MURCIA.- La Consejería de Agricultura y Agua considera que las variedades tradicionales de hortícolas presentan una "amplia variabilidad genética",
con numerosas propiedades antioxidantes y vitamínicas, que pueden dar
respuesta a futuras demandas de productos más saludables por parte del
mercado.
El director del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario (Imida), Adrián Martínez,
ha puesto de manifiesto que la mayoría de estas variedades
tradicionales "dejaron de ser cultivadas por los agricultores cuando se
comercializaron otras variedades mejoradas, con las que obtenían mayor
producción, aunque de menor calidad". En este sentido, dice que "si una semilla deja cultivarse, a los dos o tres años pierde su capacidad de germinación".
Para evitar la desaparición de estas variedades tradicionales, el
Imida creó, hace más de 30 años, un Banco de Germoplasma donde pueden
permanecer conservadas durante muchos años en las condiciones idóneas de
temperatura y humedad.
Según Joaquín Costa, investigador y coordinador del Equipo de
Horticultura del Imida, hasta ahora se han recuperado casi todas las
variedades de hortícolas, principalmente tomates, pimientos, melones,
calabazas y berenjenas, muchas de las cuales están volviendo a
cultivarse. También hay una amplia variedad de lechugas, brócolis,
coliflores, cebollas y ajos, aunque éstas tienen menor demanda.
En concreto, las variedades recuperadas proceden de parcelas de
cultivo tradicional en pequeños valles y zonas montañosas de la Región
de Murcia.
El Imida también ha recuperado variedades de otras provincias,
como Jaén y Albacete, y ha desarrollado proyectos de conservación con la
comunidad de Extremadura, que es muy rica en recursos fitogenéticos.
Asimismo, ha firmado convenios con empresas como 'Bioenergética
del Mediterráneo', para el cultivo y comercialización de las variedades
tradicionales.
Estas empresas suministran semillas a los agricultores ecológicos
de la Región, principales interesados, para el cultivo de variedades
bien adaptadas a nuestras condiciones de suelo y clima, que aportan un
valor añadido de mejor calidad, sabor y aroma, obteniendo así mayor
rentabilidad en el mercado.
Y también ha suministrado semillas a algunos restaurantes de la
Región, que cultivan su propio huerto para ofrecer a sus clientes platos
elaborados con estas variedades tradicionales. Asimismo, en
colaboración con la Red de Agroecología y Ecodesarrollo de la Región de
Murcia, organiza conferencias, foros y reuniones para dar a conocer las
ventajas de las variedades tradicionales.
Evitar que se pierda el rico patrimonio generado a lo largo de
muchas generaciones de cultivo es de vital importancia, según resaltan
los investigadores del Imida, ya que una variedad tradicional que se
pierde es irrecuperable, porque se trata de una combinación genética
imposible de reproducir.
Contar con una amplia colección de variedades tradicionales sirve
también para hacer frente a determinadas plagas o enfermedades que
pueden aparecer en un futuro y a las que algunas de estas variedades
podrían ser resistentes.
Asimismo, la variabilidad genética hace que estas variedades
presenten numerosos compuestos que, en el futuro, pueden ser más
valorados y demandados por el mercado. Por ejemplo, hay determinadas
variedades de pimiento que, a igualdad de peso fresco, son más ricas en
vitamina C que el kiwi o el limón; y de tomate que son más ricas en
licopeno, que ayuda a prevenir el cáncer de próstata.
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