martes, 15 de abril de 2014

La autopsia de los holandeses asesinados en Molina revela que murieron por traumatismos craneales

MURCIA.- La exjugadora holandesa de voleibol, Ingrid Visser, y su novio, Lodewjik Severein, de la misma nacionalidad, murieron como consecuencia de los golpes que recibieron en la cabeza propinados con gran violencia, lo que les provocó fracturas craneales con lesiones irreversibles.

Así se recoge en el informe definitivo de autopsia entregado en el Juzgado de Instrucción de Molina de Segura que investiga el doble asesinato ocurrido hace ahora once meses en una casa rural de esta localidad.
El informe de autopsia revela que Visser y Severein debieron recibir el ataque por sorpresa, ya que en sus cadáveres no se han encontrado signos de lucha o defensa.
En cuanto a la fecha de la muerte, los forenses del Instituto de Medicina Legal de Murcia señalan que debió ocurrir 14 ó 15 días antes del 26 de mayo pasado, cuando fueron hallados enterrados en un huerto de la pedanía murciana de Alquerías.
El informe comienza con la descripción de las lesiones que presentaba Severein, en el que se recogen cuatro contusiones en la bóveda craneal y en la mandíbula inferior, que quedó fracturada, y que los forenses califican de irreversibles porque fueron las causantes de su fallecimiento.
En cuanto a Visser, que presentaba casi una veintena de contusiones y hematomas en el cráneo, señalan que debieron ser producidas, como en el caso de su pareja, con un objeto romo de grandes dimensiones y utilizado con gran violencia.
Respecto al momento en el que fueron producidas las heridas, los forenses comentan que no se puede concretar el orden en el que se produjeron porque todas se sucedieron en un corto período de tiempo.
Asimismo, indican que ambas muertes son encuadrables "dentro de la violencia de tipo homicida".
Por este doble asesinato permanecen en prisión Juan Cuenca, exgerente del club de voleibol murciano en el que jugaba Visser, y los presuntos autores materiales de los crímenes, Ion Valentin y Constantin Stan, ambos de nacionalidad rumana, mientras que el dueño de la finca donde fueron enterrados los cuerpos, Serafín de Alba, está en libertad bajo fianza.

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