sábado, 21 de julio de 2012

Dos tazas

La ascensión del ya doble presidente Valcárcel a la cúspide de uno de los organismos más floreros de la UE fue acogida con los protocolarios parabienes del Partido Popular Europeo y el cálido entusiasmo de sus colegas españoles presentes en el acto, el balear Bauzá y el extremeño Monago, también populares. 

Conscientes todos de la inutilidad ontológica del Comité de las Regiones, por resaltar algo, destacan la importancia de ese foro como el ámbito primario donde se expresan las voces más pegadas al terruño, las menos burocratizadas de la casa común europea. 

Con la experiencia que dan los años de nefasta gestión y la sabiduría que proporciona cada uno de los fracasos que ha ido cosechando, allí nuestro hombre va a poder exhibir el balance ruinoso de su mediocre trabajo, al menos como paradigma de cómo no se deben hacer las cosas. 

Su ejemplo es ya todo un modelo a la inversa, y su florido, rancio y retórico discurso, todo un reto para el equipo de traductores e intérpretes.

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