CARTAGENA/BURGOS.- Once familias, una de ellas de
Cartagena, han recibido hoy en Valdenoceda (Burgos) los restos de sus
antepasados fallecidos en un antiguo penal de esa localidad, en una
fábrica de seda junto al río Ebro y que fue uno de los más duros para
presos de la Guerra civil, del bando perdedor, una vez finalizada la
contienda.
Las duras condiciones de vida, la falta de medidas
sanitarias y la mala alimentación hicieron que la mortandad fuera muy
elevada entre 1938 y 1943, han informado fuentes de la Asociación para
la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH).
En su web, la
Agrupación de Familiares y Amigos de Represaliados en Valnoceda precisa
que el metalúrgico cartagenero Antonio Berenguer Trigo fue sometido tras
la guerra a juicio sumarísimo sin garantías jurídicas, condenado y
trasladado a Valdenoceda en vagones de ganado.
Murió de hambre en esa cárcel el 28 de marzo de 1941, a los 49 años, y dejó mujer y tres hijos, quienes donaron una muestra de saliva para identificarlo.
Murió de hambre en esa cárcel el 28 de marzo de 1941, a los 49 años, y dejó mujer y tres hijos, quienes donaron una muestra de saliva para identificarlo.
Manuel
Sempere, presidente de esa agrupación, ha recordado que los datos
oficiales señalan 154 presos fallecidos allí, aunque pudieron ser
muchos más porque algunos vecinos relatan cómo salían sacas con restos
humanos que se depositaban en algunas de las múltiples cuevas de la
zona.
La asociación logró en 2007 una ayuda pública para exhumar
los restos de 116 personas. En 2009, otra subvención y la ayuda de los
familiares les ha permitido identificar 55 de ellas.
Sempere
recuerda que tienen pendiente seguir con las identificaciones, frenadas
por la falta de recursos económicos, y exhumar los restos que quedan,
aunque es más complicado porque se encuentran en una parcela que quedó
incluida en la ampliación del cementerio de la localidad, por lo que hay
enterramientos más recientes sobre las tumbas de los presos.
Ha
reconocido que, en general, los presos se enterraban con "cierta
dignidad" gracias al esfuerzo de sus propios compañeros, que también
intentaron ordenar los cadáveres para ayudar a su identificación en el
futuro.
Sin embargo, insiste en que lo que quieren las familias es
sacar de allí los cadáveres de sus antepasados y darles una sepultura
más digna, para lo que muchos los trasladan a su localidad natal, aunque
una docena de ellos han preferido que reposen en un panteón construido
en el propio cementerio de Valdenoceda.
Parte de las familias que
han acudido hoy a recibir los restos han llegado de varias localidades
de Burgos, pero también de Ciudad Real, Badajoz, Lugo, Córdoba, Jaén,
Murcia y Toledo.
Sempere ha insistido en que "todos son dramas humanos", aunque hay alguno especialmente llamativo.
Ha puesto como ejemplo el caso de Bonifacio García, un vecino de Roa (Burgos) que fue llevado al penal junto a su hermano.
La
asociación no ha conseguido localizar a ningún familiar, pero un hombre
nacido en Roa que actualmente vive en Estados Unidos se ha hecho cargo
del cuerpo y le ha comprado un nicho en su localidad.
Otro caso especial es el de Celedonio Molina, cuya hija soñaba con recuperar el cuerpo de su padre.
La mujer murió la semana pasada y ha sido la nieta la que ha acudido a recibir los restos.
Mientras,
la asociación pide fondos para poder continuar con las identificaciones
ante la falta de ayudas de las administraciones, y Sempere insiste en
que no buscan revancha, sino dignificar a los represaliados de la Guerra
civil.
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