sábado, 11 de enero de 2014

La UMU reconstruye el clima de Murcia en los últimos 400 años y su vulnerabilidad


MURCIA.- El investigador Salvador Gil Guirado, de la Universidad de Murcia, ha presentado en su tesis una reconstrucción del clima de la Región de Murcia en los últimos 400 años, con un estudio de las precipitaciones y temperaturas, así como un nuevo modelo de análisis de la vulnerabilidad de los riesgos naturales como las sequías e inundaciones, en distintos periodos y épocas.

   "Lo más novedoso de esta tesis es que a través de técnicas estadísticas se ha conseguido reconstruir por primera vez a escala anual y estacional las temperaturas en la Península ibérica a través de documentos históricos", destaca Gil, según fuentes del departamento de Promoción de Investigación de la UMU (Prinum), dependiente del Vicerrectorado de Investigación.
   En este sentido, aclara que debido a la alta influencia de la lluvia para las actividades socioeconómicas en la Península ibérica, la reconstrucción de las temperaturas es muy dificultosa y no se ha prestado atención al estudio de las mismas, tendiendo a pensar que estas no suponían ningún limitante para las sociedades.
   Tras la reconstrucción climática llevada a cabo por Gil Guirado se deduce que,  en Murcia a partir de la segunda mitad del siglo XX se ha producido un ascenso brusco de las temperaturas, y que pasa ahora mismo por el periodo más cálido de los últimos 400 años.
   Igualmente, los resultados alcanzados demuestran que en Murcia también es evidente una considerable disminución de las precipitaciones.
   A la luz de las conclusiones de esta tesis puede añadirse que sobresalen algunas épocas especialmente frías durante los años estudiados, la primera durante la segunda mitad del siglo XVII, relacionada con la menor actividad solar durante el Mínimo de Maunder, y la segunda a finales del siglo XVIII. Sin embargo, son los cien años que van de 1840 a 1940 los más fríos en todo el periodo de estudio.
   "En el siglo XVII los inviernos en el sureste español eran mucho más fríos que los actuales, de ahí que se produjera un auge en la construcción de pozos de la nieve, que eran unos orificios circulares de entre 5 a 8 metros de profundidad excavados en la tierra, donde se almacenaba la nieve hasta que se compactaba y se formaba hielo", añade el investigador.
   Este hielo se usó para los helados y también en la medicina, "porque se le atribuía propiedades curativas. Muchas veces, la nieve de Sierra Espuña se trasladaba de madrugada a Murcia, para que no se derritiera, y se vendía en puestos en Trapería y Platería", explica en la tesis.
   "He llegado ha encontrar un documento en el que se valoraba la posibilidad de hacer un pozo de nieve en la Sierra de Carrascoy, lo que prueba que en esta zona eran frecuentes las nevadas, cosa que difiere de lo que ocurre en la actualidad", cuenta el investigador.
   Por otro lado, el trabajo de investigación propone un modelo para medir la vulnerabilidad y el contexto social de las sequías e inundaciones en distintos espacios y épocas, el Índice Experimental Global de Vulnerabilidad General y Contextualización Ecosocial (IEGVGes), que podrá aplicarse en cualquier parte del mundo y en cualquier periodo y del que Salvador Gil ha extraído diversas conclusiones.
   "En el caso de las inundaciones, el conocimiento de los recurrentes errores históricos es el primer paso para solucionarlos, puesto que actualmente la protección frente al peligro siempre viene después de que se haya producido alguna inundación", afirma Gil, que añade que el problema se agrava después, cuando vuelven a crearse nuevas áreas pobladas como son en Murcia las zonas de Espinardo, Juan Carlos I o Churra, que se configuran como nuevos espacios en riesgo.
   Por su parte, la gestión reciente de las sequías evidencia una mayor vulnerabilidad política en Murcia. En el caso murciano, aunque se han logrado avances y existe seguridad en el abastecimiento de agua incluso para el riego, las sequías son usadas como arma política, es decir, "el debate en torno al agua se ha politizado y esto lleva aparejado que se generen conflictos sociales innecesarios entre regiones, como los ocurridos entre Albacete y Murcia, cuando el objetivo debería ser encontrar una solución definitiva a los problemas de agua", defiende.
   "A todo esto se añade que en Murcia dependemos de caudales de agua cuya regulación no depende de los murcianos, como ocurre con el Trasvase del Tajo. En la sequía de 2004-2007, los problemas más graves vinieron por la intensa sequía sufrida en la cabecera del Tajo, y a pesar de que en la Cuenca del Segura no hubo un descenso excesivamente intenso de las precipitaciones, se heredó la sequía de otro espacio".
   "Dependemos, por lo tanto, de la situación climática y política de otro lugar, y si por algún motivo decidieran cortar el flujo de agua, en Murcia tendríamos serios problemas", asegura Gil, que por otra parte afirma que, en este sentido también se han hecho avances.
   "Anteriormente a 2004, en torno al 40 % de los recursos disponibles de agua en Murcia venían del Trasvase del Tajo, pero ahora se ha reducido la dependencia de estos caudales y sólo en torno al 15-18% de los recursos disponibles proviene del Tajo", añade.
   En definitiva, entre sus conclusiones destaca que las áreas de estudio no han cambiado el paradigma de apropiación del agua y de protección frente al peligro.
   Las técnicas paleoclimáticas empleadas para conocer el comportamiento del clima con anterioridad a la existencia de mediciones instrumentales más extendidas en la reconstrucción climática, son la datación de los anillos de los árboles o los testigos de hielo.
   Estos métodos presentan algunas limitaciones debido a que no son aplicables en todas partes del mundo. Por ejemplo, si no hay cuerpos de hielo o árboles para poder estudiar, la reconstrucción del clima por medio de estas técnicas se hace inviable.
   Como los registros instrumentales disponibles sobre temperaturas y precipitaciones están datados, en el mejor de los casos, únicamente desde hace siglo y medio, Salvador Gil decidió llevar a cabo una reconstrucción climática utilizando las técnicas propias de la climatología histórica, que emplean la información climática indirecta contenida en la documentación antigua y que posibilita superar las limitaciones de las técnicas anteriormente descritas.
   "Básicamente mi trabajo se ha centrado en el análisis de las Actas Capitulares, documentos que recogen los debates entre los representantes municipales, y en las que han quedado plasmadas las preocupaciones que tenía la población en aquellos momentos", explica Gil.
   Ha estudiado las rogativas religiosas en las que se imploraba por la lluvia o por el cese de la misma, las inundaciones, los precios de los cereales y el análisis del contenido de los documentos. Este último método se fundamenta en extraer el sentido lingüistíco que subyace detrás de todo relato escrito.

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