lunes, 6 de abril de 2015

Lecciones béticas / José de Haro Hernández *

Es un hecho que el resultado de las elecciones andaluzas se está escrutando minuciosamente para apreciar las tendencias electorales que pueden aflorar en las elecciones que se celebrarán dentro de poco más de mes y medio, así como en las generales posteriores. He de decir que lo que más me ha llamado la atención de las valoraciones realizadas es el espejismo colectivo en el que parece haber caído casi todo el mundo a cuenta de los resultados del PSOE. 

Se asegura que han sido buenos para Susana Díaz y que ello revelaría una cierta recuperación general del PSOE. Justo al revés. Los socialistas andaluces han perdido casi 120.000 votos respecto de 2012, cuando fueron derrotados por el PP y cuando el partido acababa de salir del desastre de noviembre de 2011. Si mantienen 47 diputados en la cámara andaluza es por el derrumbre del PP, así como por la ley electoral. 

Extrapolando de manera proporcional esos datos a resultados de ámbito nacional, el PSOE perdería entre tres y cuatro puntos respecto de las autonómicas de 2011. Exactamente lo que el Cemop fija para el socialismo murciano de cara al próximo mayo. Por consiguiente, no hay motivo alguno para euforia en el PSOE, ni en Andalucía ni en España, pues todo apunta a esa pérdida de unos tres puntos. Y si en Andalucía mantiene un nivel superior al del resto del Estado, la explicación quizá podríamos encontrarla en esa grabación publicada poco después de las elecciones que hacía referencia a las amenazas de la mujer que ocupaba el lugar noveno en la lista de Susana Díaz a empleados de la Junta, vinculando la permanencia de éstos en su puesto al sentido de su voto. Es decir, un amplio voto cautivo explicaría que el PSOE andaluz estuviera diez puntos por encima del resto del socialismo.

Respecto del PP, la suerte que ha corrido en Andalucía es extrapolable al resto de autonomías, perdiendo 14 puntos. Aquí, en nuestra región, el PP pierde más según el Cemop, unos 21 puntos, pero se mantiene en un nivel extraordinariamente alto de voto, más de un 37%. Podríamos afirmar que la resistencia electoral del PP murciano guarda cierto paralelismo con la del PSOE andaluz. En ambos casos, después de un largo período de gobierno (más en Andalucía), los dos partidos estarían por encima del 35% del voto. Conservadurismo, miedo al cambio y fuertes redes clientelares son factores transversales a las dos Comunidades autónomas y a los dos partidos que las gobiernan.

Respecto de Podemos, si bien en Andalucía partían de un nivel inferior al del conjunto del Estado, ese 15% de votos (y 15 escaños) refleja a mi juicio un cierto estancamiento del partido de Pablo Iglesias. Intuyo que la fuerte campaña de acoso mediático que está sufriendo, así como la irrupción de Ciudadanos, han hecho mella en las posibilidades de una organización que crecía día a día en los últimos meses. El Cemop le atribuye en Murcia poco más del 15%, algo lejos de sus expectativas iniciales. No obstante, Podemos consolida un voto urbano de rebeldía y de izquierda, surgido de la crisis social, que ha frenado en seco el crecimiento de IU, que en Andalucía ha llegado al 7%. 

Y es que en esa tierra le ha resultado a la coalición encabezada por Maíllo difícil presentarse como alternativa a un Gobierno del que acababa de apearse para abordar la campaña electoral. Con todo, lo que ha mermado las posibilidades de IU Andalucía no ha sido tanto su pacto de gobierno con Susana Díaz como la eclosión de Podemos, al igual que ocurrirá en Murcia y en todo el país. A IU no le queda otra que el camino de la convergencia con Podemos y otros movimientos, a quienes aportará su capacidad de trabajo, su consistencia ideológica y el prestigio de sus cuadros, tal como acabamos de ver en las primarias de Cambiemos Murcia, experiencia de unidad popular y ciudadana en la capital de nuestra región. Ése es el camino.

(*) Profesor

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