La
depreciación del euro frente al dólar es la primera consecuencia de la
expansión monetaria, QE (elasticidad cuantitativa) puesta en ejecución
por el BCE. Ya era hora que la UE, el único gran espacio a nivel mundial
sin una política de tipos de cambio, corrigiese esta deficiencia. La
inacción había conducido a una apreciación del euro frente al dólar en
pleno estancamiento de la demanda interna; una apreciación que
contribuía, al bajar los precios de los productos importados, a
alimentar la deflación.
Una
carga adicional cada vez más pesada para los deudores.
La reciente y rápida depreciación del euro, casi un 25% desde el
pasado mes de diciembre, confirma el error de una férrea
disciplina monetaria e incluso fiscal. La economía doméstica
europea no remontaba y uno de los instrumentos más eficaces para
promover las exportaciones jugaba en contra. tirábamos piedras
contra nuestro frágil tejado.
En cualquier caso, el objetivo
último y fundamental de la QE (1,1 billones -trillions- de euros que
entrarán en el mercado para comprar deuda pública en manos de
diversas clases de tenedores) es relanzar la actividad en el seno
de la UE. Una instrumentación no exenta de dificultades en la
medida en que la predisposición de los tenedores de deuda no es
precisamente la de desprenderse de ellos. Hay más demanda que
oferta, los precios de los títulos suben y su rendimiento, siempre
opera en sentido contrario, baja.
Los títulos de deuda
elegibles para estas operaciones de compra se están negociando a
intereses negativos. Los inversores lo retienen para evitarse
perder dinero. Su venta sólo puede obedecer a razones
regulatorias, como no venderlas al BCE a cualquier precio, o
especulativas, vender hoy para recomprar mañana si los precios
de los títulos bajan y su rentabilidad crece, aunque el BCE tiene un
tope a la baja.
La realidad es que el BCE tiene el compromiso
de comprar entre marzo y septiembre de 2016 un total de 850MM de euros
en la eurozona. Una cantidad que equivale al 13% del total de bonos
de la región. Ahora bien, el Banco de Inglaterra, entre 2009 y 2012,
compró hasta un 25% del stock de deuda emitida por el Tesoro
británico.
La diferencia, como señala el Financial Times, es
que en el caso del Reino Unido las necesidades de financiación
para cubrir los déficit presupuestarios si suministraban
títulos en cantidades suficientes para que su cotización no se
desplomase. En la eurozona el valor de los emisiones previstas
hasta septiembre se estima en unos 413MM de euros. Una brecha de
437MM frente a los 850MM de euros que el BCE pondrá en el mercado.
Bajan los tipos de interés
El
rendimiento de los bonos es la mejor referencia, lo que favorece
la financiación para empresas y familias a la vez que
compromete la rentabilidad de los activos financieros para
ahorradores e inversores. El bono alemán a 10 años ofrece una
rentabilidad del 0,31%. El bono americano al mismo plazo renta el
2,21%; la prima de riesgo en los EEUU es casi 100 puntos básicos
superior a la española.
Si las cosas no se tuercen, la
actividad puede estar a la vuelta de alguna esquina. Los ahorros y
patrimonios conservados en instrumentos financieros pueden
convertirse en activos expresados en forma de bienes y servicios.
Una saludable recomposición. Entre tanto el menor coste de la
deuda pública es un alivio para las exigencias de recaudación
tributaria y la proscrita austeridad. El objetivo no es fácil de
alcanzar debido a que la creciente desigualdad en la
distribución de la renta determina un mayor atractivo de los
activos líquidos y uno menor de los activos productivos.
En
el camino, atención, sin embargo, a la ejemplaridad de las
disciplinas fiscales que tienden a olvidarse en épocas
electorales. La benevolencia de la Comisión de Bruselas en la
corrección de los déficit presupuestarios de Francia e Italia no
debe hacernos olvidar que en el español, en su relación con el PIB,
es más elevado y que nuestros acreedores, en su mayoría, son no
residentes.
Un continuado déficit presupuestario
mientras se mantiene un marco institucional ineficaz y
despilfarrador es un peligroso legado para los gobiernos que
salgan de las próximas elecciones.
Los vientos exteriores son
todos de popa: euro más competitivo, carga de intereses de la deuda
aligerada, incentivos para acudir y negociar créditos y,
además, para modificar la composición de los activos: menos
papelitos, más fabricas y mas servicios. El precio del petróleo a
la baja también empuja a la nave de la recuperación. No hay
perspectivas de subidas en lo que se divisa hasta la línea del
horizonte.
Las autoridades de Arabia Saudita son
categóricas: preferencia en mantener su cuota exportadora en
los mercados mundiales, la cotización es importante pero
secundaria. Una política agresiva de precios es una clara señal
de la determinación saudí.
Varias razones, sus costes de
producción son muy inferiores a los de sus competidores. Sus
reservas de divisas garantizan liquidez y capacidad de compra, y
finalmente está el auge de las energías alternativas. No se
trata tanto del fracking como de las energías ecológicamente
compatibles. Huertos solares a gran escala que los formidables
intereses creados tratan de restar importancia o de cargarles con el
sambenito de una subida de precios.
Un cielo azul sobre El
Retiro; una excelente ocasión para preguntarse por qué Alemania,
con sus cielos encapotados apuesta por la energía solar y por qué los
gobiernos españoles, en este caso el del PP, también podría
ocurrir al revés, pretenden desbaratar el inicio -pudo ser torpe-
de una política energética basada en fuentes de energía
alternativas, renovables y no contaminantes. Unas fuentes de
energía en las que gozamos de un excelente ventajas
comparativas.
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