Cuando gobernaba el Tripartito en Cataluña, una quincena de
intelectuales antinacionalistas (Xavier Pericay, Albert Boadella, Arcadi
Espada, Teresa Giménez Barbat y Francesc de Carreras, entre otros)
alumbraron en 2005 en un restaurante barcelonés la idea de crear un
partido, constitucionalista y con vocación nacional, que acabaría
llamándose Ciudadanos.
Contribuyeron a su fundación, aunque luego se
apartaron y dejaron al frente a un joven llamado Albert Rivera. Poco
después, en pleno proceso de negociación con ETA del Gobierno de
Zapatero, otro grupo de intelectuales antinacionalistas (con Fernando
Savater y Carlos Martínez Gorriarán a la cabeza) tuvieron en el País
Vasco la idea de convertir la plataforma ‘Basta Ya’ en un partido
llamado UPyD, que tomaría cuerpo en 2007 con el liderazgo de la
eurodiputada socialista Rosa Díez.
Ciudadanos y UPyD tenían mucho en
común (orientación centrista y críticos con el acercamiento del PSOE a
nacionalistas vascos y catalanes, entonces en su apogeo antiespañol). De
hecho, ya en 2007, UPyD y Ciudadanos negociaron ir juntos a las
generales, aunque el pacto fracasó por personalismos y porque Rivera
quiso primar la catalanidad de su partido hasta consolidarlo. Eso le
costó a Ciudadanos una crisis interna y la fuga a UPyD de uno de sus
líderes, el politólogo Luis Bouza-Brey, con sus partidarios.
Por el
contrario, a la formación de Díez no le fue mal en su implantación
nacional. Durante años fue la dirigente mejor valorada en los sondeos
del CIS. Tuvo la clarividencia de hacer una brecha al bipartidismo por
el centro, recuperando el discurso de la ‘tercera España’, la corriente
de pensamiento representada por Ortega, Madariaga, Sánchez Albornoz,
Galdós, Unamuno, Besteiro y Marañón, personalidades que no se sentían
representados por los protagonistas políticos de aquellos cainitas
tiempos que nos llevaron al peor de los enfrentamientos.
Pero los días
de vinos y rosas de UPyD quedaron atrás por errores de imagen y táctica.
El último, su rechazo a coaligarse con Ciudadanos cuando se invirtieron
los términos y éstos estaban en ascenso meteórico.
La tercera vía
frente al bipartidismo perdura como idea, aunque las andaluzas y los
sondeos reflejan que la marca de Rivera es ya el refugio mayoritario del
voto centrista desencantado con PSOE y PP. Muchos militantes y
dirigentes de UPyD se han fugado a Ciudadanos, que sin apenas
trayectoria local ni líder reconocible en la Región, se puede erigir en
la llave del Gobierno.
Ciudadanos es aquí más una idea con buena imagen
que un partido, justo lo contrario que el PP regional, todo un ejército
de militantes, apoderados e interventores que arrasa en tiempo
electoral. Sin embargo, el PP camina hoy junto al desfiladero pese a ser
la opción mayoritaria. El voto en el 24M tendrá una fuerte dimensión
emocional y lo nuevo cotiza más que lo viejo. Victor Hugo advirtió:
«Ningún ejército puede detener una idea a la que le ha llegado su
momento». Hoy, el signo del próximo Gobierno regional es toda una
incógnita.
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