martes, 25 de noviembre de 2014

Campos no queda bien parado hoy en una muy leída columna de prensa

MURCIA.- El columnista Ángel Montiel revela hoy en su columna habitual de 'La Opinión', versión digital, que el consejero y fiscal Manuel Campos era una suerte de talismán para los imputados del Gobierno regional y del PP y que Valcárcel, a su marcha, recomendó a Garre mantenerlo a toda costa en el gabinete 'por seguridad jurídica'.

Bajo ese eufemismo, Montiel ve una forma de hilo directo con la Fiscalía aunque, a su juicio, Campos acabó siendo una especie de coleguilla de los imputados al estar en excedencia y poder asesorarles en cada momento, sabiendo, como sabe, las claves internas del Ministerio Público.

Cuando mañana miércoles se reincorpore a su plaza de fiscal en Murcia hay expectación sobre como le reciben sus verdaderos colegas tras saber hoy por Montiel que "iba y venía con chismes de un lado a otro y evaluaba con algunos de los imputados de dentro y de fuera del Gobierno la evolución de los casos, o bien advertía sobre nuevos movimientos judiciales o de investigaciones que afectaban a este alcalde o a aquella alcaldesa. Todo de manera discreta y confidencial".

Por seguridad jurídica / Ángel Montiel

Mantén a Campos porque te dará seguridad jurídica”. Es el curioso consejo que le ofreció Valcárcel a Garre para indicarle que el fiscal era uno de sus intocables. El pretexto no puede ser más rebuscado, pues la Comunidad Autónoma, que es la primera empresa de la Región, dispone ya de los servicios jurídicos más dotados y competentes que los que pueda contar cualquier otra institución o entidad. Por esa regla de tres todos los consejeros debieran ser fiscales, jueces o abogados. En realidad, la permanencia y continuidad de Manuel Campos en el Gobierno se debe al interés de Valcárcel por mantener una fuente de contacto con la Fiscalía en estos tiempos convulsos plagados de desagradables sorpresas para los confiados administradores de los recursos públicos.

El propio Campos era consciente del papel que le tocaba, e iba y venía con chismes de un lado a otro y evaluaba con algunos de los imputados de dentro y de fuera del Gobierno la evolución de los casos, o bien advertía sobre nuevos movimientos judiciales o de investigaciones que afectaban a este alcalde o a aquella alcaldesa. Todo de manera discreta y confidencial. En su día hasta propició un almuerzo con Valcárcel y el fiscal jefe. Por esto, su paso desde Presidencia a la consejería de Obras Públicas, cuando el intercambio de la vara de mando entre Valcárcel y Garre, lo celebró casi como una liberación y lo interpretó como la consecuencia de un reconocimiento a sus capacidades. El nuevo presidente le daba una oportunidad como gestor de altura para la que su condición de fiscal no era lo importante.

Es curioso que ahora haya caído precisamente porque Garre desconfiaba de la seguridad jurídica del acuerdo que el consejero pretendía cerrar con Sacyr, el grupo mayoritario y voz cantante de la concesionaria del aeropuerto. El presidente no veía suficientes garantías en un plan consistente en que la empresa empezaría a asumir el préstamo, que ahora paga la Comunidad como avalista del mismo, con cargo a los supuestos beneficios de la gestión del aeropuerto tras cinco años de carencia en ese compromiso.

Garre no es fiscal, pero es abogado, y también sabe algo sobre seguridad jurídica.

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