sábado, 1 de noviembre de 2014

De la primavera al asalto de los cielos / Andrés Pedreño *

La Primavera de la protesta de los últimos años ha dibujado una geografía mediterránea que se extendió por el Norte de África (las llamadas 'revoluciones árabes') y el Sur de Europa. Por ello, también en España hemos podido experimentar ese devenir con el que algunos analistas han caracterizado el transcurso de las revoluciones árabes: De la primavera de las revoluciones al invierno de nuestro descontento» (afortunada frase de Bryan Palmer en la revista Sociología Histórica). Pues aquí también tuvimos nuestra Primavera: aquella inmensa ola de deseo político y de democracia que fue el 15M. Pero después vino su reverso tenebroso, el invierno de nuestro descontento: el continuum de corrupción política que, día sí día no, salpica los medios de comunicación (el penúltimo episodio, la denominada Operación Púnica).

Pudimos dejarnos arrastrar por el invierno de la descomposición del actual régimen de bipartidismo (PP y PSOE), pero afortunadamente no fue así€ La irrupción de lo imprevisible, de un acontecimiento inesperado como ha sido la emergencia de Podemos ha creado una maravillosa y fecunda línea de fuga que nos ha sacado de la larga y gélida noche de la corrupción neoliberal, para resituarnos en un escenario que nos posibilite «el asalto a los cielos» (por repetir la afortunada expresión marxiana utilizada por Pablo Iglesias en el discurso de apertura del Primer Encuentro Presencial de la Asamblea Constituyente de Podemos, el pasado 18 de octubre). De nuevo la pasión política, pero esta vez con el objetivo preciso de tomar el poder a través del ciclo electoral que se abre esta primavera del 2015.

En este país, nunca se había concebido que las discusiones propias de la Asamblea Constituyente de un movimiento político se estén realizando de la forma en que las ha realizado Podemos, esto es, con el máximo grado de apertura al espacio público, visibilidad y transparencia. De tal forma que cualquier ciudadano o ciudadana ha podido participar y discutir en la conformación ética, política y organizativa de este movimiento político que quiere ganar democráticamente las instituciones para recuperar la democracia y ponerla de nuevo al servicio de la colectividad. ¿Por qué se ha hecho así?

Podemos leyó el 15M como un acontecimiento revitalizante del espíritu de los movimientos europeos de revolución democrática desde al menos 1789. Las plazas de aquellos meses de mayo y junio de 2011 se llenaron de pasión política y entusiasmo. Podemos se propuso recrear una política de las emociones. Cualquiera que se haya acercado a las asambleas de los círculos, cualquiera que se haya asomado a ese vibrante espacio virtual de discusión colectiva que es Plaza Podemos, como cualquiera que haya querido participar en las votaciones para las Primarias Abiertas de las elecciones europeas o para votar los estatutos (ético, político y organizativo) constituyentes de Podemos, habrá podido experimentar esa política de las emociones que hace de Podemos un auténtico torrente, metáfora geofísica que quiere enfatizar lo que de imparable y arrollador tiene esa energía.

Las apuestas no han sido fáciles. En la cultura política española de los movimientos sociales siempre existió un prejuicio hacia el liderazgo político. También hubo que vencer el apego casi religioso a ciertas identidades „´ser esto o aquello´„ o inclusive a determinados esquemas analíticos. Siendo más laicos con nuestras identidades políticas, hemos conseguido evidenciar que uno no se casa con símbolos, sino con contenidos programáticos que hasta hace bien poco han formado parte de nuestras conquistas civilizatorias: la sanidad y la educación pública, los servicios municipales de agua o la fiscalidad progresiva.

Las anteojeras ideológicas siguen en muchas ocasiones actuando para no ver que Podemos es un freno de emergencia a una situación alarmante de corrupción política y de degradación de las condiciones de vida de la gente. Todos, absolutamente todos, independientemente incluso de nuestras filiaciones partidistas, estamos llamados a protagonizar esta necesaria revolución ciudadana democrática. En Podemos se están dirimiendo cuestiones de supervivencia colectiva básicas.

Vienen unas elecciones municipales. Tal y como establece su recientemente aprobado documento político (el pasado lunes 27 de octubre), y una vez se instituyan los denominados Consejos Ciudadanos, Podemos se unirá o impulsará en muchos municipios Candidaturas de Unidad Popular. Una de las fórmulas posible es la que proporciona la Ley Electoral con las llamadas Agrupaciones de Electores: es un conjunto de ciudadanos que se asocia temporalmente con el único fin de presentar una candidatura a unas determinadas elecciones, necesitando para ello presentar ante notario un número mínimo de firmas (en municipios del tamaño de Murcia o Cartagena la Ley establece al menos 5000 firmantes). 

Personalmente me resulta atractiva esta fórmula pues implica hacer del propio proceso de recogida de firmas entre la ciudadanía una forma de generar en el tejido social esa energía emocional a la que hacía referencia anteriormente y que me parece básica si queremos ganar. Participar emociona ¡y de qué manera politiza! De barrio en barrio, de pedanía en pedanía, convocaremos a la ciudadanía a que se agrupe en candidaturas de unidad popular con el fin de recuperar los ayuntamientos para la democracia. Con cada firma, refrendada ante notario, se expresará un deseo ciudadano de cambio político: cada firmante será un «no al AVE sin soterramiento», será un «no a los cortes de agua», será un «no a los desahucios», un «no a la destrucción de la huerta», un «basta de corrupción», etc.

En las elecciones autonómicas, el documento político aprobado establece que Podemos estará con sus propias siglas (aunque se contempla la posibilidad de en casos excepcionales ir en confluencias más amplias previa solicitud de un 10% de los inscritos y posterior referéndum mediante voto directo del conjunto). Seguiremos horadando transversalmente las fronteras que compartimentan a los electorados según los esquemas Derecha-Izquierda que tan funcionales les han sido al corrompido régimen bipartidista (PP-PSOE). Consideramos que la configuración del Estado español como un Estado autonómico hace necesario que Podemos, en cuanto movimiento de lucha por la democracia, esté presente tanto en las elecciones autonómicas de mayo de 2015 como en las elecciones generales del otoño. En ambas escalas territoriales, la autonómica como la central, Podemos puede vertebrar una mayoría social alejada del viejo esquema Derecha-Izquierda y que se proponga usurpar el poder a la casta oligárquica (política y económica) que nos ha llevado al actual invierno de la corrupción y el desempleo de masas.

Me permito acabar con las palabras de un viejo profesor, Jesús Ibáñez, a quien estoy seguro le hubiera gustado vivir este milagroso acontecimiento social: «No se profundiza la democracia profundizando sólo su expresión (los dispositivos electorales). Pero, ¿una profundización de su expresión puede ayudar a la profundización de su contenido? Probablemente, sí. El camino que profundiza la democracia es el camino que descubre lo político que hay debajo de todas las prácticas. El mayor enemigo de la democracia es la despolitización» (en A Contracorriente, 1997).

(*) Profesor titular de Sociología de la Universidad de Murcia

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