martes, 10 de marzo de 2015

Sálvese quien pueda / Ángel Montiel

El ‘brujo visitador’ no acudió a la Fiscalía General del Estado para presionar a favor de Valcárcel, sino de Pilar Barreiro. No es exacto. Lo expresaré mejor: presionó a favor de Barreiro para favorecer a Valcárcel. Veamos: a esas alturas era inútil intentar que la Fiscalía de Murcia disintiera del auto del juez instructor en que razonaba la implicación de Valcárcel en Novo Carthago

Pero en él se establece una concertación entre la alcaldesa de Cartagena y el entonces presidente de la Comunidad para hacer viable la urbanización. Se trataba, pues, de romper ese hilo: si el Tribunal Supremo, que atiende la pieza separada de Barreiro, aun manteniéndola imputada por intentar reclasificar una zona protegida, dedujera que ella iba por libre, sin conocer de antemano que la Administración de Valcárcel removería cielo y tierra para aprobar el proyecto, el presunto Señor X se vería aliviado al menos de la condición de jefe de la tramoya. 

Es decir, se pretende que Barreiro y Valcárcel iban cada uno por su lado en este caso, a pesar de que para que Novo Carthago saliera adelante era preciso el concurso de ambos. Y como, sea esto cierto o no, lo que sí parece claro es que ahora las respectivas defensas legales no están coordinadas, el ‘brujo visitador’ intentó que convergieran al tratar de que la Fiscalía del Supremo, tribunal donde unos días después habría de comparecer Barreiro, pusiera interés en desembastar la unidad de acción de ambos políticos reflejada en el auto del TSJ. Tan sofisticado como chapucero, aunque al cabo eficaz si la Fiscalía obedece. 

Pero Novo Carthago es ya un cubo de Rubik. Cuando has conseguido una cara, has de deshacerla para cuadrar otra. Y así anda Barreiro. Inicialmente razonó que, si ella era imputada, por la misma razón debiera serlo Valcárcel, pero ahora, en el Supremo, asegura que Valcárcel y ella ni siquiera hablaron sobre la reclasificación de esos terrenos. Y con su declaración ha abierto otros frentes, pues para zafarse de responsabilidad le ha sido necesario transferirla al concejal de Urbanismo del momento, Agustín Guillén, quien ha montado en cólera y amenaza con ‘largar’ si la alcaldesa no rectifica ante el Supremo, otorgándole un plazo para hacerlo que culmina hoy. De paso, Guillén también se ha delatado, pues si tiene algo sobre lo que ‘largar’ sería lógico que el Supremo lo citara como testigo. 

Aparte de su compromiso con la opinión pública: queremos saber ya qué es eso sobre lo que podría ‘largar’, rectifique o no rectifique Barreiro. Y otra cosa queda clara: la alcaldesa miente al asegurar que desconocía que parte del espacio donde se pretendía construir estaba protegido, pues los ecologistas lo denunciaron cuando se presentó el proyecto en presencia de Valcárcel y Barreiro, antes de que se iniciara cualquier trámite en el Ayuntamiento. Y en todo caso ¿qué pensar de una alcaldesa que desconoce el mapa de los espacios protegidos en su circunscripción?

En esta partida de ajedrez, para salvar al rey y a la reina es preciso sacrificar piezas importantes. Algunas, como se ha visto en el caso de Antonio Cerdá, están dispuestas a hacerlo políticamente, pero cabe suponer que otras se resistirán a aceptar responsabilidades que conlleven carga jurídica, y menos en un caso en que han aflorado algunos de los beneficiarios que justifican el titánico esfuerzo administrativo. 

Hemos visto que Barreiro no es Thatcher, quien asumió personalmente la responsabilidad de un crimen de terrorismo de Estado sucedido en Gibraltar a finales de los 80, y Valcárcel es Guzmán el Bueno entregando el cuchillo con que rebanar la cabeza a su bienamado Cerdá para la numantina defensa de la prescripción del caso que le afecta. Figuras para la Historia.

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