Este, que dicen que es pequeño, nos ha
abierto los ojos sobre cómo funcionan ciertos servicios públicos en esta
España picardeada. La Tía más que la Cía, parece si es verdad lo que el
citado Fran cuenta. Oiga, que tiene 20 años, y ya está en posesión de
múltiples fotos con Aznar, con Florenciano, etc. Que está en el balcón
de la calle Génova cuando Rajoy gana las elecciones, que es invitado a
la proclamación como rey de Felipe VI, que felicita a Juan Carlos I
cuando abdica, a través de móvil, porque tiene el número privado de uno
de los teléfonos del mismo, y éste le contesta dándole un millón de
gracias, que se va a Ribadeo, o donde quiera que sea, con coche oficial,
conductor y escolta. Negocia con la familia Pujol. Negocia con Ezquerra
Republicana. Negocia con Manos Limpias. Negocia con el secretario de la
infanta Cristina, y ésta cuando lo ve le da las gracias con un beso.
Después
de esto no me negarán ustedes que este tipo algo tiene de especial.
Tendrá más o menos delirios de grandeza o simplemente ganas de
protagonismo. Pero eso no varía el sentido y la existencia de una
verdad. Tiene documentos, conversaciones, encargos, amigos, eventos,
fiestas en áticos por su cumpleaños con gente muy importante. Se muestra
seguro hablando, no se pone nervioso, bebe agua sin prisa, no inclina
el hombro izquierdo como cuando uno está inseguro. No le tiembla la voz
ni las manos, a pesar de estar en televisión diciendo cosas que afectan a
todas las instituciones de este país. No tiene tics nerviosos, no se
toca repetidamente el pelo, no esquiva la mirada. Oiga, que está
diciendo al verdad. A mí un testigo me habla así en juicio y lo creo.
Desde
cuándo Asuntos Internos, que solamente, creo yo, investiga presuntas
infracciones criminales cometidas dentro de un cuerpo de seguridad del
Estado por alguno de sus miembros, desplaza tres coches (dada la
peligrosidad evidente del individuo) a detenerlo y llevarlo esposado al
calabozo. ¿Hay delito o simplemente es un aviso porque sabe demasiado y
se ha pasado de listo? Pues si era eso lo que se proponían han
conseguido el efecto justamente contrario. Fran no se calló sino que se
fue a la tele y a la prensa para contar con pelos y señales, hasta donde
el secreto sumarial lo permite, sus andanzas con la política y con
altas instituciones del Estado.
Por cierto, hasta ahora no he
visto que la vicepresidenta del Gobierno nacional, que es a la que más
afecta todo esto, según Nico o Fran, haya salido a la palestra a negar
claramente todas las afirmaciones de éste. Sólamente hay comunicaciones
oficiales de desmentidos, pero yo quiero verles la cara a esos
personajes „y no sólo por escrito„, como he visto en la tele la cara de
Fran, para poder opinar si dicen la verdad o no.
Nico o Fran no
miente en mi opinión. Lo único que ha sucedido es que con sus supuestos e
hipotéticos delirios de grandeza se les ha escapado de las manos y se
ha convertido en una hemorroide continua y aparente (como las
servidumbres legales) y también dolorosa. No matemos al mensajero. Mejor
planteémonos cómo este personaje con tan pocos años ha podido acceder a
todo lo que ha narrado. Incluido el teléfono personal del rey Juan
Carlos I.
Qué fuerte. Y encima que digan que se lo ha inventado todo... ¡Vamos, anda!
(*) Magistrado
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