcaldesa y el PP en Andalucía para Díaz sea la presidenta. 

Y esa misma ceremonia la pueden repetir en Valencia y en Madrid, por más que luego ello tenga un coste político en las elecciones de fin de año. El coste que PP y PSOE les quieren endosar a Iglesias y a Rivera para que se inmolen ellos para salvar a ‘la casta’ y enterrar ‘el cambio’, a fin de que todo quede, más o menos, como está.

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