La falta de sensibilidad del portavoz de la Conferencia Episcopal
justificando el ático de Rouco Varela no es de recibo. Parece que la
cúpula de la Iglesia española no entiende que la ciudadanía está algo
molesta, cuando no hasta el gorro, del mal ejemplo de sus príncipes, con
lujos y boato nada acordes con lo que predican, que es humildad y
pobreza.
Porque durante siglos han tapado los numerosísimos casos de
pederastia, de embarazos a feligresas, de actitudes dictatoriales y lujos
frente a la miseria de millones de españoles que no llegan a fin de
mes. La historia de la Iglesia, como los episodios de la Santa
Inquisición, mejor olvidarla. Parecía que con el nuevo Papa, el jesuita
argentino Jorge Mario Bergoglio, estos abusos se habían acabado.
Si,
quizá en Roma, en El Vaticano, donde podemos comparar el dormitorio del
Papa Francisco con el que la Conferencia Episcopal ha preparado a su
príncipe Antonio María Rouco, las costumbres están cambiando. Pero no
aquí, en España, donde José María Gil Tamayo, portavoz de la Iglesia en
este país, defiende que el cardenal jubilado, o cesado por Roma, ocupe
un lujoso ático de cuatrocientos metros cuadrados, valorado en casi dos
millones de euros y donde la Conferencia Episcopal ha gastado otro medio
millón para hacer reformas innecesarias...
La
hipocresía de esta iglesia ha provocado todo un aluvión de críticas
también en el mundo cristiano. Y ya son muchos los que dicen que no van a
tildar la casilla de la Iglesia en la próxima declaración de la renta.
No para que luego se destinen millones en reformas innecesarias, en
lujos para sus príncipes, cuando tenemos toda una población acudiendo a
los comedores de beneficiencia para poder alimentarse...
El
problema es que la Iglesia española es muy opaca y si ahora se descubre
lo del ático de su príncipe, cuantos otros excesos no se comenten. Qué
lujos innecesarios no conocemos en toda la geografía española. Aunque me
temo que esto es el principio y una vez se levanta la punta de la
alfombra sabremos de otros malos ejemplos. Ejemplos que quizá desde El
Vaticano se intenten eliminar, pero con la actual cúpula de la
Conferencia Episcopal se estrellan. Ya se han estrellado...
(*) Periodista y editor de www.muyconfidencial.com
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