jueves, 2 de abril de 2015

Un joven denuncia abusos sexuales continuados de un sacristán en Cieza desde 1999 a 2003

CIEZA.- Un joven de Cieza ha presentado una denuncia en el juzgado de guardia de esta ciudad en la que asegura haber sido víctima de «serios y continuados abusos sexuales» por parte del sacristán de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de esta localidad. Los hechos, según recoge la denuncia de la que se hace eco el periódico Religión Digital, ocurrieron cuando el joven tenía 12 años y era monaguillo y, al parecer, se prolongaron entre los años 1999 y 2003. 

En su denuncia, Ignacio asegura que estos abusos y agresiones se cometieron «bajo engaño y posición dominante» del sacristán, que «premiaba o castigaba a los niños, según fueran o no complacientes con sus aberraciones sexuales». 
Entre los abusos sexuales que relata en su denuncia, se cuentan «tocamientos, masturbaciones, eyaculaciones en el cuerpo, rozamientos desnudos, fotografías desnudas, etc, todo ello con el empleo de la fuerza por parte del sacristán». 
A cambio, según relata este diario, que recoge la denuncia del monaguillo, les daba «regalos y dinero» o les ofrecía «puestos de relevancia en el altar e invitaciones a su casa de la playa».
El sacristán en cuestión, que el denunciado describe como «el verdadero administrador de la parroquia, ya que él manejaba la economía de la misma, disponía de los cepillos y dirigía los grupos de laicos», no sólo abusó del joven según éste, sino también de otros niños, por lo que decidió comunicar lo que pasaba a su madre, que era catequista. Ésta contactó a su vez con otros padres, siempre según el relato del jóven, quienes les confesaron que sus hijos también habían sido víctimas de abusos.
Ante esta situación, los padres comunicaron lo que ocurría al párroco de La Asunción quien, según relata la denuncia, les hizo saber que ya conocía esta situación al tiempo que les pedía que dejaran el tema en sus manos «que él lo arreglaría» y les pedía silencio.
Pero, ante la inacción del párroco, cuenta el jóven, éste puso los hechos en conocimiento del Obispado de Cartagena-Murcia, ante el vicario general, Juan Tudela, que puso en marcha un proceso que tuvo, como primera consecuencia, según el relato de los hechos, el despido del sacristán. 
Meses después, el Obispado informaba al joven de que, por resolución de Roma, el sacerdote había sido condenado por encubridor y que abandonaría la parroquia, pero, a día de hoy, se lamenta, el cura sigue en su puesto. Se ha intentado, sin éxito, recabar la versión del Obispado de Cartagena al respecto.

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