sábado, 29 de noviembre de 2014

Albarracín comienza a meterse en política / Apunte de Argárico

Confieso que no conozco personalmente a José María Albarracín Gil, desde hace pocos meses presidente de la CROEM, aunque en la distancia me ha sorprendio lo poco - ¿o mucho?- que sabe de política de provincias aunque él la haya hecho anteriormente de cierta altura desde la Asociación de la Empresa Familiar y patronales europeas ó mundiales del sector a que se dedica toda su vida, el clásico del pimentón, heredado de varias generaciones de ancestros. 

Por algo 'Juan José Albarracín S.A.' es la empresa viva más antigua de la Región, por delante de otras autóctonas aunque no me consta que esté en el pelotón de cabeza con Muñoz y Cía, Grupo Fuertes, Hefame, García Carrión, Cajamurcia, Mivisa, Hero..., según la consultora 'Axesor'  que, a lo mejor, sí porque se lo monta mejor. Muchos sabrán lo que quiero decir, especialmente los grandes exportadores murcianos.

Pero es más, Albarracín también proviene por parte de madre de toda una saga de legendarios conserveros de Molina de Segura, los Gil Moreno, una de las dinastías más solidas que han existido en ese sector (con Olayo, Rogelio, Ramón y Pepe a los mandos) hasta que se extinguió por un proceso natural. Luego, genética empresarial tiene de sobra el presidente de la CROEM. Pero no tengo noticia de que ninguno de sus familiares, antes y/o ahora, haya jugado a la política con todo lo que tenían que hacer todos los días en su propia empresa, ambas líderes en su tiempo y en los mercados exteriores, estoy seguro.

En sus primeros y arriesgados movimientos Albarracín ha conseguido alertar a los políticos del PP en presencia porque se le nota demasiado precisamente su ambición política por aquello de la comunicación no verbal que irradia sin saber que los interesados también la perciben aunque tampoco creo que él trate de disimularla mucho. Confieso que su primera visita oficial a Valcárcel me decepcionó un poco pero ahora veo que acudió disfrazado de amigo para despedir al que ya no le iba a estorbar en unos planes todavía a medio esbozar.

Creo que Albarracín sabe que inquieta en San Esteban en su ir, cada vez, más allá porque detecta una interinidad clara y pérdida de solidez. Ahora se ve que no irrumpió en las elecciones de la CROEM en un arrebato, sin programa oculto y sin equipo en la sombra. Y sin objetivos estratégicos personales a corto y medio plazo, por lo menos. La prisa le delata pero entiendo que corre porque los tiempos son de vértigo, todo se precipita y el poder político regional, sin la experiencia de Valcárcel, no para de dar bandazos y sumar claudicaciones ante Madrid por la debilidad en que le tiene sumido tanta imputación judicial y cierta orfandad. En un patio de ciegos nadie negará que Albarracín aparece oportunamente como el de mejor vista y menos ataduras. Y él lo sabe.

El presidente de la CROEM es considerado hoy desde aquí, sin embargo, un previsible imprevisible tras su entrada en el Comité Ejecutivo de la CEOE, sanedrín que como potente 'lobby' nacional presiona y condiciona a La Moncloa dentro de unos límites, aceptables y tolerables por quien ostenta la legitimidad democrática, dentro de una especie de equilibrio inestable. Si Albarracín destaca en las propuestas de estrategia y acierta en tiempos tan erráticos, pronto hará en Murcia lo que quiera porque en Madrid habrán descubierto al hombre oportuno para momento tan complejo e incierto. Puede pasar.

Pero el problema no le surgirá en Madrid. En su tierra ha despertado recelos dentro de los empresarios acostumbrados a controlar la CROEM desde su fundación, básicamente el Metal y la Construcción, con lo que eso de que irrumpa un coloso del clásico macrosector agroalimentario y con el apoyo del líder entre los líderes, Tomás Fuertes (ahora en el Comité Ejecutivo de la Cámara de Comercio de España), los ha puesto discretamente en marcha hasta situar a Albarracín en una diana si traspasa las líneas rojas no marcadas de intereses creados pero que existen o, al menos, existían. Sometido a estrecha vigilancia desde dentro, les aseguró que está, aunque cuente con aliados naturales para la contravigilancia y también soplones en la calle de al lado.

La única duda que albergo es la incondicionalidad de los apoyos conque contó para llegar a ocupar el despacho en Santa Teresa. Porque si bien puede parecer que la cosecha de enemigos está en San Esteban y González Adalid, que los habrá y bastantes, los que debieran preocuparle son los colegas que, a través de sus peones clásicos, han venido controlando y moviendo los hilos de una CROEM que colocó a Valcárcel donde ha estado casi 20 años, y que no sé hasta que punto están o no en condiciones de aguantar los tiempos marcados por una especie de outsider, surgido en el momento de la mayor de las incertidumbre para la vieja casta instalada de Murcia desde el tardofranquismo. Y Albarracín es el 'Pablo Iglesias', que ha tenido que llegar cuando la CROEM necesita otro estilo y una nueva generación de empresarios marcando el rumbo. Vamos a esperar a ver qué le pasa en 2015.

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