lunes, 9 de marzo de 2015

Contra la Justicia / Ángel Montiel

Qué sabe Valcárcel del juez Abadía que el juez Abadía sabe que también sabe Valcárcel? ¿Cuál es ese oscuro secreto que el presidente del PP no revela ahora, pero que ya revelerá y que sería la verdadera motivación de las ‘falsas acusaciones’ del magistrado contra Valcárcel y una parte de su familia?
 
En su rueda de prensa de la semana pasada, el líder regional del PP y vicepresidente del Parlamento Europeo destiló insinuaciones sobre la integridad profesional del magistrado del TSJ que lo ha implicado en el caso Novo Carthago, poco menos que atribuyendo a una conspiración exógena el hecho de que él mismo, su hija y su yerno hayan perdido la memoria sobre el regalo de bodas que ofreció el promotor de Hansa Urbana a los dos últimos, entre otros olvidos y oportunas ignorancias.

Pues bien, lo que el entorno de Valcárcel viene poniendo en circulación es que el magistrado, en su día, pidió al entonces presidente del Gobierno el apoyo de su partido para alcanzar una plaza en el Tribunal Supremo o, dicen indistintamente, en el Consejo General del Poder Judicial, y al no lograr ese objetivo, Abadía ‘se la guardó’ hasta que encontró la oportunidad de buscarle las vueltas.

Obsérvese que, por lo que difunde su entorno, Valcárcel emplea contra Abadía el mismo argumento que contra cualquiera que lo contradiga. Siempre hay elementos de frustración, venganza, traición o ambición ilegítima en quienes osan poner en cuestión sus actuaciones o decisiones. Las cosas nunca tienen su propia lógica, sino la que él les atribuye. Y, por tanto, no merece la pena ofrecer otras explicaciones, pues todo lo que le importuna obedece siempre a un móvil inconfesable.

Si aplicáramos el mismo molde a las decisiones judiciales que se han sucedido en los últimos años, que no son pocas, y las revisáramos aplicándoles supuestos tintes políticos o de interés personal, Murcia tendría el mismo Estado de Derecho que Corea del Norte. 

Pongamos el último ejemplo, inducido por la lógica de Valcárcel: ¿Deberíamos atribuir al agradecimiento por el hecho de que PP haya propuesto al magistrado Martínez Moya para el Consejo General del Poder Judicial la circunstancia de que su voto en la sala del TSJ haya resultado decisivo para devolver al juzgado ordinario el caso del auditorio de Puerto Lumbreras, permitiendo así que Pedro Antonio Sánchez no fuera imputado y, en consecuencia, pudiera ser el candidato a las autonómicas, según los deseos de Valcárcel? 

A nadie se le ocurre pensar tal cosa, y menos sugerirla públicamente, pero si lo que hace Abadía no responde a lo que exige su profesionalidad, nada impediría que pudiéramos pensar legítimamente lo mismo sobre otros magistrados cuyas decisiones afectan al estamento político. ¿O sólo él tiene la patente para enfangar a la Justicia?

Por tanto, lo que sí es exigible de la profesionalidad política de todo un vicepresidente español del Parlamento Europeo es el respeto, por encima de la normal discrepancia, a las decisiones de la Justicia y a quienes la administran y preservan.

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