Se habla mucho de las medidas que se
pueden aplicar para salir de esta crisis económica (estafa financiera),
que según la ideología política van en una dirección o en otra. Llevamos
años oyendo diversas medias económicas, que si hay que bajar impuestos,
que si hay que subirlos, que si hay que recortar, que es insuficiente
lo que se está recortando, que vamos por la buena senda, que hay
recuperación, que si hay que aumentar la productividad (trabajar más) y
la competitividad (bajar sueldos), que si hay muchos empleados públicos,
que la Ley de Dependencia es insostenible, que nuestro sistema de
pensiones está en peligro. Así un incontable conjunto de comentarios
económicos de lo que debía aplicar para salir de esta crisis económica.
Cuando
empezamos a sufrir las consecuencias de la especulación financiera e
inmobiliaria se decía en algunos círculos que en el fondo todo esto era
una crisis de valores, de falta de ética, entendiendo la ética como ese
conjunto de obligaciones morales, cuyo contenido es la honestidad, el
respeto al otro en su integridad, la solidaridad, la libertad, la
conservación del medio ambiente, el amor, la justicia. Todo esto es lo
que nos han enseñado y hemos aprendido hace años cuando íbamos a la
escuela.
El problema lo tenemos en que vivimos en una sociedad
capitalista, neoliberal, y que tiene su propia ética, cuyos valores se
centran en que este mundo se basa en la desigualdad progresiva de tal
manera que cada vez hayan más empobrecidos y que las élites financieros y
económicas sean un club muy reducido y selecto. La ética capitalista
tienen como valores la avaricia, la codicia, el vale todo, no hay
escrúpulos para conseguir el máximo beneficio y rentabilidad, la
corrupción, comprar voluntades políticas, militares, religiosas,
sindicales, la violencia etc.
Esa es su ética y es la que estamos
viviendo desde hace muchísimos años. Aunque resulte llamativo, los
inmorales son aquellos que luchan por la justicia, la libertad, la paz,
la fraternidad y la reconciliación. La ética que impera es la
capitalista y desde esta ética han logrado que nosotros intentemos vivir
valores derivados de su avaricia como son la sumisión, la resignación,
la obediencia, la evasión y el sálvese quien pueda, que tiene su
expresión en «a ver si tuviera suerte y encontrara algo» Hasta han
logrado que pensemos que tener trabajo es un privilegio, sea en las
condiciones que sea, y no un derecho.
Está ética capitalista ha
tenido su extensión en la propia ciudadanía que en los momentos álgidos
del boom inmobiliario cuando se cuestionaba la corrupción mucha gente
afirmaba convencida: «Hacen bien, yo haría lo mismo y tú cállate que si
estuvieras ahí robarías más». Era la aceptación triste de la corrupción y
ya sabemos lo que está pasando, los que provocaron esta estafa
financiera siguen enriqueciéndose y el resto de la gente a sufrir los
recortes en sus vidas que cercenan su dignidad y nos dejan con un
horizonte de precariedad y pobreza.
Desde esa ética más elemental y
basada en los Derechos Humanos y en nuestros valores constitucionales
nos podemos hacer las siguientes preguntas: ¿Es moral pagar la deuda de
los banqueros españoles a los alemanes y franceses a costa de que la
gente pase hambre, pierda su trabajo y su vivienda? ¿Es moral que se
aprueben leyes que recortan derechos fundamentales de las personas? ¿Es
moral intentar criminalizar y reprimir las protestas de la ciudadanía?
¿Es moral el silencio de instituciones sociales, sindicales,
religiosas ante el desmantelamiento de la sociedad del bienestar social?
Si a un capitalista le dices que si está bien especular con los
alimentos básicos en la Bolsa y que esa especulación está costando
millones de muertes más y el aumento de la hambruna te dirá que sí. La
vida de los demás no importa. Es su ética: La ética del acumular
ganancias sin límites.
La salida a esta crisis es ética, pero
sustituyendo a la ética del capitalismo. Por ejemplo, la corrupción
tiene una factura según un estudio acreditado de la Universidad de Las
Palmas de 40.000 millones de euros; si hubiera ética dispondríamos de
este dinero; otro ejemplo es el fraude fiscal y la evasión de capital a
los paraísos fiscales que están cifrados en 90.000 millones de euros al
año.
Si la ética de la honestidad, de la justicia, de la
honradez, de la responsabilidad social primara España no estaría en
crisis. Habría dinero suficiente no sólo para mantener la sociedad del
bienestar social, sino para mejorarla.
La solución a los graves
problemas de este mundo y a sus injusticias pasa ineludiblemente por la
ética que tiene como eje la defensa de la vida y la felicidad humana
como aspiración. Creo que hay que convertir los valores que humanizan y
nos humaniza en pensamientos que se expresen en emociones y que se
traduzcan en comportamientos.
Nuestro futuro pasa por esta ética,
esa que nos dice que tenemos que pasar por el mundo haciendo el bien y
dando lo mejor de nosotros mismos en cada momento.
(*) Sacerdote
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