jueves, 21 de octubre de 2010

Zapatero ya piensa en 2012 / Manuel Rico

Todas las remodelaciones de Gobierno tienen ganadores y perdedores. Pero con la crisis anunciada ayer, Zapatero lanza ante todo un mensaje sobre sí mismo: no ha tirado la toalla y piensa echar el resto pensando en las elecciones de 2012.
La crisis, en todo caso, tiene suficiente calado como para hacer múltiples lecturas (siempre provisionales). He aquí algunas.
1. Pasar a la ofensiva
El Gobierno lleva año y medio a la defensiva, reaccionando ante la crisis económica con vaivenes y sometido a un fuerte desgaste. Zapatero admitió ayer que su electorado pedía “una acción fuerte de iniciativa política” y para ello ha recurrido a los pesos pesados del partido. El nuevo Ejecutivo, destacó, “tiene un perfil político muy claro”. Y la hoja de ruta que le marcó Zapatero tampoco admite dudas: fortalecer el discurso y explicar mejor las decisiones. Con la estabilidad parlamentaria asegurada, pasar a la ofensiva es imprescindible para que el PSOE pueda reducir los más de 13 puntos de ventaja que tiene el PP en las encuestas. O, en otras palabras, es la condición necesaria para que Zapatero repita como candidato.
2. Rubalcaba, reforzado
El político que sale más reforzado es Alfredo Pérez Rubalcaba, quien une a la cartera de Interior los cargos de vicepresidente primero y portavoz. Pero su ascenso no puede interpretarse en clave de sucesión. Zapatero, más bien, ha decidido aprovechar al mejor portavoz del felipismo para que le ayude a ganar las elecciones en 2012 y prolongar así el zapaterismo. Y ello incluye resolver un problema mediático: Rubalcaba siempre ha tenido una excelente relación con el Grupo Prisa (dueño de El País y la Ser), cuyos principales directivos están enfrentados a Zapatero. Al ser ahora Rubalcaba la imagen principal del Gobierno, es probable que Prisa mida mucho más sus ataques a la Moncloa.
3. El final de ETA
Además de explicar mejor las políticas del Gobierno, Rubalcaba seguirá teniendo como ministro del Interior un objetivo histórico: convertirse en el político que terminó con ETA. Los socialistas son conscientes de que el final del terrorismo no serviría por sí solo para ganar unas elecciones, porque la sociedad española en parte ya ha descontado esa posibilidad y además reparte el mérito de la lucha antiterrorista entre PSOE y PP, pero en todo caso ayudaría a Zapatero a recuperar una imagen de eficacia que ha quedado muy deteriorada por su tardía reacción ante la crisis económica. El hecho de que el presidente calificase ayer de “dato relevante” los movimientos que se están produciendo en Batasuna es la mejor muestra de que sigue pensando en lograr la desaparición de ETA.
4. Guiños a la izquierda
Zapatero aseguró ayer que su proyecto es “socialdemócrata” y “progresista”, pero las reformas económicas aprobadas por el Ejecutivo desde mayo han provocado un cabreo masivo entre los electores que se sitúan en la izquierda. Una parte se declara dispuesta a votar a IU en las próximas elecciones, pero la mayoría se ha instalado en la abstención.
La remodelación contiene dos claros guiños a los sectores de izquierda. El primero, dirigido a los sindicatos, es el nombramiento de Valeriano Gómez como ministro de Trabajo. Gómez es miembro de UGT y participó en la manifestación del 29-S, aunque es cierto que ha defendido públicamente la reforma laboral. Los sindicatos saben que el nuevo ministro es uno de los suyos, pero la clave estará en saber qué margen de maniobra tendrá Valeriano Gómez. En la reforma laboral, Comisiones y UGT consideran imprescindible eliminar la norma que permite despedir con 20 días de indemnización basándose en la mera previsión de pérdidas de la empresa.
El segundo guiño a la izquierda es la incorporación al Gabinete de Rosa Aguilar, histórica dirigente de IU que ya había cruzado a la orilla socialista en Andalucía de la mano del presidente autonómico, José Antonio Griñán. En el PSOE saben que, para ganar las elecciones de 2012, tendrán que hacer el enésimo llamamiento al voto útil de los ciudadanos que comparten el programa de IU, pero que sobre todo temen la llegada al poder de una derecha extrema y antisocial.
5. Mensaje a los barones
Para los barones territoriales del partido, los cambios también llevan un doble mensaje. En teoría, Zapatero tenía dos fechas para abordar una amplia remodelación ministerial con el objetivo de recuperar la iniciativa: ahora o a principios del próximo año. Pero, en este último escenario, corría el riesgo de que los candidatos autonómicos y municipales que se jugarán el puesto en las elecciones del 22 de mayo de 2011, lo acusaran de no haber reaccionado a tiempo. Ese temor explica críticas como las lanzadas durante las últimas semanas por el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda. Ese peligro queda ahora conjurado.
Además, al elegir a Marcelino Iglesias como número tres del PSOE, Zapatero encarga una tarea clave a un barón territorial que cumple con la doble característica de ser una persona de la confianza del presidente y tener una consolidada autoridad en el partido.
6. Mayor austeridad
La eliminación de dos ministerios refuerza la idea de que el Gobierno se aplica a sí mismo la austeridad que ha reclamado (o más bien exigido por decreto ley) a los ciudadanos. En realidad, el gesto es más simbólico que real, ya que Igualdad y Vivienda se convierten en secretarías de Estado y el ahorro económico es mínimo. La supresión del ministerio que con bastantes más aciertos que errores ha dirigido Bibiana Aído supone, por otra parte, renunciar a una de las banderas que Zapatero enarboló al comienzo de la actual legislatura.
7. Tres mujeres clave
Las tres mujeres clave de los gobiernos de Zapatero, las tres que han sido o son ya vicepresidentas, también pueden realizar una clara lectura de la crisis: María Teresa Fernández de la Vega comprueba que su tiempo político ha pasado (cualquier remodelación de fondo pasaba por su salida); Elena Salgado recibe la confirmación de que, tras ciertas dudas primaverales, Zapatero está ahora muy satisfecho con su lucha contra la crisis, y Trinidad Jiménez confirma que (a veces) Zapatero premia la lealtad.

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