Todas las expectativas desbordadas.
Jornada, efectivamente histórica llena de enseñanzas para tod@s, incluid@s l@s organizador@s superad@s por la respuesta popular, aunque no tanto como quienes anhelaban que fracasara.
Se
ha cerrado el ciclo del 15M de hace tres años. Quienes, instigados por
la indignación, pusieron en marcha aquella movilización social,
han cubierto una etapa y comienzan otra. Han vuelto, pero organizados,
con un objetivo, con un lider indiscutible. Ya no levantan las manos
vacías. Ahora las traen llenas de votos.
Quienes
se reían de la indignación achacándola a las alucinaciones de un viejo
francés gagá han descubierto que los gagás son ellos, mercenarios
ridículos de la pluma y el plató.
Quienes
decían que, si los del 15M querían hacer política se presentaran a las
elecciones, han perdido las pasadas del Parlamento europeo, temen perder
las municipales y no saben cómo frenar el avance electoral de estos frikies antisistema, si encargar otro sondeo preelectoral o dejarse crecer la coleta.
La
calle es de Podemos. En Vista Alegre no llenaron el aforo y votó menos
del 50% de la militancia, a pesar de que el voto era bien sencillo,
telemático. Quedaba por mostrar que un partido hecho a base de redes,
virtual, era capaz de ocupar la realidad tridimensional. Y lo ha
conseguido, sin publicidad, sin propaganda, casi sin medios. Hace un par
de semanas los de UPyD se cubrían de ridículo en este mismo sitio
reuniendo a menos de cien personas para protestar contra el gobierno. Y
no es agudo achacar el fracaso a la desagradable figura de Rosa Díez. Si
el PP o el PSOE, con un líder reciente y de buen ver, convocaran en Sol
no reunirían mucha más gente, ni siquiera haciendo trampas y trayendo
funcionarios con doble paga y parados con bocata como hacen los
sinvergüenzas del PP.
Reunir
ese gentío sin un motivo específico, como un acto abstracto de protesta
contra el Todo de un sistema corrupto es un gesto filosófico de hondo
alcance. Refleja el hastío de la gente con esta banda de ladrones y
parásitos del gobierno, su partido y buena parte del resto de
formaciones e instituciones políticas. Podemos ha dado la señal y la
gente ha tomado la iniciativa, que es suya desde el 15M. Porque, como
señalaba ayer Palinuro, en línea con sus reflexiones de hace tres años,
esta movilización social es autopoiética.
Aquí viene todo el mundo, incluso quienes lo hacen desobedeciendo las
órdenes implícitas o explícitas de los dirigentes cuando dicen, por
ejemplo, que no haya banderas porque no quieren signos de división o
faccionalismo. Y hubo banderas: banderas de Podemos, de la FGTLB y,
sobre todo, de la República. Comprenderá el lector que Palinuro, viejo y
correoso republicano, siguiendo la manifa desde el plató de la tele de elmundo.es, aplaudía fervorosamente.
Hicieron
bien los líderes en ponerse detrás de la cabecera de la manifa para
demostrar con hechos (única forma real de demostrar algo) eso de que no
son ellos, no es Pablo Iglesias, quienes convocan sino que es la misma
gente la que lo hace. Y, claro, entre la gente hay mucho republicano.
Decía un vecino mío que no había banderas españolas. Lo de siempre. No
había banderas borbónicas pero, al haberlas republicanas, ya había
banderas españolas. Es más, para algunos, como el abajo firmante, las
únicas banderas españolas.
Tiempo
nuevo, época nueva, gente nueva. Mañana hablaremos sobre las reacciones
de los demás, singularmente PSOE e IU. Ahora terminaremos con los
líderes. Estos son muy importantes. Forman una piña en torno a la figura
indudablemente carismática de Pablo Iglesias. Es bueno que sea así.
Como lo será igualmente si alguno o algunos de ellos deben retirarse por
comportamientos presuntamente irregulares. Si han de hacerlo, que lo
hagan cuanto antes. La movilización, el interés general es muy superior a
estas cuestiones de poca monta. Los hechos ya los han desbordado.
Incluido el mismo Pablo Iglesias. Ya no son ellos. Son el país.
Ahora
no pueden equivocarse, ni distraer, ni esconderse, ni repetirse, ni
mucho menos, seguir copiándolo todo. Léanse los discursos. Abrumados por
algo que los ha superado, todos fueron vacíos, reiterativos, pomposos e
imitados, cuando debieran ser genuinos, espontáneos, auténticos,
originales y creativos. Pablo Iglesias no puede subir a la tribuna
delante del país entero a recitar una variante del discurso de Martin
Luther King sobre el sueño.
Si el tiempo es nuevo, las palabras deben ser nuevas.
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED
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