viernes, 15 de mayo de 2015

El pacto secreto del agua / Ángel Montiel

Hay dos maneras de llenar la Brita. Una, abrir el grifo y colocar después la jarra depuradora bajo el chorro; la otra, disponer el envase antes de pulsar la palanca para que salga el agua. La correcta es la segunda, queridos colegiales y colegialas, y para que sea del todo perfecta es preciso cerrar el grifo antes de retirar la Brita. Así no se desperdiciará ni una gota de agua y atenderemos a dos intereses, uno público y otro privado. El primero, por razones ecológicas de ahorro de los bienes naturales escasos, que exigen un uso preciso; el segundo, para reducir el importe de la factura.

Todo lo anterior es verdad, menos lo último. Te van a sablear igual aunque, para no desperdiciar unos cuantos litros, sufras en la ducha durante un largo rato por el agua helada mientras se templa. Delante de mí tengo mi última factura bimestral: Hemos consumido mi santa y yo el equivalente a 28,63 euros, pero el total a pagar nos sale 69,51 euros. 

Entre canon de nosequé, cuota de nosecuántas, tasas de nosecúales, bases imponibles del IVA y otras cuantas putasmadres da igual que cierres la llave de paso y te vayas de vacaciones: el prorrateo del coste de la conducción a las 5.000 viviendas virtuales de Samper en Nueva Condomina, por ejemplo, lo vas a pagar quieras o no quieras, sea cual sea el concepto por el que te lo coloquen. Uno piensa en esas familias que, como el alcalde de Murcia, no frecuentan el cajero automático, en el caso de ellas porque es la máquina de la utopía.

Y no se pierdan la novedad. La Mancomunidad, según publicamos hoy, se dispone a subir a los Ayuntamientos el precio del agua un 8%. La gracia sobre la gracia está en que dicha subida estaba prevista para el 1 de abril, pero a reclamo de algunos alcaldes del PP ha sido aplazada hasta una semana después de celebradas las elecciones. Un pacto secreto, este sí, a espaldas de los ciudadanos y confiados votantes, ajenos a la repercusión que esta subida tendrá en sus facturas y dispuestos a creer las promesas sobre rebajas en los servicios. ¿Cuántas sorpresitas más nos deparará el día después? Quién sabe si tendremos que vender hasta la Brita.

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