ELCHE.-El palmeral de Abanilla, que cuenta con cerca de 25.000 palmeras y es el
segundo más importante de España tras el de Elche, se
encuentra amenazado por el ataque del escarabajo picudo rojo
(rhynchophorus ferrugineus), una especie invasora muy agresiva
introducida en el país hace una década como consecuencia de la
importación de palmáceas del norte de África.
La vulnerabilidad
del palmeral ante el picudo, que afecta ya a 500 ejemplares y se propaga
muy rápidamente, ha llevado al Ayuntamiento de Abanilla a constituir un
grupo de trabajo para garantizar la conservación del palmeral, en el
que participan la concejalía de Medio Ambiente, botánicos de las
universidades de Murcia y Elche y representantes de empresas
especializadas en el tratamiento y recuperación de palmeras.
También forman parte de la comisión de lucha contra el escarabajo
técnicos de la dirección general de Medio Ambiente y de Sanidad Vegetal
de la Consejería de Agricultura y la Asociación para la Custodia del
Territorio (ACUDE), según han informado fuentes de esta
organización conservacionista.
En la reunión constituyente,
celebrada en la Universidad Miguel Hernández, el técnico de Medio
Ambiente del Ayuntamiento, Juan Antonio Ramírez, ha presentado un primer
diagnóstico del palmeral elaborado sobre los resultados de captura de
ejemplares con las 70 trampas de feromonas que el ayuntamiento tiene
repartidas en el bosque de palmeras.
Los miembros de la comisión
trabajan en el análisis de los datos y en las próximas semanas
presentarán estrategias para combatir el picudo y sobre las formas de
financiar esta particular lucha contra el escarabajo invasor.
El
palmeral de Abanilla está protegido desde 2010 por una ordenanza
municipal, se localiza en una franja constituida por la Vega del Río
Chícamo y ramblas y barrancos de su cuenca y constituye uno de los
elementos más importantes del paisaje del municipio, además de ser un
medio singular y un destacado recurso económico y turístico para la
localidad.
Esa ordenanza municipal pionera en la Región, entre otros aspectos, obliga a los propietarios de cualquiera de estos árboles a solicitar permiso al Ayuntamiento antes de proceder a su tala, encapuchamiento o trasplante, salvo pena de multa de hasta mil euros.
Esa ordenanza municipal pionera en la Región, entre otros aspectos, obliga a los propietarios de cualquiera de estos árboles a solicitar permiso al Ayuntamiento antes de proceder a su tala, encapuchamiento o trasplante, salvo pena de multa de hasta mil euros.
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