sábado, 17 de enero de 2015

La salida de la crisis: la ética / Joaquín Sánchez *

Se habla mucho de las medidas que se pueden aplicar para salir de esta crisis económica (estafa financiera), que según la ideología política van en una dirección o en otra. Llevamos años oyendo diversas medias económicas, que si hay que bajar impuestos, que si hay que subirlos, que si hay que recortar, que es insuficiente lo que se está recortando, que vamos por la buena senda, que hay recuperación, que si hay que aumentar la productividad (trabajar más) y la competitividad (bajar sueldos), que si hay muchos empleados públicos, que la Ley de Dependencia es insostenible, que nuestro sistema de pensiones está en peligro. Así un incontable conjunto de comentarios económicos de lo que debía aplicar para salir de esta crisis económica.

Cuando empezamos a sufrir las consecuencias de la especulación financiera e inmobiliaria se decía en algunos círculos que en el fondo todo esto era una crisis de valores, de falta de ética, entendiendo la ética como ese conjunto de obligaciones morales, cuyo contenido es la honestidad, el respeto al otro en su integridad, la solidaridad, la libertad, la conservación del medio ambiente, el amor, la justicia. Todo esto es lo que nos han enseñado y hemos aprendido hace años cuando íbamos a la escuela. 

El problema lo tenemos en que vivimos en una sociedad capitalista, neoliberal, y que tiene su propia ética, cuyos valores se centran en que este mundo se basa en la desigualdad progresiva de tal manera que cada vez hayan más empobrecidos y que las élites financieros y económicas sean un club muy reducido y selecto. La ética capitalista tienen como valores la avaricia, la codicia, el vale todo, no hay escrúpulos para conseguir el máximo beneficio y rentabilidad, la corrupción, comprar voluntades políticas, militares, religiosas, sindicales, la violencia etc. 

Esa es su ética y es la que estamos viviendo desde hace muchísimos años. Aunque resulte llamativo, los inmorales son aquellos que luchan por la justicia, la libertad, la paz, la fraternidad y la reconciliación. La ética que impera es la capitalista y desde esta ética han logrado que nosotros intentemos vivir valores derivados de su avaricia como son la sumisión, la resignación, la obediencia, la evasión y el sálvese quien pueda, que tiene su expresión en «a ver si tuviera suerte y encontrara algo» Hasta han logrado que pensemos que tener trabajo es un privilegio, sea en las condiciones que sea, y no un derecho.

Está ética capitalista ha tenido su extensión en la propia ciudadanía que en los momentos álgidos del boom inmobiliario cuando se cuestionaba la corrupción mucha gente afirmaba convencida: «Hacen bien, yo haría lo mismo y tú cállate que si estuvieras ahí robarías más». Era la aceptación triste de la corrupción y ya sabemos lo que está pasando, los que provocaron esta estafa financiera siguen enriqueciéndose y el resto de la gente a sufrir los recortes en sus vidas que cercenan su dignidad y nos dejan con un horizonte de precariedad y pobreza.

Desde esa ética más elemental y basada en los Derechos Humanos y en nuestros valores constitucionales nos podemos hacer las siguientes preguntas: ¿Es moral pagar la deuda de los banqueros españoles a los alemanes y franceses a costa de que la gente pase hambre, pierda su trabajo y su vivienda? ¿Es moral que se aprueben leyes que recortan derechos fundamentales de las personas? ¿Es moral intentar criminalizar y reprimir las protestas de la ciudadanía? ¿Es moral el silencio de instituciones sociales, sindicales, religiosas ante el desmantelamiento de la sociedad del bienestar social? Si a un capitalista le dices que si está bien especular con los alimentos básicos en la Bolsa y que esa especulación está costando millones de muertes más y el aumento de la hambruna te dirá que sí. La vida de los demás no importa. Es su ética: La ética del acumular ganancias sin límites.

La salida a esta crisis es ética, pero sustituyendo a la ética del capitalismo. Por ejemplo, la corrupción tiene una factura según un estudio acreditado de la Universidad de Las Palmas de 40.000 millones de euros; si hubiera ética dispondríamos de este dinero; otro ejemplo es el fraude fiscal y la evasión de capital a los paraísos fiscales que están cifrados en 90.000 millones de euros al año. 

Si la ética de la honestidad, de la justicia, de la honradez, de la responsabilidad social primara España no estaría en crisis. Habría dinero suficiente no sólo para mantener la sociedad del bienestar social, sino para mejorarla.

La solución a los graves problemas de este mundo y a sus injusticias pasa ineludiblemente por la ética que tiene como eje la defensa de la vida y la felicidad humana como aspiración. Creo que hay que convertir los valores que humanizan y nos humaniza en pensamientos que se expresen en emociones y que se traduzcan en comportamientos. 

Nuestro futuro pasa por esta ética, esa que nos dice que tenemos que pasar por el mundo haciendo el bien y dando lo mejor de nosotros mismos en cada momento.


(*) Sacerdote 



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