viernes, 3 de octubre de 2014

Nada preocupado el caradura / Apunte de Argárico

Valcárcel ya no anda tan preocupado con la revisión criminal de su largo periodo político. Ayer, jueves, lucía felíz junto a su esposa; sí, sí, Charo Cruz, ambos recién llegados a Murcia desde Bruselas vía Alicante.  Quizá es que tiene mejores noticias de Génova 13 o que ve muy lejos tener que pedir el Supremo un suplicatorio a Martín Schultz desde Madrid. No sé pero dicen que tiene buena cara, y dura, muy dura, porque nunca aportó valor añadido a nada en su vida.

Se bajaron de un Citroën negro con chófer (?), cargados de equipaje y de compras de temporada en Europa, prestos a disfrutar de su nueva mansión en la Gran Vía (vecinos casualmente del presidente de la Audiencia Provincial y esposa), bastante ajenos al sufrimiento de los más de 140.000 parados de la Región, generados mientras él gobernaba o se dedicaba a otros menesteres más satisfactorios junto al familiar listo que suele meditar a diario en el Malecón (de Murcia, no de La Habana) y ahora dispuesto a pasar un mes en algun país de América del Sur. La pobreza ya no es cosa suya ni nunca lo fué desde 1995 o poco antes, siendo ya concejal.

Como si supiese que la Fiscalía no va a seguir apretando, presionada desde arriba, y que los magistrados del TSJ le pasan contrariados la patata caliente a un Tribunal Supremo ocupado ahora en demasiadas cosas porque la putrefaccion en España es muy grande y Murcia es sólo algo así como el 2,5% para todo, se disponía a pasar el ilustre caradura político un fin de semana dedicado al control de su bien organizada banda local, indiferente al verdadero sentir de la sociedad murciana, degradada ya a unos niveles casi latinoamericanos e incapaz de reaccionar por ignorante y muy envilecida en sus niveles más insospechados. Hasta es posible que cierto temor al entorno del eurodiputado se haya instalado, incluso, en nuestra Ciudad de la Justicia.

Aparece así el letrado insistente como un elemento exótico e impotente frente a los intereses creados a los que Valcárcel, por otra parte, tiene sometidos hasta el extremo aunque estén deseando fulminar a este caradura casi sin currículo profesional alguno, para que desaparezca y levante por fín el pié para siempre, no vaya a ser que se le vaya la lengua en defensa propia. Dice del letrado que le odia pero no por qué le odia, al menos que sea una fuga hacia adelante para justificar la batería de posibilidades que aún alberga la estrategia jurídica de quien también optó a Estrasburgo y se tuvo que quedar en Murcia de la mano del juez Elpidio Silva.

La verdad, sin embargo, es que les queda a sus adversarios más de una esperanza de acabar con el dragón sin caer en la cuenta de que su sanjorge habita de forma permanente en Caravaca de la Cruz, como no podía ser de otra forma, aunque no creo que apueste y se la juegue por gente igual o peor que Valcárcel, a las que éste apartó por su mal olor político, especialmente los provenientes de 'Alianza Popular' y de más al sur y oeste de la Región de Murcia, y que 19 años después siguen apestando como un estercolero y lanzando bilis desde los extramuros de la capital del Segura por no haberlos dejado participar del presunto saqueo que vienen denunciando desde donde únicamente les dejan, previo paso por caja de otro caradura menor por especie de ratero. 

Si el terciario franciscano tuviese más perspectiva de la que acostumbra y los mal llamados caleristas (que no Calero) estuviesen menos cegados por el odio y el deseo de venganza, aparte de sus muchos años y sus vergüenzas ocultas, el ex presidente les duraba un asalto, sabiendo dónde buscar la documentación precisa y muy completa en algun lugar no urbano de la Vega del Segura, aguas abajo de la Contraparada, donde es prácticamente imposible que hoy puedan acceder Adrián Ángel Viudes o Cristina Gutiérrez y, por supuesto, De Ramón, a buen recaudo de aquellos ojos que traslucen rencor en vez de afán de justicia por cuña de la misma madera.  

No sé si con esta tensión, su custodio no se la habrá llevado ya a su casa de Madrid a pesar de tanto archivador que cargar y transportar. Se lo preguntaré cuando lo vea en Navidad o quizá para Todos los Santos (¿inocentes?). Porque ni el obispo de Cartagena es de muy de fiar, observada su última trayectoria con tantos que lo señalan como lo que no parece y resulta ser. ¡Qué tiempos, Dios mío!

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