Podemos emergió de repente en un florido mes de mayo con la promesa de
una primavera eterna. Recogía el espíritu del 15-M y lo convertía en un
rotundo triunfo electoral en las europeas que, de paso, conmocionó el
entero sistema de partidos. En el contexto de la crisis, con desafección
ciudadana, desprestigio de las instituciones y corrupción generalizada,
los cinco diputados podémicos aparecieron en Bruselas como los
adelantados de una invasión vikinga. En España, una encuesta tras otra
elevaba sus expectativas de voto a ser la primera fuerza en el
Parlamento. Eran una ola.
De
inmediato se produjo un efecto sifón. A Podemos transfirieron su
intención de voto muchos electores del PSOE y muchísimos más de IU. Los
recién llegados estaban fagocitando a los veteranos. Lo malo es que, con
los electores y militantes, empezaron a pasarse o manifestaron deseos
de hacerlo, los dirigentes veían que se quedaban sin respaldo
electoral. Y, con los dirigentes de IU llega inevitablemente la
trifulca. Esta ha empezado a afectar también a Podemos que no ha podido
mantener incólume su imagen de otro tipo de movimiento. Aunque
los dirigentes hagan logomaquias con la izquierda y la derecha, el
abrazo de una IU en descomposición y hundimiento, los lleva al
sempiterno campo de batalla de la izquierda mal avenida.
A
estas alturas muchos electores ignoran cómo son las relaciones entre
Podemos (con o sin otros coaligados) e IU, en dónde hay convergencia y
en dónde no y, por supuesto, cuáles sean las razones para lo uno o lo
otro.
El momento es decisivo. Desde las ocultas cavernas de los viejos dioses cetónicos surge apocalíptica la figura de Anguita: es "ahora o nunca"; hay que acabar con el bipartidismo . En definitiva, para ser más claros, hay que alejarse del PSOE.
No pasan los años. El PSOE sigue siendo la bestia negra. Tanto que está
de nuevo dispuesto a destruir lo que tiene si con ello destruye también
a su taimada enemiga, la socialdemocracia. Y ¿con qué fuerzas cuenta
Anguita para este asalto final: con Podemos, Equo, las PAH y otras
formaciones, entre ellas la suya, Foro cívico somos mayoría.
El
abrazo de Anguita a Podemos con anhelos de fusión en nombre de IU es
mortal para la formación de los círculos. Basta con ver cómo el califa
lo coloca en pie de igualdad con otras organizaciones, como en una
traílla. Calíbrese en qué medida contribuye Anguita a trasmitir la
imagen de la nueva política. No puede hablar por la
organización IU puesto que esta tiene sus candidatos y cuenta con un
coordinador general, Alberto Garzón, que aspira a la presidencia del
gobierno, y no parece muy avisado ir a decirle que se ponga a la sombra
de Pablo Iglesias.
Pero
Anguita habla revestido de la autoridad moral del fundador de IU y
cuando, preguntado por el destino de Garzón en una hipotética
confluencia, embarulla los términos, recuerda un poco la figura de
Abraham, dispuesto a sacrificar a su muy amado hijo Isaac-Garzón para
apaciguar a Dios. Acabar con el PSOE es requisito imprescindible de
cualquier acción de la izquierda. Es un poco maniático, en verdad, y ese
monótono discurso antipsoe hace tiempo que da rendimientos marginales
decrecientes. Sacar de paseo la imagen de Anguita admonitorio es lo que
habrá sugerido a Podemos el asesor de comunicación del enemigo.
Si
alguien piensa que lo anterior es una imagen escorada por algún tipo de
subjetivismo, animadversión hacia IU, o Anguita o Podemos, considere si
no es cierto que a la izquierda del PSOE hay un debate a varias bandas
entre Podemos, la IU que ha convergido, la que quiere converger de todas
todas y la que quiere converger, pero dice no poder hacerlo. Y
considere asimismo cómo encaja en el conjunto de este debate la
afirmación de Alberto Garzón de que a Podemos le gustaría ser el PSOE,
o sea, parte del denostado bipartidismo contra el que lucha a muerte
Anguita. Y más aún, que Podemos quisiera ser el PSOE. Menudo anatema. Es
posible que Anguita, montando en santa ira, dicte una fatwa contra este enemigo de Alá.
A
su vez, a Podemos va sentándole bien el traje PSOE que Garzón quiere
cortarle a mala uva para hacerle sentir miserable socialdemócrata. En lo
tocante a las enrevesadas cuestiones nacionales, el derecho a decidir,
la autodeterminación, la secesión y otros quebraderos de cabeza, Podemos
ha decidido que el mensaje del partido sea igual en toda España, en Navarra y en Andalucía.
Es el "café para todos" cuarenta años más tarde con elementos de
uniformismo típicamente Borbón.
Añádanse las ambigüedades en lo tocante a
la Iglesia y el Estado, la República y otros gestos y actitudes y se
comprenderá por qué la IU garzonita, la que querría converger
pero asegura que es imposible por la arrogancia de Podemos, aspira a
recuperar los votos que ha perdido cuando los votantes comprendan que la verdadera izquierda transformadora sigue y seguirá siendo IU.
Las próximas elecciones van a ser decisivas sobre todo porque vienen con un factor de incertidumbre explosivo en Ciudadanos.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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