jueves, 27 de noviembre de 2014

El obispo Ureña, medalla de oro de la ciudad de Murcia, fue destituido personalmente por el Papa


ZARAGOZA.- El arzobispo dimisionario de Zaragoza y ex obispo de Cartagena, Manuel Ureña Pastor, ha suspendido desde ayer toda su agenda pública tras confirmar él mismo que el Vaticano le pidió que anunciase su dimisión por motivos de salud para poder hacer público que se la aceptaba. Una reciente investigación de la Santa Sede en Zaragoza ha estado relacionada con "escándalos sexuales", según afirma el semanario católico Vida Nueva. Ureña tiene otorgada la medalla de oro de la ciudad de Murcia a instancia de su alcalde, Miguel Ángel Cámara.

Ureña, que luce como una rosa en público pese a recientes operaciones de corazón, menisco y próstata, argumenta su edad y recientes problemas secuenciales de salud para justificar sin escándalo su marcha pese a sus ambiciones nunca ocultadas de intentar alcanzar el cardenalato.
Sin embargo, las razones de su renuncia ya no están tan claras, después de que El Heraldo de Aragón publicara en su edición de ayer que Ureña ha dejado el cargo por orden directa del Vaticano. 
En la Santa Sede, al parecer, no se habrían entendido las razones por las que Ureña dio a principios del mes de noviembre una indemnización de unos 60.000 euros a un diácono, Daniel Peruga Martí, al que finalmente se decidió no ordenar sacerdote porque, al parecer, había denunciado un presunto acoso por parte de un párroco aragonés con el que convivió dos años y medio en la misma casa parroquial de Épila, un pueblo de 4.000 habitantes al sur de la capital.
El diácono, de 27 años, estuvo en la parroquia de este pueblo de Zaragoza desde 2011 hasta la pasada primavera de 2014, cuando trasladó su residencia a otra parroquia de la capital aragonesa, que también abandonó este mismo mes de noviembre.
Al parecer, el diácono llegó a hablar con el arzobispo de fotos comprometedoras, pero no aportó ningún tipo de prueba, razón por la que Ureña no le dio credibilidad.
Ureña mantiene que decidió indemnizar con 60.000 euros (y pagar otros 45.000 en concepto de impuestos a Hacienda) al diácono para ayudarle a rehacer su vida tras impedirle ser ordenado sacerdote. De hecho el abono se hizo a través de la nómina de noviembre y en concepto de "rescisión de la relación laboral".  
Cuando tomó esta decisión, Ureña sabía que el joven había presentado quejas contra el párroco de Épila por un supuesto acoso.
Desde Radio Zaragoza se apuntó que la Santa Sede obligó a Ureña a dejar el cargo de forma fulminante por no atajar el problema. 
El caso de esta supuesta indemnización fue puesta en conocimiento del Vaticano por personal del arzobispado de Zaragoza, que no estaba de acuerdo con el pago.
Desde el propio Arzobispado se cuestionó la forma y los motivos de la elevada indemnización y se trasladó el asunto a la Santa Sede. Pocos días después, el pasado 12 de noviembre, el papa Francisco aceptó la renuncia de monseñor Ureña, en conformidad con el artículo 401.2 del código de Derecho Canónico, según informó el Vaticano a través de un comunicado de prensa. 
Dicho artículo dice textualmente: «Se ruega encarecidamente al obispo diocesano que presente la renuncia de su oficio si por enfermedad u otra causa grave quedase disminuida su capacidad para desempeñarlo».
Ese mismo día, desde el Arzobispado, indicaron que monseñor Ureña, de 69 años y natural de Albaida (Valencia), abandonaba su cargo por motivos de salud. Él mismo, en rueda de prensa, justificó su renuncia debido a su mala salud y a las operaciones a que se había sometido. Hay que «tener una salud de hierro» para estar al frente de la Diócesis, dijo.
Posteriormente, durante su intervención ante el Colegio de Consultores de la Archidiócesis, Ureña corroboró que recibió una llamada de la Santa Sede en la que decían estar al tanto de lo ocurrido y en la que le exigían que abandonara sus responsabilidades al frente del arzobispado de Zaragoza.
Fue el propio papa Francisco quien le urgió personalmente a renunciar, tras descubrir un sospechoso manejo de dinero, según revela el diario 'El País', para esconder un caso de acoso.
Hace apenas una semana, el Boletín Diocesano de Zaragoza publicó una carta en la que el arzobispo Ureña explicaba su renuncia por motivos de salud: "Para obedecer a Dios y no exasperar ni forzar a la naturaleza. Demos gracias al Santo Padre Francisco por haber descargado a este hijo y hermano suyo de los graves trabajos del ministerio pastoral".
Concluía afirmando que "seguirá trabajando en favor del Evangelio de otro modo, en silencio y pidiendo perdón a Dios por las ofensas que le han infligido y le infligen sus pecados".
Ureña, en apenas 20 años, fue obispo, sucesivamente, de Ibiza, Menorca, Alcalá de Henares y Cartagena, y arzobispo de Zaragoza desde el 2 de abril de 2005. Su nombramiento, a instancias del cardenal Antonio María Rouco Varela, fue entonces una gran sorpresa. Se dijo oficialmente que lo había decidido aquella misma mañana Juan Pablo II, quien murió nueve horas más tarde.
Ureña fue ordenado sacerdote el 14 de julio de 1973 en Valencia y obtuvo en Roma la licenciatura y el doctorado en Filosofía Pura por la Pontificia Universidad Angelicum. Su consagración episcopal tuvo lugar el 11 de septiembre de 1998 a manos del Nuncio en España, Mario Tagliaferri.
Entre las distinciones recibidas destacan las de Hijo predilecto de Albaida, medalla de oro de la ciudad de Murcia, Defensor de Zaragoza 2008, premio IACOM (Instituto Aragonés de Comunicación), premio Fundación Carlos Sanz 2010 y caballero de honor de Ntra. Sra. del Pilar.
El 8 de julio de 1988 llegó a la diócesis de Ibiza, ejerció de administrador apostólico en la Diócesis de Menorca entre 1990 y 1991 y el 23 de julio de 1991 fue nombrado primer obispo de la diócesis de Alcalá de Henares, recién desmembrada de Madrid. Llegó a Zaragoza en abril de 2005 procedente de la diócesis de Cartagena, en la que había sido nombrado obispo el 1 de julio de 1998 y en la que había sido gran canciller de la Universidad Católica de Murcia (UCAM), de la que también es doctor 'honoris causa' desde 2011 para mayor gloria personal de José Luis Mendoza, presidente de la fundación que la rige y explota. 

Denuncia del párroco de Épila

El párroco de Épila, Miguel Ángel Barco, de 47 años y natural de Barcelona, ha presentado ahora ante la Guardia Civil una denuncia por calumnias contra el que fuera diácono de su parroquia, quien le acusa de presunto acoso sexual durante el tiempo que ambos compartieron vivienda en la localidad zaragozana.
Fuentes de la Guardia Civil han señalado que la denuncia por calumnias la presentó en el cuartel de la localidad  y que está en proceso de instrucción.
El cura niega las acusaciones del diácono, que las puso en conocimiento del que hasta hace dos semanas fue arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña, y sostiene que todo obedece a una venganza porque le culpa a él de que finalmente no fuera ordenado sacerdote. "Se ha vengado de mí por mi negativa a su proceso de ordenación", aseguró.
"No puede presentar ninguna foto comprometedora –añadió Barco– porque sencillamente nunca ha existido un acoso sexual".
El sacerdote, que fue ordenado hace 18 años y lleva siete ejerciendo su labor pastoral en el municipio zaragozano, mostró su desconcierto por el giro que han tomado los acontecimientos. De hecho, insiste en que detrás de las quejas por supuesto acoso del diácono –éste nunca presentó denuncia– únicamente hay un "deseo de venganza".
Recuerda que el joven llevaba dos años y medio vinculado a su parroquia, pero que este decidió marcharse la pasada Semana Santa. "Lo hizo tras entrar en mi ordenador, ver mis mensajes privados y leer el informe que estaba preparando para el arzobispo en el que le explicaba que este diácono no reunía condiciones para ser ordenado sacerdote", indicó Barco.
Añadió que el joven no encajó bien su decisión y que incluso llegó a amenazarle con difamarle. "Me dejó una nota manuscrita en la que me decía que me atuviera a las consecuencias", aseguró el párroco, quien reconoció que no conserva dicho documento. No obstante, afirma que sí tiene testigos que escucharon en los meses de mayo y julio las versiones contradictorias que ofrecía el diácono.
Su ordenación como sacerdote estaba prevista para el pasado mes de septiembre, pero el informe negativo de Miguel Ángel Barco truncó sus aspiraciones. Mantiene el párroco que el diácono empezó a "vengarse" colgando una información en internet en la que revelaba que se estaba estudiando la posible venta del retablo de la iglesia parroquial de Santa María la Mayor de Épila."Lo hizo con intención de poner al pueblo contra mí, porque era una decisión que él mismo compartía", manifestó el sacerdote.
Miguel Ángel Barco también se sorprendió de la cantidad que ha recibido el diácono y aseguró que hasta ayer desconocía que el arzobispo había autorizado un desembolso de esa cuantía. "A mí me habían dicho que le iban a ayudar, pero no sabía que de esta manera", manifestó Barco, quien reconoció que desde hace tiempo le une una gran amistad con Manuel Ureña, pero insistió en que este nunca le consultó ni le concretó cómo se había resuelto el despido de este joven. Recordó que normalmente se les ayuda económicamente para que siguan estudiando pero que "nunca se da la cantidad de golpe".
"Creo que tras amenazarme a mí se la ha jugado al arzobispo", aseguró.
El que ha preferido no hacer declaraciones es el diácono al que Manuel Ureña ordenó indemnizar. Personas de su entorno aseguran que está también muy afectado por la dimensión y la repercusión que han adquirido los hechos, razón por la cual ha optado por no pronunciarse ni dar su versión de lo ocurrido. El diácono, que en ningún momento denunció nada ante la Policía y que se limitó a trasladar sus quejas al Arzobispado, quiere que se respete su intimidad, según estas mismas fuentes.
Por su parte, tanto el alcalde de Épila, Martín Llanas, como numerosos vecinos consultados tras publicarse la noticia explicaron que tanto el párroco como el diácono son dos personas muy queridas en el municipio.
El Arzobispado de Zaragoza ha anunciado hoy en un comunicado que ha iniciado investigaciones para esclarecer el caso.
"El Arzobispado ha iniciado las investigaciones necesarias para el esclarecimiento de estos supuestos hechos y de la determinación de las responsabilidades a las que hubiera lugar", señala.
En todo caso, asegura que "puede justificar" el pago de la cantidad de 60.000 euros netos al diácono Daniel Peruga Martí, a través de la nómina del mes de noviembre. "Este es el único pago realizado con fondos del Arzobispado", ha indicado la Diócesis, en un comunicado, que firma el administrador diocesano, Manuel Amor.
Sobre el diácono se apunta que inició su vinculación con la Archidiócesis de Zaragoza durante el curso 2006-2007, al ser admitido como seminarista. "Ya en su condición de diácono y en los primeros días de noviembre de este año, solicitó por propia voluntad, a través de una instancia dirigida al Santo Padre, la pérdida del estado clerical y la dispensa de la obligación del celibato", añade el comunicado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé si este Mendoza que aquí se cita será el mismo que yo conocí en Murcia cuando él era joven y vivía todas las horas del día por un completo culto al cuerpo y casi sin salir del gimnasio, aunque creo que sí es él

Anónimo dijo...

Ureña fue el que autorizó la venta de una de las 17 FUNDACIONES DE SANTA TERESA, EL CONVENTO MADRES CARMELITAS DE CARAVACA DE LA CRUZ para hacer supuestamente un hotel que después se ha demostrado lo que realmente ha sido EL AVAL AL HOTEL THALASIA de San Pedro del PINATAR y dudo mucho que Mendoza estuviese en este lodazal, me consta que no es así