martes, 13 de agosto de 2013

Juan Cuenca y los rumanos mantenían llamadas constantes hasta el día que desapareció la pareja holandesa

MURCIA.- Juan Cuenca y los ciudadanos rumanos Ion Valentín y Constantin Stan, ingresados en prisión por el asesinato de la jugadora de voleibol Ingrid Visser y su pareja, mantenían constantes llamadas el día en el que se vio por última vez a los holandeses.

   El informe policial relata que, hasta las 15.25 horas del lunes 13 de mayo, Cuenca mantenía un flujo de llamadas normal con el número de teléfono de Ion Valentín, así como que dicho flujo se suspende o desaparece hasta las 22.51 horas del 15 de mayo, dándose la circunstancia de que el móvil del rumano se posiciona desde las 23.12 horas del mismo lunes en la casa rural de Molina de Segura.
   Asimismo, hay indicios de que el otro detenido, Ion Valentín, también estaba implicado en la desaparición de los dos ciudadanos holandeses, ya que, María Rosa Vázquez, otra de las imputadas en los hechos, declaró que a Cuenca le acompañaban desde Valencia dos hombres que fueron los que se bajaron a comprar en el chino las bolsas de plástico y sosa cáustica, y que identificó posteriormente en fotografías.
   De hecho, prosigue el auto, Valentín mantiene contacto permanente con Stan Constantin, situándose ambos en Valencia desde enero de 2013, no habiendo contacto telefónico a partir de la tarde del 13 de mayo, lo que es interpretado por el Juzgado que investiga los hechos como que los dos rumanos se encontraban juntos y no necesitaban utilizar el teléfono.
   Por lo que, según se señala en el auto, existen indicios muy fundados de la comisión de dos delitos de asesinato, tanto de Juan Cuenca como de los rumanos.
   Y es que, insiste el auto, los dos rumanos venían manteniendo un contacto telefónico fluido desde enero, situándose ambos terminales en Valencia, si bien a excepción de los días en los que se produce la desaparición y muerte de los holandeses.
   Durante estos días, añade, "se aprecia como ese terminal se encuentra en Murcia y en concreto utilizando los repetidores que dan cobertura a la zona donde se encuentra la casa rural alquilada por Juan Cuenca".
   Agrega que Constantin Stan, cuyo terminal se encuentra en el mismo lugar de los hechos los días 13, 14 y 15 de mayo utilizando los repetidores sitos en Ulea, Cieza y Abarán, tiene constantes llamadas a Ion Valentín, "si bien cuando ambos terminales se posicionan en Murcia no mantienen contactos telefónicos entre ellos".

Intermediarios en una cantera

Juan Cuenca, exgerente y ex director técnico del Club Atlético Voleibol 2005 de Murcia, detenido por su implicación en el crimen de los holandeses, y Lodewjik Severein, marido de Ingrid Visser, --la pareja cuyos cuerpos aparecieron descuartizados y enterrados en una finca murciana--, estaban intermediando en la venta de una cantera de mármol sita en Abanilla, propiedad de Evedasto Lifante y lo hacían con unos inversores de origen ruso.
   El objetivo era el poder obtener liquidez económica para las inversiones que al parecer Lodewjik Severein tenía en Sudamérica, así como para poder cobrar su pareja los 60.000 euros que se le adeudaba por haber jugado como profesional en el Club de Voleibol 2005, del que era propietario Lifante, también imputado en la investigación, y gerente Juan Cuenca.
   Una operación que habría sido diseñada por Juan Cuenca, a pesar de que éste niega cualquier relación con la negociación para la venta de la cantera, y por la que, según declaró el propio Lifante, estos mantenían una estrecha relación personal y telefónica y ambos habían constituido una sociedad denominada Granmar Trade Stone LTD, la cual puede tener relación con el negocio de canteras o minas, y se constituyó en Gibraltar, paraíso fiscal.
   Según las diligencias previas, para conseguir esa financiación se contactó con inversores rusos que eran calificados como "mafiosos" por el propio holandés fallecido, siendo así que el último viaje que la pareja hizo a Murcia estaba relacionado con las negociaciones para el cobro de la deuda de la jugadora de Voleibol, embarazada de unas seis semanas, y la celebración de una reunión prevista el 13 ó 14 de mayo, supuestamente, con inversores de origen ruso, además de la cita que Ingrid tenía en una clínica de fertilidad.
   Más concretamente, sobre las 20.00 horas del 14 de mayo la pareja estacionó el vehículo que habían alquilado en Alicante en la Avenida Juan Carlos I de Murcia y fue recogida poco después por María Rosa Vázquez, --amiga de Juan Cuenca, e imputada por su relación con lo ocurrido--, quien les indicó que venía de parte de este para llevarles hasta la casa rural, marchándose posteriormente.
   Un día antes, Juan Cuenca había viajado, junto a los dos rumanos acusados del asesinato, Ion Valentín y Constantin Stan, desde Valencia hasta Molina de Segura, quedando María Rosa con los tres en acompañarles hasta la casa rural del Fenazar. Antes, los rumanos pararon en un chino a comprar bolsas y sosa cáustica.  
   Una vez en la casa, y según las investigaciones, Juan Cuenca y los dos rumanos asesinaron a la pareja mediante diversos golpes, que fallecieron de un traumatismo craneo-encefálico, procediendo los días 13 y 15 de mayo a su descuartizamiento y traslado a un huerto de limoneros de Alquerías, propiedad de Serafín Alba Luis, también imputado en los hechos, donde los holandeses fueron enterrados.
   Al parecer, la relación entre Juan Cuenca y Lodewijk era tensa llegando incluso a manifestar el detenido que el holandés le pidió el pasado mes de febrero una pistola para su autoprotección, "habida cuenta que estaba reuniéndose con gente mafiosa para la búsqueda de inversores", si bien Cuenca negó haber realizado cualquier tipo de gestión para conseguir el arma.
   A lo que se une que el fallecido remitió dos correos a Cuenca el 6 y 15 de abril pidiendo explicaciones y comunicándole que sus inversores habían perdido la confianza en él, que le habían embargado sus bienes, que había perdido una seria cantidad de dinero y su situación era desastrosa.

Declaración espontánea

Un empresario que ha declarado como testigo espontáneo ha dicho que Juan Cuenca le ofreció comprar la cantera de mármol de Evedasto Lifante por 300.000 euros.
Este testigo, que responde a las iniciales D.F., se puso en contacto con la Policia Nacional de Murcia el 28 de mayo, dos días después de que los cadáveres fueran hallados enterrados en un huerto de la pedanía de Alquerías.
Dijo a los agentes que años atrás mantuvo relaciones de negocio con Cuenca y que este le dejó a deber cierta cantidad de dinero, por lo que en 2011 concertó con él una cita para reclamársela.
Segun sus palabras, recogidas en el sumario, Cuenca le ofreció entonces que comprase la cantera que parece estar en el origen del doble asesinato.
Cuenca animó a D.F. a esa operación "porque podía ser un gran negocio para los dos" -dice el sumario-, ya que podía comprarla por solo 300.000 euros cuando estaba tasada pericialmente en 240 millones.
Según Cuenca, la compra podía hacerla de forma tan económica porque sobre esa propiedad tenía una opción de compra un amigo suyo, del que facilitó el nombre, sobre el que ejercía su "total control".
El testigo señaló que la operación le pareció "interesante" y llegaron a adquirir el compromiso de compraventa, para lo que se citaron el 7 de octubre de 2011 en Valencia.
Cuando D.F. se dirigía allí, declaró a la Policía, recibió una llamada telefónica de Cuenca en la que este le preguntaba si llevaba consigo el dinero, a lo que el declarante le dijo que no porque "había algunos flecos que discutir, entre ellos, la comprobación de que Cuenca se había ocupado de cancelar la hipoteca de 40 millones que pesaba sobre la cantera, así como varios embargos de la Agencia Tributaria", como habían convenido al iniciar las negociaciones.
El encuentro entre ambos se celebró, a pesar de ello, en un hotel de Valencia, y el testigo, según sus palabras, se vio sorprendido porque, en contra de lo que había pactado, no se presentó a la cita el amigo de Cuenca que tenía la opción de compra, ausencia que el exgerente del club deportivo excusó por "problemas sobrevenidos".
Por el contrario, sí estaba con Cuenca "un tal Serafín, trabajador de la Agencia Tributaria de Murcia, quien, según le había dicho Cuenca a D.F, tenía capacidad para levantar los embargos".
En los diez meses siguientes se produjeron numerosas comunicaciones entre Cuenca y D.F, "si bien las negociaciones no avanzaban porque no se llegaba a levantar la hipoteca, y además, durante ese tiempo el exgerente pidió al testigo diversas cantidades de dinero a cuenta de los beneficios que iba a obtener con la operación", insistencia ante la que llegó a entregarle 1.000 euros.
Cuenca, siempre según la declaración de D.F., se ofreció a renunciar a la comisión que le correspondía por la venta a cambio de que el comprador lo contratara como encargado de la explotación del mármol, lo que así acordaron.
El relato ante la Policía añade que en este "proceso de coacción" hay que añadir un encuentro celebrado en un despacho de abogados de Barcelona en el que se presentó Cuenca junto a un amigo, M.M., que había trabajado para él como chófer tras haber sido boxeador y que también ha declarado como testigo en las diligencias.

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