Los sondeos reflejan fuerte ascenso de Ciudadanos (C's) y los
focos comienzan a virar hacia la formación porque se supone que pueden
saltar la barrera de los partidos testimoniales y ser actores en un
parlamento más fragmentado por multipartidista. Hace poco también eran
noticia cuando, tras enésimas negociaciones, UPyD cerraba toda
posibilidad de trato con ellos y sentenciaba así su paso a la
marginalidad pues de inmediato el sondeo de Metroscopia para El País arrojaba un 12,2% de intención de voto para C's mientras la llamada formación magenta se quedaba en un 4,5%, o sea, fuera del Parlamento en Madrid.
Ascenso
vertiginoso. Algunos dicen que C's es el Podemos de la derecha. Hay
coincidencias, al menos en lo aparente: juventud, desenfado, actitud
algo provocativa, abundante presencia mediática y un narcisismo patente.
Hay, incluso coincidencias retóricas. Ese Podemos del título del libro de Albert Rivera, publicado en febrero de 2014 lo deja bien claro. Además no es copia porque el partido Podemos se registra el 11 de marzo de 2014.
Rivera piensa que podemos si vamos juntos, mientras que los de Podemos
eso deben de darlo por descontado. La coincidencia no es irrelevante
sino prueba de que ambas organizaciones comparten elementos de fondo.
Por ejemplo, las dos se complacen en sus orígenes no convencionales,
llanos, asamblearios. Podemos afirma venir directamente del 15M y C's se
llamaba hasta hace poco Movimiento ciudadano, habiendo abandonado el término, de ingratos recuerdos en una sociedad que se tragó cuarenta años de Movimiento Nacional
mientras se estaba quieta. Además, los dos, a pesar de ser partidos por
exigencias del guión, se precian de ser abiertos, osmóticos.
Esta
coincidencia orgánica viene de otra más profunda. Los dos son partidos
muy hechos en las redes sociales. Y muy hechos a ellas. Mucho más que
los partidos tradicionales. Estos creen que la consigna de estar presentes en las redes
se cumple abriendo cuentas en Twitter y timelines en FB, bombardeando a
la ciudadanía con las excelencias del propio partido. Y es eso, sí,
pero también mucho más.
Estar en la redes consiste, sobre todo, en
tomarlas como fuente de información. Esto es lo que permite a Podemos y
C's encontrar un lenguaje que todos entienden y formularlo en términos
que se pueden viralizar, cosa imposible con los engendros que trata de
difundir el PSOE o las trolas legendarias del PP. El lenguaje de la
gente de la calle. El del hombre del traje gris con el que todos se
identifican sobre todo ahora que tiene buena planta y se ha quitado la
corbata.
Esta
adaptación del discurso a las redes corre pareja con contenidos
genéricos, ambiguos, dirigidos sobre todo a singularizar (y, por lo
tanto, asustar) a la menor cantidad de gente posible, un cogollo, un
puñado, una casta. La inmensa mayoría está por definición del lado del
bien y va a echar a la mafia. Son rasgos de Podemos ya muy señalados.
Algo parecido sucede con C's, cuya definición oficial es ser un partido constitucionalista, postnacionalista y progresista.
Lo de constitucionalista quiere decir "unionista" en lo territorial; lo
de postnacionalista, también; y lo de progresista no quiere decir nada.
Son, sin embargo, las tres mismas teclas que toca UPyD, esto es, Unión,
Progreso y Democracia (que tampoco es decir gran cosa), con lo cual
queda claro por qué C's asciende como la espuma en donde UPyD fracasa a
pesar de su veteranía.
Precisamente
por eso, por su veteranía. Las ideas de UPyD debían de calar en la
gente. La de confiar el tirón de la nueva fuerza a un carisma personal
tampoco era mala. El problema es que Díez lleva más de veinte años
ejerciendo carisma y este se va perdiendo como el aroma de las flores.
Su fuerza reside en el fulgor repentino de Febo Apolo, la aparición de
un nuevo Lohengrin a bordo de una barca tirada por un cisne. Esos
jóvenes líderes que emergen en las pantallas de plasma, repartidas ya
hasta en las paradas de los funiculares. Los repetidos intentos de
alianza o fusion han fracasado porque, en el fondo, UPyD tiene más
raíces en el sistema dinástico que en el territorio mediático digital.
IU intentó
asimismo el giro a la cibermodernidad sustituyendo a Cayo Lara por el
joven Garzón. Pero no era bastante. En IU hay muchos Cayos Laras muy
difíciles de desalojar, así que los Garzones han volado a zonas más à la page y han dejado al Garzón genuino con un conjunto vacío, como un general sin tropa de asalto pero con mucha impedimenta.
El
PSOE también ha hecho cambio cosmético de Rubalcaba por Sánchez y ha
ganado a ojos vistas de las portadas de publicaciones del corazón. Pero
su problema son también los Rubalcabas que, siendo el PSOE un partido
más vasto, toman formas distintas según lugares y circunstancias. No
obstante, a diferencia de Garzón, Sánchez tiene los resortes del poder y
el partido le responde. El sifón de Podemos le ha hecho perder votos,
pero no cuadros ni dirigentes, como sucede con IU. Al tiempo que
reconstruye el partido como instrumento, Sánchez se prepara para la
próxima batalla que se va a dar por el dominio del centro.
Ahí
coincide con los otros dos. En la toma de posesión del centro. Los de
Podemos lo dicen cuando hablan de "ocupar la centralidad del tablero". O
sea, el centro. Por eso no son de derechas ni de izquierdas. Los de C's
no hace falta que lo digan; lo ejercen. Si tuvieran algo más de audacia
podrían decir para distinguirse de Podemos que ellos sí son de
izquierdas y derechas al mismo tiempo. Total lo del "postnacionalismo" en la España de hoy viene a ser algo de parecida coherencia.
Las
razones anteriores tratan de explicar las felices cuanto repentinas
y fulgurantes expectativas electorales de Podemos y C's en un contexto
general de indignación, antipatía y crítica permanente y una bajísima
intención de voto a los partidos dinásticos que damos por sabida. Y la
conclusión es muy simple en términos mercantiles que todo el mundo
entiende: los dos partidos nuevos saben vender su producto mejor que los
otros, son más agresivos comercialmente, vienen más o menos impolutos,
tienen mejor publicidad, conectan con la gente, se hacen entender,
ofrecen menos blanco y aguantan mejor las andanadas.
Por
último, es curioso que un partido originariamente catalán, tenga mucha
más intención de voto en España que en Cataluña. Según mis últimas
noticias (de diciembre de 2014) estaba en un modesto 2,5% en su tierra
de origen. Es un dato interesante que será bueno no perder de vista.
Algunos no debieran perderlo tampoco de oída. El coordinador de la
campaña del PP, Carlos Floriano, cree que el partido de Rivera se llama Siudatans, sin duda porque le suena a polaco. Aunque de esa manera se cumple la consigna del mando de subrayar siempre que el partido es catalán, o sea, extranjero. Muy inteligente
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED
No hay comentarios:
Publicar un comentario