lunes, 23 de marzo de 2015

Este no es otro análisis sobre las andaluzas / Ángel Montiel

Yo mismo no lo soportaría. Así que ahí van unas notas sueltas para una ‘lectura murciana’ del susanazo de ayer.

Uno.
Pasma leer alborozadas loas en las redes al triunfo socialista por parte de algunos conspicuos combatientes murcianos contra la corrupción del PP de aquí. Tal vez no se percatan de que la jugada del PSOE andaluz, consistente en cambiar de cara y fingir de boquilla un discurso regeneracionista trufado de vacuo regionalismo, es equivalente a la del PP murciano. Y ayer se constató que el truco funciona. Por tanto, lo que en Andalucía ha colado también colará en Murcia, pero con unas siglas distintas Y en mayo, estos alabancistas de hoy se echarán las manos a la cabeza, sorprendidos de que la corrupción no sea disuasoria para el electorado.

Dos.
La única variable respecto a la corrupción es que en Andalucía se trata de un sistema distributivo, estructurado para crear una  muy efectiva base clientelar, mientras en Murcia la pasta y los favores se quedan en las cúpulas y alrededores. En Murcia el clientelismo se propicia con la permisividad y la generosidad administrativas, que facilitan retornos opacos a los administradores, y éstos no precisan acudir a los cajeros. En Andalucía, Chaves y Griñán utilizan sus tarjetas de crédito, pero mantienen el poder de su partido mediante el reparto arbitrario, al margen de su destino finalista, de miles de millones de euros. Digamos que la corrupción en Murcia es menos tosca en cuanto a procedimientos, pero igualmente efectiva para la causa electoral.

Tres.
Los que cantan el final del bipartidismo no quieren ver que en Andalucía persiste de otra manera: el PSOE a un lado, y al otro, todos los demás. Un bicamarismo con una bancada monocolor, y la otra, en arcoiris. Lo mismito que se atisba en Murcia, sólo que aquí la bancada del rojo estaría tintada de azul.

Cuatro.
Obsérvese que la única provincia andaluza donde ha ganado el PP es la que más se parece a Murcia: Almería. Una circunscripción a la que el PSOE ha mostrado desdén desde que se distinguiera en la Transición por no secundar el referéndum sobre el Estatuto andaluz. Tomen nota los entusiasmados socialistas cuando dejen de celebrar a Susana.

Cinco.
Mientras los canales públicos de televisión miraban para otro lado, la Sexta, emisora privada, cumplió ayer con el deber informativo a los ciudadanos. Pero sorprende que en la mesa de los representantes de los partidos políticos las únicas voces que parecían dirigirse a espectadores maduros fueran las de los perdedores: Amalia Castilla, de UPyD, y Gaspar Llamazares, de IU. Trinidad Fernández (PSOE) no salía del triunfalismo ramplón y el olvidable tipo que enviaron desde el PP se manifestaba como un patán. Todo muy esclarecedor.

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