MADRID.- El AVE se
convertirá este año en la estrella de las infraestructuras en España. El
Ministerio de Fomento destinará 9.570 millones de euros a obras y un
tercio de esa cifra -3.561 millones- se lo llevará la red ferroviaria de
alta velocidad, o lo que es lo mismo, uno de cada tres euros se
destinarán en 2015 a la inversión en lo que se considera es el proyecto
bandera de la primera legislatura del Gobierno de Mariano Rajoy. Será el
estandarte de su próxima campaña electoral. Un lujo para un país que
registra 4.447.711 parados y con recortes en proyectos sanitarios y de
educación, según publica www.capitalmadrid.com
Pese
a su alto coste y la escasa rentabilidad que aportan algunos de
los corredores, el Ejecutivo inaugurará este año 1.000
kilómetros de nuevas vías, lo que permitirá que el AVE llegue a
otras diez capitales de provincia. El eje Castilla-León conectará
las provincias de Zamora, Palencia, Burgos y León a través del tramo
Madrid-Segovia-Valladolid. Por el Este, el corredor Mediterráneo unirá
Valencia, Alicante con Castellón y Murcia. Por Andalucía, la red
llegará a Cádiz y Granada, mientras que el eje Atlántico enlazará
con Pontevedra y Vigo. Arrancará también el tramo de la comunidad
autónoma de Extremadura que conectará las ciudades de Plasencia y
Badajoz.
Todo un despilfarro que, según la oposición política, España no puede permitirse en unos momentos en los que se están produciendo fuertes recortes presupuestarios no solo en el aspecto sanitario o la educación, sino también en proyectos de investigación, y donde lo único que se busca -señalan tanto el PSOE como IU y UPyD- es captar votos.
Hasta el propio gestor de infraestructuras Adif considera que es una decisión demasiado pretenciosa llenar el país de redes de alta velocidad, teniendo en cuenta el grado de ocupación que algunos de estos corredores registran. Si los proyectos de Fomento se cumplen, a final de ejercicio acabaremos con 4.000 kilómetros de AVE, 2.000 kilómetros más de los que actualmente dispone Francia.
Excepto China, vamos a ser el país que más líneas rápidas tendrá en todo el mundo. De ahí que hasta los propios alemanes se pregunten cómo España, donde hay más de 24 millones de trabajadores sin empleo, puede disponer de una red de infraestructuras de alta velocidad tan extensa, tan costosa de construir y con unos presupuestos de mantenimiento tan elevados.
Críticas de Adif
Hasta el propio presidente de Adif, Gonzalo Ferre, ha cuestionado en más de alguna ocasión que se esté apostando de esta forma por el AVE, con las cifras de ocupación que aportan los corredores actuales. “Una red de alta velocidad como la actual, con 24 millones de usuarios al año, como tuvimos en 2013, no es sostenible, no tiene ni pies ni cabeza”, señaló hace meses Gonzalo Ferre en un foro. Y es que, por mucho que se empeñe la ministra de Fomento, Ana Pastor, en pregonar a los cuatro vientos los logros que se están alcanzando en España con la red de alta velocidad más extensa de Europa, no es de recibo que casi la mitad del presupuesto de inversiones del Ministerio se lo lleve el AVE.
“Vamos a tener que echar mucha imaginación para hacer rentable la inversión en ferrocarril”, declaró también en ese mismo foro el presidente de Adif. Las cifras hablan por sí solas. Mientras que en Alemania y Francia -dos países con un mayor nivel de renta que el nuestro- el ratio de empleo de la red de alta velocidad por parte de los ciudadanos es de dos veces al año, en España, en cambio, es de una vez cada dos años. Además, en Alemania hay 160 millones de usuarios de los trenes de alta velocidad; en Francia las cifras rondan los 120 millones de personas, y en España apenas si se alcanzan los 28 millones.
De ahí la sorpresa que provoca en los dos países más avanzados de Europa que España vaya a disponer de 4.000 kilómetros de vías de alta velocidad, cuando apenas si utilizamos la red por lo elevadas que son las tarifas. El presidente de Adif es consciente también que España ha entrado en un círculo vicioso de construcción de líneas rápidas del cual es difícil salir porque se han hecho una serie de infraestructuras, las cuales pararlas sería mucho más costoso y generaría más problemas detenerlas que seguir adelante con los proyectos.
Un informe encargado por el máximo ejecutivo de Adif demostró que paralizar los tramos que estaban previstos construir costaría unos 5.000 millones de euros, una cifra similar a la que supondrá finalizar las obras en curso. Por eso, habrá que ver si tramos como los de Extremadura o el eje de Castilla y León son rentables una vez echen a andar.
De lo que no hay duda es que la promoción de obras de líneas de velocidad rápida son actualmente los motores de la obra pública que se mueve en España. La licitación de contratos del AVE acaparó la quinta parte del total de obras promovidas por el conjunto de las administraciones públicas al sumar 2.664 millones hasta noviembre del pasado año, según los datos de la patronal de la construcción Seopan. En total, hasta noviembre, la cifra de inversión de obra pública ascendía a 12.267 millones de euros, un 60% más que en igual periodo de 2013. Las obras en carreteras han crecido también considerablemente tras alcanzar los 2.669 millones de euros, un 89% más.
Los datos de licitación empiezan ya a remontar después de seis años de caída libre. Aunque todavía estamos muy lejos de los 46.700 millones de euros que se licitaron en obras en 2006, lo cierto es que comienzan a haber más obras en todas las administraciones públicas. Los propios ayuntamientos están abriendo más la mano aunque no hay que olvidar que 2014 fue ya un año preelectoral y que los próximos seis meses se van a realizar muchos proyectos de acondicionamiento de infraestructuras, básicamente carreteras.
Por otro lado, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, está siendo bastante más flexible con la deuda de las comunidades autónomas y de los propios ayuntamientos, por lo que cabe esperar que se produzca un crecimiento en nuevas infraestructuras.
Todo un despilfarro que, según la oposición política, España no puede permitirse en unos momentos en los que se están produciendo fuertes recortes presupuestarios no solo en el aspecto sanitario o la educación, sino también en proyectos de investigación, y donde lo único que se busca -señalan tanto el PSOE como IU y UPyD- es captar votos.
Hasta el propio gestor de infraestructuras Adif considera que es una decisión demasiado pretenciosa llenar el país de redes de alta velocidad, teniendo en cuenta el grado de ocupación que algunos de estos corredores registran. Si los proyectos de Fomento se cumplen, a final de ejercicio acabaremos con 4.000 kilómetros de AVE, 2.000 kilómetros más de los que actualmente dispone Francia.
Excepto China, vamos a ser el país que más líneas rápidas tendrá en todo el mundo. De ahí que hasta los propios alemanes se pregunten cómo España, donde hay más de 24 millones de trabajadores sin empleo, puede disponer de una red de infraestructuras de alta velocidad tan extensa, tan costosa de construir y con unos presupuestos de mantenimiento tan elevados.
Críticas de Adif
Hasta el propio presidente de Adif, Gonzalo Ferre, ha cuestionado en más de alguna ocasión que se esté apostando de esta forma por el AVE, con las cifras de ocupación que aportan los corredores actuales. “Una red de alta velocidad como la actual, con 24 millones de usuarios al año, como tuvimos en 2013, no es sostenible, no tiene ni pies ni cabeza”, señaló hace meses Gonzalo Ferre en un foro. Y es que, por mucho que se empeñe la ministra de Fomento, Ana Pastor, en pregonar a los cuatro vientos los logros que se están alcanzando en España con la red de alta velocidad más extensa de Europa, no es de recibo que casi la mitad del presupuesto de inversiones del Ministerio se lo lleve el AVE.
“Vamos a tener que echar mucha imaginación para hacer rentable la inversión en ferrocarril”, declaró también en ese mismo foro el presidente de Adif. Las cifras hablan por sí solas. Mientras que en Alemania y Francia -dos países con un mayor nivel de renta que el nuestro- el ratio de empleo de la red de alta velocidad por parte de los ciudadanos es de dos veces al año, en España, en cambio, es de una vez cada dos años. Además, en Alemania hay 160 millones de usuarios de los trenes de alta velocidad; en Francia las cifras rondan los 120 millones de personas, y en España apenas si se alcanzan los 28 millones.
De ahí la sorpresa que provoca en los dos países más avanzados de Europa que España vaya a disponer de 4.000 kilómetros de vías de alta velocidad, cuando apenas si utilizamos la red por lo elevadas que son las tarifas. El presidente de Adif es consciente también que España ha entrado en un círculo vicioso de construcción de líneas rápidas del cual es difícil salir porque se han hecho una serie de infraestructuras, las cuales pararlas sería mucho más costoso y generaría más problemas detenerlas que seguir adelante con los proyectos.
Un informe encargado por el máximo ejecutivo de Adif demostró que paralizar los tramos que estaban previstos construir costaría unos 5.000 millones de euros, una cifra similar a la que supondrá finalizar las obras en curso. Por eso, habrá que ver si tramos como los de Extremadura o el eje de Castilla y León son rentables una vez echen a andar.
De lo que no hay duda es que la promoción de obras de líneas de velocidad rápida son actualmente los motores de la obra pública que se mueve en España. La licitación de contratos del AVE acaparó la quinta parte del total de obras promovidas por el conjunto de las administraciones públicas al sumar 2.664 millones hasta noviembre del pasado año, según los datos de la patronal de la construcción Seopan. En total, hasta noviembre, la cifra de inversión de obra pública ascendía a 12.267 millones de euros, un 60% más que en igual periodo de 2013. Las obras en carreteras han crecido también considerablemente tras alcanzar los 2.669 millones de euros, un 89% más.
Los datos de licitación empiezan ya a remontar después de seis años de caída libre. Aunque todavía estamos muy lejos de los 46.700 millones de euros que se licitaron en obras en 2006, lo cierto es que comienzan a haber más obras en todas las administraciones públicas. Los propios ayuntamientos están abriendo más la mano aunque no hay que olvidar que 2014 fue ya un año preelectoral y que los próximos seis meses se van a realizar muchos proyectos de acondicionamiento de infraestructuras, básicamente carreteras.
Por otro lado, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, está siendo bastante más flexible con la deuda de las comunidades autónomas y de los propios ayuntamientos, por lo que cabe esperar que se produzca un crecimiento en nuevas infraestructuras.
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