domingo, 2 de noviembre de 2014

Podemitis / Ángel Montiel

Que los de Podemos son unos hachas en la cosa de la comunicación es ya un lugar común. Llego tarde a reconocerlo. Son tan duchos para instaurar sus mensajes que ahora, cualquiera que haga o diga algo que se salga de la omertá pasa por ser un activista de Podemos. Si te cabreas con el Gobierno, eres de Podemos. Si señalas a los golfos, eres de Podemos. Si se te ocurre decir que hay que echar a la patulea que ha enmierdado esta Región y este país, eres de Podemos. Si pones en evidencia los incumplimientos, los despilfarros, las corrupciones y los aprovechamientos personales, eres de Podemos. Para no ser de Podemos hay que callarse, aguantar, soportar, disimular, practicar el escepticismo, pensar que las cosas son así y nada se puede cambiar o, en todo caso, de cromos.
 
Es tan potente el discurso de ese movimiento que es imposible bordearlo. Y esto ocurre porque a alguien se le ocurrió decir que el rey iba desnudo, y todo el mundo lo vio. De modo que ahora, los del machito, se defienden adjudicando ‘podemitis’ a cualquiera que les ponga cero en conducta. Lo cierto es que nunca agradeceremos suficientemente a Podemos las puertas que han abierto, la libertad que han trasladado a la sociedad y el diagnóstico general sobre la esclerosis del sistema que cualquiera puede compartir. Ya han hecho la revolución; el corrimiento de tierras es palpable. Y sin tocar poder.

Que no, que no hace falta ser de Podemos para estar cabreado, para denunciar esta impostura, estos latrocinios, este vandalismo contra los derechos ciudadanos y hasta esta insolvencia para la simple gestión política y administrativa a lomos de la legitimidad democrática de las urnas. Aunque, bien mirado, un poco de ‘podemitis’ bien le vendría a la militancia del PP, esa mayoría silenciosa que en los bares de la vecindad se ve obligada a compensar con los triunfos del Real Madrid la vergüenza que sin duda sienten por la actuación de sus dirigentes.

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