lunes, 15 de septiembre de 2014

Podemos y el Golem / Ramón Cotarelo *

Magnífica entrevista de Orencio Osuna a Pablo Iglesias hoy en Nueva Tribuna. Orencio, eres un crack; Pablo también, pero de él ya se sabía. Una entrevista larga, bien estructurada con preguntas pertinentes y respuestas interesantes. Será un texto decisivo para clarificar el ideario de Podemos, cosa que parece preocupar a muchos. Horas antes de morir, Emilio Botín dejó dicho que las dos cosas que más le preocupaban era Podemos y la independencia de Cataluña. No es tan oscuro como un oráculo de Delfos, pero suscita análoga temerosa reacción. De la independencia de Cataluña nadie quiere saber nada, salvo los catalanes y el resto del planeta, excluida  España. De Podemos, en cambio, todos quieren saber todo y hasta hay quien presume de saberlo; de saberlo todo.

Palinuro, que no sabe nada, está muy agradecido por un texto tan clarificador. Su lectura, muy amena por cierto, es provechosa por lo que se dice, tanto como lo que no se dice. Tiene altura y enjundia teórica, sobre todo respecto al concepto de izquierda, algo que siempre ha preocupado mucho a la izquierda. Y suscita algunas cuestiones  que aquí toman la forma de modestas apostillas.

Revolotea sobre la entrevista un ánimo fiero de lucha que se fija en dos objetivos: 1º) hay que acabar con el Régimen del 78, a base de denunciarlo, ponerlo ante sus contradicciones, criticando su carácter castizo y, por fin, venciéndolo en unas elecciones limpias, inicio de una cambio en el sistema político. De hecho, la palabra "cambio" aparece 29 veces en el discurso de Iglesias; cero veces el de "revolución". 2º) No hemos venido a perder, como ha hecho tradicionalmente la izquierda, sino a ganar. El infinitivo "ganar" también está muy presente, casi tantas como el término "poder".

Suena todo más que razonable. Es un discurso radical en tono moderado. El Régimen del 78, al que también Osuna diagnostica en crisis terminal, está agotado, no ofrece más salida que la perpetuación del bipartidismo turnista, es un régimen de "vendepatrias" (condición que comparte con los de otros países europeos) y se derrumbará dejando paso a un cambio de sistema político. Subrayo cambio así como la ausencia del concepto de revolución porque, obviamente, es muy significativo respecto al tono general del discurso.

Iglesias está harto de la historia de derrotas de la izquierda e insiste en que Podemos ha salido a ganar. No tanto a tomar por sí solo el poder político, pues el cálculo es siempre electoral y excluye las opciones leninistas, como a condicionarlo en alianza con otros. Ganar, ser eficaces, tomar el poder, al menos en parte, es el objetivo esencial. Expresamente arremete Iglesias contra la izquierda testimonial que se conforma con su ocho o diez por ciento del voto. Eso es un fracaso. Hay que ir a más. Conseguir el apoyo de la mayoría. ¿Qué mayoría?

Aquí aparece el meollo de la entrevista, en forma de una larga y elaborada consideración sobre la izquierda en pasado, presente y futuro, sobre su esencia y su existencia. A veces el asunto resulta algo galimatías. El postulado esencial es que la clave izquierda/derecha ya no sirve. Creo que es la primera vez que leo que la visión en términos de izquierda/derecha beneficia a la derecha. No digo que no; pero convendría explicarlo algo más, cuenta habida de que, hasta la fecha, quien más ha insistido en que la oposición izquierda/derecha está anticuada es, precisamente la derecha. No es fácil entender cómo refutar esta idea pueda ir en beneficio de quien la sostiene. Podemos quiere trascender la disyuntiva izquierda derecha, quizá al modo del aufheben hegeliano. Como ese proceder suele verse en la sabiduría convencional como un signo de fascismo o falangismo y, por supuesto, populismo, Iglesias hace un guiño al izquierdismo y pide a quién quiera conocer su vocación profunda que la busque en internet. Todos sus referentes culturales y políticos son de izquierda y tan profundos que afirma llevarlos tatuados en las entrañas. Enhorabuena, Luisa,  por la parte que te toca; aunque eso de que le tatúen algo a uno en las entrañas debe de ser molesto. ¿Por qué esta necesidad de afirmación de genuina y vieja militancia? Para que no haya duda: somos nosotros, los de siempre, aunque parezca que no, a juzgar por lo que decimos, aunque parezcamos otros por el discurso. Exigencias de la eficacia.

Esto es lo que también el saber convencional llama pragmatismo. Salir a ganar a toda costa, tiene sus sacrificios. Por ejemplo, es posible que uno se crea obligado a decir, como hace el entrevistado: Cometeríamos un error -esto es mi opinión, aunque tendremos que discutirlo en la asamblea- si antepusiésemos el interés de Podemos como marca política exitosa a las necesidades de la transformación política de nuestro país. Lenguaje políticamente correcto; lo dicen todos los políticos, castizos o no. Primero la Patria y luego nuestros intereses. Esto de la Patria tiene su telendengue en Podemos. El asunto está claro, pero con sus riesgos. A la hora de diferenciarse de esa izquierda tradicionalmente derrotada, Podemos se niega a identificar un destinatario específico de su discurso, un auditorio, un target, como dicen los comunicólogos. El destinatario será todo el pueblo. Hablar a una parte es un error funesto. Y por eso, en gran medida, se niegan los "frentes" y la "unidad de la izquierda" y se prefiere la llamada "unidad popular", que trae evidentes reminiscencias a cualquiera versado en la historia del movimiento obrero y las izquierdas europeas. El pueblo, con su aroma rousseauniano. La idea básica es si respetamos un poco más a nuestro pueblo, ese pueblo español que no tiene problema con la bandera rojigualda, que le gusta la selección de fútbol, que no se emociona con la bandera republicana y con la guerra civil, si respetamos un poco más a ese pueblo español que es el nuestro y que, sin embargo, está contra la corrupción, está contra la injusticia, está a favor de los derechos sociales, entonces podemos ganar. Dicho queda para admiración y pasmo de quienes quieran aprender cómo se lucha contra el Régimen del 78 porque ¿acaso no fue la aceptación de la bandera rojigualda y la monarquía (falta de emoción con la bandera republicana) los dos factores que convirtieron a Carrillo, sus seguidores y colaboradores, en traidores, badulaques, trujimanes de la fementida transición? Suena esto un poco a "quítate tú que me ponga yo para decir lo mismo que tú".

Por supuesto, hacer política en las instituciones tiene sus complejidades. El propio Iglesias las menciona reiteradamente cuando se le pregunta por las posibles coaliciones en gobiernos locales. Una de ellas es respetar los símbolos. Lo hizo Carrillo, lo hicieron los comunistas en 1978 y Podemos propone hacerlo igual aunque, bien lo sabe el cielo, con diferente justificación: hay que llevarse de calle al pueblo sencillo para ganar las elecciones y dejar de perder de una vez.

En el ajuste de cuentas con la izquierda, el entrevistado habla con claridad meridiana: lo de IU es un fracaso y lo del PSOE, la socialdemocracia, ya ni te cuento. De nuevo se repasa aquí una parte importante de la cultura política de la izquierda. Pero el diagnóstico es definitivo: la socialdemocracia ha fracasado al someterse al Diktat neoliberal y el comunismo al tratar de suplantar a la socialdemocracia. Frente a tanto desastre, Podemos propone: una reforma fiscal justa que haga que las rentas más altas paguen más, proponemos una auditoría y una quita de la deuda pública, proponemos proteger los servicios públicos, proponemos combatir la corrupción, proponemos una política exterior respetuosa con los derechos humanos. Pero él mismo admite que, en definitiva lo que estamos proponiendo nosotros lo hubiera aceptado la socialdemócrata reformista. Es decir las condiciones políticas que permitían establecer esa diferencia entre reformistas y revolucionarios han desaparecido con el fin de la guerra fría. Con la guerra fría han desaparecido muchas cosas. Por ejemplo, el ataque que los partidos comunistas occidentales dirigieron a los Estados del bienestar que luego han pasado a defender con ahínco aunque originariamente los consideraban prueba de la traición socialdemócrata al movimiento obrero. Porque obra de la socialdemocracia fueron, aunque no solo de ella.  Lo interesante aquí es que Iglesias admite que las propuestas de Podemos podrían ser las de la antigua socialdemocracia. Dada su juventud, el entrevistado sitúa ese lejano estadio de lucidez pasada de la socialdemocracia hace 30 o 40 años, que le parecen muchísimos. Pero, por entonces (1974/1984), los socialdemócratas ya eran unos traidores a ojos de la verdadera izquierda.

Estas apostillas deben concluir señalando un apecto inefable en el ideario de Podemos cuando el entrevistado afirma que no están planteando cuestiones maximalistas. No estamos planteando que la tierra sea el paraíso, patria de la humanidad, estamos plateando que haya instituciones al servicio de la colectividad que garanticen las condiciones materiales mínimas para que los seres humanos puedan ser felices. Esta dicho en tono menor y prudente, pero está dicho: poner las bases para hacer felices a los seres humanos. Nada menos. Algo que recuerda lejanamente la consigna del Partido Laborista británico en 1945: Seguridad de la cuna a la tumba

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¿Y qué pinta aquí el Golem? me pregunta un lector. No lo sé. Fue la idea que me vino a la mente al leer las consideraciones de Iglesias sobre cómo dar forma, cómo estructurar Podemos para que sea políticamente eficaz. El Golem, la vieja leyenda judía, es el ser creado pero que no tiene forma; la forma sin forma. Hay muchas variantes. Prueba de que esto de la forma no es cosa fácil. 
 
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED

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