A mí lo que me gustaría es ser jefe de
prensa de la Fiscalía General del Estado. Un trabajo que te permite
recibir a tus amigos en horario laboral y prolongar la conversación
(sobre la mano blanda de Ancelotti o sobre el misterio de la Santísima
Trinidad, lo que sea) durante largas horas. Lo malo es que hay que estar
en el despacho hasta más allá de las nueve de la noche, porque cuando a
esa hora el amigo se va, tú no sales con él, sino que todavía te quedas
dentro. A lo mejor, esperando a otro amigo, o estás con el amigo de ese
amigo, que después sale por otra puerta.
El pasado domingo apunté en mi artículo que se habían detectado
presiones ante la Fiscalía General del Estado para que ésta ordenara a
la jefatura murciana que aflojara en el caso sobre el que en estos días
se tenía que pronunciar, el auto del instructor del TSJ que implica a
Valcárcel y a varios familiares de éste en el caso Novo Carthago. Aunque
la fuente era infalible, lo expuse con precaución, porque aun a estas
alturas hay cosas que cuesta trabajo creer. Pero, coño, dos días después
veo en el colega de la mañana una foto del diputado Martínez Pujalte
saliendo de la Fiscalía tras permanecer en ella varias horas, y el
prenda alega que venía de charlar con el jefe de prensa, que es amigo
suyo. Verde por fuera, roja por dentro: sandía.
No sólo el jefe de prensa dedica el tiempo por el que le pagamos el
sueldo a charlar con amigos. También a Martínez Pujalte le sobran horas
de sus funciones de diputado y de comisionado de Economía del Gobierno
regional para dedicarlas a entretener a los funcionarios de Justicia,
por no hablar de la distracción que esto supone de sus propios negocios.
En casos como este la Fiscalía debería emitir una nota de prensa,
aunque fuera redactada por el amigo de Martínez Pujalte, que ya tendría
algo que hacer. Porque de otra manera es legítimo pensar que la Fiscalía
es presionable y que sus puertas están abiertas para el estratega de la
operación que pretendía proteger a Valcárcel del desarrollo en marcha
de la investigación judicial que lo sitúa como el Señor X de Novo
Carthago.
Ahora sólo falta que Martínez Pujalte tenga otro amigo en la jefatura
de prensa del Tribunal de Recursos Contractuales del Ministerio de
Hacienda que ha suspendido cautelarmente la adjudicación de la
televisión autonómica a los amigos de Secuoya. Y ya tendríamos dos
sandías.
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