Como todas las prohibiciones, esta de extrapolar incita a no respetarla.
Sobre todo a los que la formulan. "No se puede extrapolar", dicen,
mientras lo hacen continuamente. Depende de si les interesa o no. El
discurso político es así. Y el de los analistas, también. Además, es
gratis: si la extrapoación se produce, ya lo dijimos nosotros; si no se
produce, ya dijimos que no se puede extrapolar.
Palinuro,
como todo el mundo, no confía nada en las extrapolaciones, pero las
hace. He aquí una sucinta, gracianesca y en clave antinómica:
PSOE: las elecciones se ganan en el centro.
PP: las elecciones se pierden en el centro.
Podemos: Consolidarse es difícil.
Ciudadanos: Consolidarse es fácil.
IU: se va a quedar en las raspas.
UPyD: ni en las raspas.
En
términos más concretos. Todo se orienta ahora hacia las elecciones de
mayo a las que los partidos llegan como los coches de fórmula 1, al
menos los que yo he visto en películas: dan unas vueltas, hacen breve
escala en el taller, beben agua o gasolina o lo que sea y, venga, otra
vez al circuito, a ganar. El símil, muy al dedillo, del boxeo, con sus
descansos entre tiempos, no es aplicable aquí porque remite a una
realidad bipartidista que, por lo que se supone, está en el ocaso.
El
panorama es muy confuso. El PSOE está de remontada, tiene dos
candidatos claros en Madrid y proyecta en toda España una imagen de
partido institucional unido con intenciones prudentemente reformistas.
Su punto débil es Cataluña. Como los resultados de estas elecciones no
se agregan, quizá no se note mucho. Pero es un punto muy débil que se
hará sentir en las elecciones generales.
El
PP está en el marasmo. Los gobiernos locales y autonómicos bajo su
dominio, carcomidos por la corrupción, el caciquismo y la
incompetencia. El discurso de la recuperación de España no encaja en
este debate aparte, por supuesto, de no ser creíble. De las dos
candidatas en Madrid, Cifuentes es primeriza pero Aguirre es una
veterana en elecciones. Mucha gente la equipara a Margaret Thatcher y
ella, probablemente, alimenta la comparación. Pero su verdadero modelo
en estas elecciones es el alcalde de Londres, Boris Johnson,
un miembro del Partido Conservador con un carácter y un talante
parecidos a los de la expresidenta de la Comunidad. Pero con muchas
diferencias: es más joven, más espontáneo y, sobre todo, es mucho más
abierto de ideas que esta doctrinaria neoliberal de pura cepa
nacionalcatólica.
Los
dos emergentes, Podemos y Ciudadanos, andan enfrascados en organizar
sus candidaturas. Los primeros lo hacen de modo abierto, mediático y
bastante confuso por la cantidad de nombres que se proponen. En Madrid
tienen una buena candidata a la alcaldía, Manuela Carmena pero que, por
edad y trayectoria, representa más el régimen que Podemos quiere
destruir. El candidato a la Comunidad responde mejor al perfil de la
formación, pero parte de un grado de conocimiento público muy bajo y
queda un mes y medio hasta las elecciones. Ese es el problema también de
los dos candidatos de Ciudadanos, Begoña Villacís e Ignacio Aguado,
también muy representativos del espíritu que quiere proyectar C's: una
derecha flexible, moderna. Un centro. Por supuesto, la capacidad de
acción de Ciudadanos variará en función de la que tenga de absorber
miembros de UPyD.
Los
dos restantes, IU y UPyD pueden entonar la sinfonía de los adioses. Los
de la federación, están de trifulca como siempre. En Madrid han dado
con dos dos candidatos, Luis García Montero para la Comunidad y Raquel
López para la Alcaldía, ambas personas muy dignas pero no sé si muy
apropiadas, sobre todo en situación de debilidad y sin tener muy claro
si se debe atacar o defender a la otra forma de la izquierda con la que
compite pero con la que se quiere converger. En cuanto a UPyD tiene
candidatos pero, como van las cosas en el partido, es posible que, al
llegar las elecciones, solo tenga eso: candidatos.
En
estas elecciones hay una faceta catalana nada desdeñable. Los
resultados de las alcaldías catalanas, sobre todo la de Barcelona, serán
un buen indicador para los de las elecciones del 27 de septiembre y,
por supuesto, darán una idea de cuál pueda ser la aportación posterior
que el PSC haga a la representación del socialismo español. El frente
soberanista calibrará sus fuerzas y se sabrá qué apoyo tengan los de
Podemos unidos a los de Guanyem en la candidatura llamada Barcelona en comú.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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