lunes, 6 de enero de 2014

La malnutrición infantil aumenta en la Región por familias que buscan en la comida rápida una alimentación más económica

MURCIA.- Los médicos han detectado en la Región de Murcia un incremento de niños que sufren malnutrición por exceso y por defecto al mismo tiempo como consecuencia de problemas con la calidad nutricional, ya que la crisis aboca a muchas familias a buscar los alimentos "más económicos posibles".

   Y es que los niños pueden sufrir problemas de sobrepeso como consecuencia de ingerir alimentos hipercalóricos como bollería, golosinas y dulces, con una calidad nutricional "baja", que suelen ser los más económicos. Esto origina problemas de obesidad y, al mismo tiempo, déficits nutricionales en fibra, vitaminas o minerales como el hierro (anemia).
   Así lo ha hecho saber el pediatra de Atención Primaria y coordinador del grupo de trabajo sobre obesidad infantil de la Asociación de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria de la Región de Murcia (APERMap), Juan José Vigueras, quien señala que es difícil calibrar el aumento de la incidencia de este tipo de problemas, pero aclara que todavía no se han detectado casos extremos de malnutrición en niños en la Región.
    "Puede haber una malnutrición por exceso calórico, es decir, que el niño tome más calorías de las que puede gastar por su actividad física rutinaria y, a la vez, tenga falta de algunos nutrientes básicos como vitaminas y minerales", destaca Vigueras.
   Esta combinación es bastante posible y se suele dar "con frecuencia" en poblaciones de nivel socioeconómico bajo. Incluso, indica que estas situaciones pueden pasar desapercibidas a los padres, porque el exceso calórico hace que el niño tenga un peso normal o por encima de la media y dar la falsa sensación de que el niño está bien nutrido.
   Sin embargo, al someter a estos niños a encuestas nutricionales para averiguar qué es lo que come, se averigua que "sólo ingiere cuatro cosas y, por tanto, le faltan un montón de nutrientes, padeciendo un exceso nutricional en unas áreas y el déficit de nutrientes en otras".
   En cualquier caso, Vigueras ha asegurado que "en las sociedades desarrolladas como en España, el problema más frecuente sigue siendo el sobrepeso y la obesidad". Su prevalencia va en aumento y "se ha mantenido en las últimas décadas, antes de que estallara la burbuja inmobiliaria, ya que depende de la dieta y del ritmo de vida, y no de la crisis".
Vigueras señala que la combinación de malnutrición y obesidad se suele dar en niños que pertenecen a un nivel socioeconómico bajo, al que le está afectando más la crisis. En niveles más altos, normalmente "sí que suele haber un mayor consumo proteico y una mayor variedad en la alimentación", aunque el consumo de frutas y verduras "es muy bajo en todos los grupos y edades".
   No obstante, explica que estos problemas "dependen de la zona en la que te encuentres de la Región y de cuál es su tasa de paro", de forma que es mayor su incidencia aquellas localidades en las que dependen de la industria o donde la caída de la construcción ha afectado más.
   Por ejemplo, también influye que los padres tengan una jornada laboral muy amplia, por lo que no tienen mucho tiempo para preparar a los niños el almuerzo que llevan al colegio, o cocinan algo rápido para la cena, abusando de la comida rápida como pizzas, pasta, alimentos congelados y muchos empanados.
   Este pediatra advierte que se trata de dietas fáciles de preparar que "sacian y quitan el apetito, al llevar muchas calorías", pero que tienen carencia de productos frescos como la carne, pescado, verdura y fruta, que suelen ser alimentos que los niños, de por sí, "prefieren poco".
   Por el ritmo de vida que llevan los padres, preparar este tipo de platos les obliga a organizarse con dificultad, añade Vigueras, quien echa en falta la preparación, por ejemplo, de guisos, cocidos y platos que requieren cierta preparación, así como la inclusión de más frutas y verduras, que contribuyen a que la alimentación sea más variada.
   El sobrepeso también se suele dar en niños que no comen especialmente mal , que tienen una dieta variada, pero no realizan actividad física. De hecho, indica que el aumento de la prevalencia de la obesidad en los países desarrollados está más relacionada con la falta de actividad que con la dieta.
   En este sentido, Vigueras lamenta que los niños actualmente "ya no juegan en la calle como antes, y sólo practican deporte si los padres tienen una cierta capacidad económica y los llevan a actividades extraescolares".
    A la hora de situar el problema por zonas también influye el porcentaje de inmigración, porque estos problemas se suelen dar "en los sectores de población que tienen los trabajos más precarios y con ingresos más bajos, a los que afecta más la crisis".
   Además, los inmigrantes carecen de ayuda familiar con la que paliar este problema, mientras que la población autóctona, a menudo "vive a expensas de la ayuda prestada por abuelos y familiares", si bien esta población se ha visto reducida porque un 20 ó un 25 por ciento de este colectivo ha vuelto a su país de origen.
   Vigueras trabaja en un centro de salud de Yecla y afirma que, en esta zona "todavía no se han detectado casos de malnutrición extrema o de niños que no tengan lo suficiente para tener una alimentación aceptable". No obstante, recuerda que Yecla "es una zona de la Región que tiene una economía por encima de la media", y reconoce que en otras zonas de la Comunidad "sí que habrán casos un poco más dramáticos".
   Estos problemas de malnutrición extrema no aparecen "si los servicios sociales de los ayuntamientos funcionan bien, y suelen hacerlo bien, de forma que detectan las familias de riesgo". La alimentación proporcionada por instituciones públicas, tales como las guarderías o colegios públicos, "suele estar regulada por dietistas y expertos en nutrición", por lo que "tienen una base científica detrás y es completa".
   De hecho, manifiesta que su labor como pediatra es detectar los casos de más riesgo en los que los padres, por ejemplo, están en paro y sin recursos económicos, y ponerlos en conocimiento de los servicios sociales y trabajadores sociales de los centros de salud para ver los recursos que se pueden poner a su disposición.

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