martes, 28 de abril de 2015

El cielo está Urralburuado / Ángel Montiel

Se ha creado una leyenda sobre Podemos que los identifica como los más listos de la clase y les atribuye un laboratorio estratégico infalible para ‘alcanzar el cielo’. De ahí que cuando cometen errores o se les ve bracear con ansiedad cunda la sensación de que son frágiles y novatos, lo que, si bien les da humanidad, también les resta carisma. 

Por otro lado, el acentuado tactismo del líder nacional, Pablo Iglesias, empieza a dar ya un poco de asquito, pues transmite la impresión de un exceso de cálculo y de considerar al elector maduro como un objeto maleable. Que no digo yo que no lo seamos todos, pues para eso estamos, para escuchar, ver y decidir sobre lo visto y escuchado, pero hemos de tener la convicción de que la propaganda electoral nos trata con respeto. 

Nadie entiende todavía que Podemos no se presente como tal a las municipales, y todo por salvar la sacrosanta marca de malas impregnaciones cuando a estas alturas la marca ya ha sufrido un considerable manoseo, y de todas formas se presenta con otro nombre, lo que carece de sentido y en principio revela desconfianza en sus propias bases y en sus dirigentes locales, no vaya a ser que éstos manchen el genial invento de los chicos de la Complutense. 

Cercano a la falta de respeto está, por ejemplo, el tratar de camuflar el partido en supuestas plataformas ciudadanas que, cuando existen, aunque sea integradas por simpatizantes de Podemos y de otros partidos, y producen un resultado adverso a sus intereses (Cambiemos Murcia) son abandonadas para constituir otra, en este caso falsa, en la que sólo están los podemistas y algunos independientes de su cuerda. 

Sin embargo, no se presentan como podemistas, sino como plataforma. “Somos Podemos, pero no Podemos decirlo” sería un buen eslogan. No es serio y, además, es absurdo. Si el votante de Podemos no supiera que en Murcia su lista se denomina Ahora no la votaría nadie. Tampoco se entiende, por ejemplo, que quien ha sido elegido en primarias presidente del partido en Murcia capital se presente en la lista autonómica y no en la municipal. Dejo aparte el argumento de que las elecciones generales se empiezan ganando en las municipales, que es donde a un partido se le ven las trazas.

Sólo faltaba el susto que ha producido el caso Urralburu. Si atendemos a la leyenda de Podemos casi estamos por deducir que lo han hecho a propósito, pues es indudable que les ha servido para obtener notoriedad, y al día de hoy ya son más los murcianos que saben deletrear ese apellido sin cambiar de sitio la ele y las eres. La cosa ha tenido un final feliz pero, aun así, ha dejado un mal regusto, pues queda de manifiesto que la implicación electoral del líder de Podemos en la Región de Murcia se produce ahora y a destiempo sólo porque él se presenta. Y había sobrevolado el fantasma fiscal, pues Navarra, donde está empadronado, no es Cuenca a estos efectos, no sé si me explico. Pero, en fin, vale, pueden respirar tranquilos. De paso habrá que aceptar que, en ocasiones, el ‘sistema’ no es tan malvado como se le pinta.

Pueden respirar tranquilos los de Podemos y los murcianos en general, porque Urralburu es un buen  político. De partida, digo, al margen de lo que luego venga, pues apenas está entrenando fuera del campeonato sindical en que hasta ahora ha jugado. Empieza por reunir cualidades importantes para lo mediático: es un tipo atractivo, con buena planta y mejor labia, capacidad dialéctica y flexibilidad argumentativa, que se desenvuelve a la perfección tanto en los ámbitos ortodoxos de la izquierda como en el espacio abierto de la política. Es, junto a Pedro Antonio Sánchez, del PP, el candidato autonómico con más fondo, versatilidad y habilidades natas. Apuesto a que si las urnas le son propicias dará un juego espectacular. Pero para asaltar el cielo aún queda un rato y es preciso modular el trabalenguas, pues el cielo está urralburuado, quién lo deseurralburuará, el deseurralburuador… Etc.

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