miércoles, 14 de agosto de 2013

Cuenca dijo que Lifante podía estar relacionado con el crimen pero no le constaba su intención de matar a Severin


MURCIA.- Juan Cuenca, ingresado en prisión por el asesinato de la jugadora de voleibol Ingrid Visser y su pareja Ludewijk Severin, se declaró inocente del crimen y explicó a la Policía que el empresario y ex presidente del Club Voleibol Murcia 2005, Evedasto Lifante, podía estar relacionado con el crimen, aunque reconoció que él no tenía conocimiento de que el pedáneo de Barinas pretendiera matar al holandés.

   Cuenca hizo estas declaraciones ante los agentes de Policía Nacional en la Jefatura Superior de Policía de Murcia el 27 de mayo, dos días después de su detención. La primera declaración tuvo lugar precisamente el 25 de mayo, a la que acudió voluntariamente tras ser llamado por la Policía, y en la que dijo no tener conocimiento de negocios entre Severin y Lifante (en la imagen), a excepción del dinero que el asesinado reclamaba al empresario por la deuda que tenía contraída con Visser, ex jugadora del equipo.
   Según el sumario del caso, Cuenca dijo a la Policía que Severin y Lifante "tenían problemas en los negocios" y que iban a intentar resolverlos en la reunión prevista para el 13 de mayo de 2013.
   Cuenca reconoció que Severin le había pedido organizar ese encuentro, en el que supuestamente se produjo el asesinato de la pareja de holandeses. El objetivo, según explicó a la Policía, era "solucionar problemas de negocios" entre Lifante y el propio Severin.
   No obstante, Cuenca dijo a los agentes que él no tenía conocimiento de quienes se iban a reunir, y que pensaba que el único requisito es que fuera en un lugar discreto de Murcia. Para organizar el encuentro, el ahora detenido llamó a una amiga suya llamada Rosa --María Rosa Vázquez, también imputada--, para que buscara y alquilara una casa rural y tuviera preparado un coche de alquiler que, finalmente, no fue necesario.
   El mismo lunes, 13 de mayo, Cuenca viajó de Valencia a Murcia acompañado por Valentin y Constantin, también imputados y en prisión por el asesinato de los holandeses. Cuenca dijo a la Policía que conoció a estos ciudadanos rumanos dos meses antes, a través de un tal 'Manuel', que se los presentó por un negocio relacionado con mosaicos y cuadros antiguos.
   Cuenca dijo a la Policía que los dos rumanos se presentaron y le dijeron directamente que iban a acudir con él a la reunión, sin darle más explicaciones. "Este tipo de cosas son habituales con Evedasto", justificó ante los agentes que le interrogaban, y negó saber la relación que mantenían con Lifante.
   En cualquier caso, Cuenca llegó a la conclusión de que iban de parte de Lifante "una vez que supo todo lo que ocurrió en esa cita", lo que le dio a entender que era "evidente" que no iban de parte de Severin.
   Cuenca contó a la Policía que fue su amiga Rosa la que les llevó en coche a la casa rural en la que estaba concertado el encuentro y que, de camino, pararon en una tienda de 'chinos' en Molina de Segura, donde los rumanos entraron a comprar productos de limpieza, tales como un cubo, lejía, bolsas de basura y salfumán.
   Posteriormente, siempre según el testimonio de Cuenca ante la Policía, Rosa les dejó en la casa rural y se marchó a recoger a Severin y a Visser. Una vez todos en la casa rural, Cuenca saludó a la pareja de holandeses y cruzaron unas palabras en presencia de los rumanos.
   A continuación, Cuenca explicó a la Policía que él se marchó de la casa, no sin antes percibir que la pareja de holandeses y los rumanos se saludaron de manera "normal", aunque dedujo que no se conocían de antes.
   Según su declaración, Cuenca recibió mensajes y llamadas de Constantin y de Valentin el mismo lunes y el martes, 14 de mayo, diciéndole que se encontraban allí y pidiéndole que se pasara a recogerlos. Cuenca se negó porque su tarea "solo era la de concertar la cita" y no la de recoger a los rumanos.
   Sin embargo, Cuenca acudió finalmente el miércoles 15 de mayo a la casa rural donde, según su testimonio, se encontró los cuerpos sin vida de Visser y de Severin "tirados en el suelo, cubiertos por una manta o un mantel". Los rumanos le dijeron que les habían "jodido" y "mira en lo que estamos metidos", añadiendo que había que llevar los cuerpos al huerto de Serafín --Serafín Alba Luis, también imputado en los hechos--. "Nos han dicho que tenemos que ir al huerto de Serafín", declararon los rumanos, según Cuenca.
   Cuenca, que dijo a la Policía que en ese momento se encontraba "bastante nervioso y agotado", relata cómo los rumanos introdujeron en su coche dos cubos de basura y dos mantas enrolladas. Así, dijo que no avisó a la Policía "por miedo a la situación y por miedo de las consecuencias físicas a su persona".
   A continuación, según Cuenca, se puso en contacto con Serafín y le contó lo sucedido, diciéndole que no había "más remedio" que realizar el enterramiento en su parcela. Al parecer, según el mismo testimonio, Serafín estaba al corriente "de las presiones que sufría "por parte de Lifante y del propio Severin".
   Cuenca suponía que el motivo de enterrar los cuerpos en esta finca era "incriminar a Serafín y relacionarle a él en los hechos". Así, reconoce que, en su momento, Lifante pidió al propietario del huerto que "cometiera ilegalidades en el desempeño de su puesto como funcionario de Hacienda, debido a problemas que Evedasto tenía con la Hacienda Pública por delito fiscal", y por el que se pedía una pena de "seis o siete años". Sin embargo, Serafín se negó.
   Tras "limpiar los asientos traseros del vehículo, que estaban manchados de tierra o cemento", Cuenca dijo que volvió a Valencia, pero que no perdió el contacto con la pareja de rumanos. De hecho, contó a la Policía que no dejó de relacionarse ni con ellos ni con nadie "debido al miedo" que le generaba la situación.
   Cuenca explicó a la Policía que sentía miedo porque estaba recibiendo llamadas y mensajes "amenazantes" por parte de Evedasto y, a su vez, por parte de Severin, quien le llegó a enviar una foto de una pistola con el mensaje '¿bonita?', que interpretó como una "amenaza directa". Antes del asesinato, Cuenca dijo que temía más a Lifante, pero a partir de recibir este correo electrónico de Severin, los temía "por igual".
   Además, Cuenca manifiesta que Evedasto le mandó en una ocasión un mensaje de móvil diciéndole: 'el lunes tendrás todo lo que te mereces'. Igualmente, Cuenca admitió que guardaba documentación sobre Lifante en un disco duro, y que llegó a decirle al empresario de Barinas que, si le pasaba algo, toda esa información saldría a la luz.
   En este sentido, Cuenca cuenta que recibió la advertencia de un intermediario de Lifante que le dijo que se estaba "equivocando", haciéndole ver que no debía utilizar toda la información contra el pedáneo de Barinas.
   Al parecer, cuando María Rosa Vázquez se enteró por las noticias de la desaparición de Visser y de Severin, se puso en contacto con Cuenca y, según sus declaraciones, no mencionaron la muerte de la pareja de holandeses de manera explícita, aunque "se dio por supuesto".
   Por lo demás, Cuenca declara a la Policía que ignora todos los detalles de la reunión del 13 de mayo, de cómo fallecieron los holandeses, de quién fue el autor del asesinato, cuándo se produjo y qué arma utilizaron.
Sin embargo, Juan Cuenca,  ingresado en prisión por el asesinato de la jugadora de voleibol Ingrid Visser y su pareja Ludewijk Severin, dijo en su primera declaración en la Jefatura Superior de Policía de Murcia que no tenía conocimiento de ningún negocio entre el propietario del desaparecido Club Voleibol Murcia, Evedasto Lifante, y el propio Severín, a excepción del dinero que el asesinado reclamaba al empresario por la deuda que tenía contraída con Visser, ex jugadora del equipo.
   Cuenca, quien acudió voluntariamente a Comisaría tras ser citado telefónicamente y solo un día después de declarar en la Jefatura Superior de Policía de Valencia, contó a los agentes que se reunía con Severín a solas, pero que el holandés le reveló que mantenía encuentros en Alicante con determinadas personas para obtener financiación con la que liberar el dinero invertido en una 'carta bancaria de garantía' en Venezuela.
   Asimismo, dijo a los agentes que no tenía constancia de que Severin hubiera intermediado entre Lifante y unos posibles acreedores. Es más, dijo a los agentes que "le extrañaría" que hubiera existido y que Severin, en cualquier caso, "no se lo hubiera comentado", según aparece recogido en el sumario.
   Al ser preguntado por una posible relación de Lifante con rusos, Cuenca advirtió que no conocía la existencia de ninguna relación de esta naturaleza. Sin embargo, sí que reconoció que Evedasto decía que tenía un socio en un local, que era de nacionalidad serbia o croata, y que tuvo que irse de España. Cuenca relata que Evedasto se refería a este individuo como un hombre "influyente, con capacidad para resolver problemas de cualquier manera".
   Además, Cuenca reveló que Evedasto "siempre ha tenido contactos a nivel internacional y que ha sacado mucho dinero del país, actuando en ocasiones el propio Cuenca como correo de ese dinero a solicitud del propio Lifante".
   Cuenca declaró que Evedasto era su jefe, como presidente del Club Voleibol durante el tiempo que permaneció en Murcia, pero terminó la relación con él debido a los impagos de Lifante en octubre de 2011, fecha en la que se marchó de Murcia. No obstante, admitió que posteriormente contactó con el empresario de Barinas y los últimos contactos los mantuvo cinco o seis meses antes.
   En concreto, Cuenca afirma que Evedasto contactó con él para convencerle de que hablara con las exjugadoras del club "para convencerlas de que firmaran que una de ellas había fichado por un contrato de un millón de euros, cuando el contrato real había sido por 200.000 euros".
   Y es que "por esa defraudación, Evedasto tenía un problema con Hacienda, que había iniciado un expediente para investigar dicho fraude", según Cuenca, que según contó a la Policía se había negado a la petición de Evedasto.
   Cuenca también negó a la Policía que recibiera alguna cantidad de dinero por parte de Evedasto para pagar a las jugadoras, aunque reconoció que recibió alguna cantidad en metálico de S.M., pero que lo aplicó "a los pagos del club a que estaba destinado".
   En este sentido y a preguntas de los agentes, Cuenca explicó que S.M. era una persona que Lifante llevó al club "como inversor" y que estuvo realizando multitud de pagos al club y a otros fines personales de Evedasto y a inversiones en el extranjero a través de las cartas bancarias de garantía".
   En este sentido, puntualizó que Lifante había generado una deuda con S.M. de unos ocho millones de euros y a la que el propio pedáneo de Barinas respondió "cediéndole 'el monte'". En concreto, esta operación consistió en cederle una parcela colindante con la cantera de mármol propiedad de Lifante.
   Al ser preguntado por el problema de Lifante con Hacienda en relación con su cantera, Cuenca dijo a los agentes que el origen surgió de unas operaciones de compraventa de la cantera entre Evedasto y J.R.C. por las cuales "no se pagaron los impuestos correspondientes, generándose una deuda de unos 5 ò 6 millones que dieron lugar a un embargo de la cantera".
    Añadió que J.R.C. obtuvo 169 millones de euros de una entidad financiera y una hipoteca de 92 millones que se pagó en el plazo de un año, y que todo este dinero "supuestamente procedía de la especulación" con las acciones de una empresa constructora.
   "J.R.C. se quedó con el 100 por cien de la cantera y, posteriormente, Evedasto le devolvió parte del dinero prestado", por lo que le fue cedido "el 80 por ciento" de la propiedad. De este modo, el pedáneo de Barinas "tenía el 100 por cien del usufructo de la cantera, aunque a efectos registrales no constan correctamente dichas proporciones", aseveró.
   Por ese impago de impuestos, Hacienda reclamaba a través de un procedimiento judicial 6 ó 7 años de prisión, según Cuenca.
   Al ser preguntado por el coste de la cantera, Cuenca explicó a los agentes que Evedasto quería cobrar por ella unos 200 ó 300 millones de euros, pero que él sabía, según una primera valoración, que "el valor era de unos 60 millones de euros".

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