miércoles, 11 de marzo de 2015

Los auténticos antisistema / Ángel Montiel

La sucesión de acontecimientos políticos y judiciales que se vienen produciendo con el protagonismo del PP invita a que atendamos los que la rabiosa actualidad nos presenta cada día y vayamos archivando los que van quedando atrás. Pero es obligado que no olvidemos algunos hitos inquietantes que no pueden quedar a beneficio de inventario, pues atentan contra los más elementales fundamentos del Estado de Derecho. Hay tres, entre otros, que no admiten olvido.

1. La visita durante horas del diputado Vicente Martínez Pujalte, solo o en compañía de otros, a la sede de la Fiscalía General del Estado en el tramo intermedio entre la publicación del auto del TSJ que implica a Valcárcel y la toma de declaración por el Tribunal Supremo a Pilar Barreiro. Sigue siendo imprescindible que la Fiscalía rompa su silencio sobre este hecho así como que publique el libro de visitas de esa tarde, las autorizaciones para el uso del parking y que la propia fiscal general emita una explicación al respecto. Si Martínez Pujalte se proponía, como anunció, elevar una pregunta parlamentaria a la fiscal sobre las actuaciones de ese estamento en Murcia (un modo de presión a la luz pública), ahora es preciso que la fiscal responda a las inquietudes que traslada a la sociedad la visita de ese diputado, esta vez intentando actuar en secreto. Si no es así, tendremos que pensar que la Fiscalía admite presiones políticas. Y esto sería gravísimo. Por su parte, el PP debería expulsar a Martínez Pujalte por un desenvolvimiento que compromete el respeto a las instituciones por parte de ese partido. Pero, claro, esto último sería como pedir comportamiento cívico a don Vito.

2. La inexplicada e inexplicable destitución del delegado de Hacienda en Murcia en el contexto de la emisión por la Agencia Tributaria, a requerimiento judicial, de informes sobre miembros relevantes de la clase política gobernante constituye un ataque brutal a la profesionalidad de la Administración y un aviso a navegantes para que esta institución básica del Estado de Derecho haga la vista gorda ante los negocios y trapicheos de quienes abusan de la confianza pública. El secretario de Estado de Hacienda debiera reponer de inmediato a este funcionario en su cargo y felicitarlo públicamente por su diligencia y eficacia. Del mismo modo, el Gobierno central debería destituir al delegado del Gobierno en Murcia, Joaquín Bascuñana (¡cuádrense!), otro experto en esquivar el uso de cajeros, pues es impresentable que esté siendo investigado por la misma Policía y la misma Agencia Tributaria sobre las que alcanzan sus competencias políticas. Esta circunstancia es absolutamente venezolana y resulta una vergüenza para los murcianos.

3. La Justicia debería tomar nota del pacto secreto alcanzado entre la alcaldesa de Cartagena, Pilar Barreiro, y el exvicealcalde de Urbanismo Agustín Guillén, después de que éste hubiera amagado con hacer públicas informaciones que contradecirían las declaraciones de la primera en el Tribunal Supremo acerca de su actuación en el caso Novo Carthago. La opinión pública no debiera asistir impávida a enjuagues de conveniencia interna, y la Justicia no puede ser burlada con pactos de autoprotección mutua tan evidentes.

La Fiscalía, Hacienda y el sistema judicial en su conjunto (en lo que se incluye el intento de muerte civil de los instructores incómodos) están siendo mangoneados ante nuestros ojos para intentar salvar algunos culos. El fragor de la actualidad, con la acumulación de sucesos cada vez más preocupantes, no debiera apagar la alerta ante tamaño destrozo del sistema que dicen defender.

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