sábado, 25 de abril de 2015

Por favor, volad sin miedo / Joaquín Sánchez *

Hay que reconocer que la mejor arma que existe en el mundo y que se inventó desde el principio de la humanidad es el miedo. Con el miedo logras todo lo que quieras, a no ser que la persona se rebele, y no por ello deja de tener miedo. ¿Cuántas cosas hacemos por el miedo? O mejor ¿cuántas cosas dejamos de hacer por el miedo? Con el miedo se consigue el control de la gente de tal manera que las personas se autocensuran y se autocontrolan. Por eso, es frecuente oír: «Yo lo haría o diría, pero es que si lo digo o lo hago puede tener consecuencias negativas y no me atrevo». 

Uno mira el futuro y prevé lo que le puede venir encima, aunque después no ocurra, y renuncia aunque sea algo precioso y lleno de valores importantes. Cuando llegamos a este punto, se ha conseguido domesticar a esa persona, ya no vive como quiere, sino como la dejan, vive encerrado existencialmente y si alguien abre las puertas de nuestra jaula no nos atrevemos a volar, a sentirnos libres, a respirar el aire de la bondad, de la ternura, de la justicia? ese aire que nos da vida en abundancia y plenitud, ese aire que nos hace sentirnos bien con nosotros mismos sin engaños ni mentiras ni hipocresías.

Echo la mirada hacia atrás y siento una cierta tristeza porque hemos perdido mucha libertad interior; el miedo, en cierto sentido, se ha apoderado de nosotros y esa pérdida de libertad la percibo en algunos ámbitos donde me muevo. Bien, querido lector y lectora, vamos a intentar volar, a respirar aire que nos haga sentirnos vivos, que nuestro corazón lata al ritmo de nuestra libertad de pensamiento y sentimiento. Y, si nos estrellamos nos volvemos a levantar y a intentarlo de nuevo. Merece la pena vivir la vida, es bonita y hermosa, pero para ellos tenemos que sentir, sí, sentir, que somos dueños de nuestro destino. Vamos allá.

Llevo muchos años en esta Iglesia donde he compartido la fe y la vida con gente buena, pero buena hasta rabiar. Una Iglesia que ha cambiado mucho desde Juan Pablo II, un pontificado que trajo el miedo, la represión y su liderazgo endiosado a esta Iglesia donde sólo podía pensar y hablar Juan Pablo II, los demás a obedecer y a entrar en nuestras jaulas. Recuerdo los primeros años de cura en que, con los seglares y compañeros, hablábamos de ser coherente con nuestra misión de ser Buena Noticia para los empobrecidos, del sacerdocio de la mujer, del celibato opcional, de la sexualidad positiva, de una Iglesia comunitaria encarnada en la sociedad, abierta y dialogante. 

Todos eso desapareció, el miedo se ha apoderado de nuestro corazón. Yo en aquella época, como en la actual, defendía una Iglesia comunitaria pobre y con los pobres en conflicto permanente con los poderosos de este mundo. Escandaloso e inmoral fue el ático del exsecretario del Vaticano Bertone y actualmente de Rouco Varela, que expresan una jerarquía que quiere vivir del lujo y de muchas complicidades con las élites financieras y económicas. 

 Queríamos una Iglesia que supiera renunciar a sus privilegios para hacerse más presente en la sociedad; sobre el sacerdocio de la mujer, tenemos una jerarquía machista y patriarcal y algunos misóginos, el celibato opcional. Y queríamos una sexualidad positiva, de la que cada uno regule su propia genitalidad, me parece que cada pareja debe decidir si utiliza anticonceptivos o no. No entiendo ese concepto exclusivo de la procreación, porque el ser humano no está solo para parir, sino para expresar el amor sin necesidad de contemplar la posibilidad del embarazo. Eso es reducir a la persona a la animalidad. 

Siguiendo esta línea defiendo la dignidad de las personas homosexuales, y que puedan decidir cómo quieran vivir su sexualidad; más contradictorio cuando tenemos un clero homosexual significativo (eso no quiero decir que lo ejerzan). Desde aquí quiero pedir perdón a los homosexuales en nombre de muchos cristianos por el sufrimiento que le hemos causado. Recuerdo cuando un amigo homosexual me decía: ¿Qué les hemos hecho al papa y a los obispos para que nos desprecien y nos digan que somos enfermos? Empezó a llorar porque es una persona católica; sólo supe decirle que viviera su fe y su orientación con amor, y que no hiciera caso a esa Iglesia llena de rencor y de odio donde hay quienes no saben lo que es amar y querer, y no creo que lo sepan nunca.

Jesús de Nazaret fue un hombre libre, que rompió las cadenas de las leyes religiosas, que puso en el centro de la humanidad a las personas, que intentó aliviar el sufrimiento de la gente pobre y enferma, que situó a la mujer a la misma dignidad que a los hombres. Jesús fue un gran luchador, sensible, lleno de ternura y, en este sentido, recuerdo que siempre comentábamos la relación tan llamativa con María Magdalena, una relación llena de amor y afecto, incluso algunos afirmábamos que podría existir un sentimiento de enamoramiento y porqué no. Jesús voló por encima del dinero, la religión y el poder para que la gente aprendiera a volar, a vivir.

El miedo y el control se dan en los partidos políticos con sus estructuras partidocráticas. Nadie habla, nadie disiente, se vota lo que se manda, no hay conciencia si quieres coger algún sillón, cobrar un sueldo, tener privilegios. Si disientes ya no irás en las listas. Aznar nos metió en la guerra de Irak sabiendo que sus diputados no estaban de acuerdo. Zapatero arrodilló a España ante Alemania modificando el artículo 135 para que imponga que el pago de la deuda es prioridad absoluta, sabiendo igualmente que sus diputados no estaban de acuerdo. ¿Qué hubiera pasado si hubieran votado en conciencia libre? España no habría entrado en guerra ni se habría aprobado el pago ilegítimo de la deuda de los banqueros españoles con los alemanes. El miedo a perder el sillón hace que se renuncie a la libertad.

El miedo también se da en las relaciones humanas porque las normas sociales, las tradiciones, aunque no son de ley, hacen que miremos el horizonte, pero sin atravesar esa frontera cuyos guardias son el qué dirán y el qué pensarán mi familia, mis amigos, mis compañeros de trabajo.

Por todo esto, creo que hay que vivir con un alma libre volando por encima de todo aquello que nos hace cobardes y sumisos. Volar para encontrar la amistad, el amor, la justicia, para ser nosotros mismos, para sentir que somos alguien, que sentimos el aire de la libertad, de la alegría, de momentos de felicidad. Volar para no vivir desde el miedo, sino con ilusión, con ganas de vivir, para sonreír, para escucharnos, para mirar siempre hacia adelante y que si nos caemos podamos comenzar de nuevo para alcanzar nuestros sueños. 

Volad, volad, volad con todas vuestras fuerzas porque en el cielo no hay barreras. No abrirán las puertas de las jaulas con la excusa de la seguridad, y nos dirán que nuestras alas no sirven para nada, que estorban para producir y competir. No nos dejemos engañar, volad lejos y descubrid que sin libertad no hay dignidad, sería una vida sin vida. Pensad en lo que os haría libre y volad.

(*) Sacerdote


http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2015/04/25/favor-volad-miedo/642578.html

1 comentario:

Unknown dijo...

¿Volar o andar? Pregunto.