lunes, 23 de abril de 2012

Los accionistas minoritarios del Banco de Valencia se decantan por BMN

VALENCIA.- El Banco de Valencia representa en la ciudad que le alberga algo más que una entidad financiera. Es un símbolo, durante décadas considerado la «joya de la corona» para la burguesía valenciana, que desde noviembre de 2011 pasa por su trance más amargo. La intervención por parte del Banco de España propició la creación de un movimiento, bautizado como Pro Banco Valencia, cuyo objetivo pasaba por defender los intereses de los accionistas de la entidad, que en su conjunto han perdido más de 1.500 millones de euros. «Lo que pedimos tiene sentido y va más allá de la valencianía. También es una cuestión de defensa de intereses económicos», dicen hoy en 'Abc'.


En poco más de dos meses ya se han logrado dos de las metas que se propuso. «Hemos trabajado desde la trinchera para evitar que se valorara a cero el Banco, pero para nosotros los dos euros por acción son insuficientes», explica Vicente Simó, miembro de la tercera generación de empresarios de Ontinyent y accionistas históricos de la entidad.
Con todo, se ha logrado que el FROB acepte su solicitud de realizar una ampliación de capital con derecho de suscripción preferente. La organización cuenta con la fuerza que dan sus 2.000 asociados. Una cifra que, de acuerdo con su secretario, Vicente Rodríguez, «crece cada día hasta el punto de que ya supone el veinticinco por ciento del capital». Sin embargo, lamenta, «se trata de una adhesión ideológica y estética, porque no tenemos los derechos de voto en la junta general de accionistas».
Pro Banco de Valencia tiene dos fechas marcadas en rojo en su agenda. La primera llegará el próximo viernes, cuando las entidades interesadas en la subasta deben presentar sus ofertas no vinculantes. La organización no oculta sus preferencias por Banco Mare Nostrum (BMN), la compañía que lidera la antigua Caja Murcia que mayor interés ha mostrado hasta la fecha. 
«Personalmente —sostiene Simó— creo que sería la mejor opción para crear una estructura financiera mediterránea». La clave, apunta Rodríguez, pasa porque «aquel que se haga con el Banco mantenga las oficinas y los puestos de trabajo». El día «D», no obstante, está previsto para el 14 de mayo, cuando está convocada la junta general de accionistas. Pro Banco Valencia lamenta que los propietarios de los títulos acudirán a ciegas a la cita. 
«¿Cómo se puede decidir si suscribimos la ampliación de capital si entonces todavía sabremos quién nos va a administrar», reflexiona Simó. De hecho, el Banco de España no adjudicará la entidad hasta la primera quince de junio, y los pequeños accionistas quieren conocer si los nuevos propietarios de la mayoría «están dispuestos a mantener la marca, los centros de decisión en Valencia y a plantear un proyecto a largo plazo».
Pro Banco de Valencia prefiere mirar al futuro, pero «no olvidamos el pasado. Es la primera vez que una matriz —el BFA— no salva a una filial. El Banco de Valencia —recuerdan— ya vivió una situación similar con el Banco Central, que respondió de su solvencia». También lamentan que haya «utilizado a la entidad como un instrumento de finalidades políticas».
Con todo, valoran la «actitud exquisita» del jefe del Consell, Alberto Fabra, la alcaldesa, Rita Barberá, y las fuerzas políticas valencianas.

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